El Coaching Personal (y también el Coaching para Emprendedores con sus pequeñas variaciones) es el trayecto que une dos puntos de la forma más eficaz posible: el punto en el que te encuentras y el punto donde quieres llegar.
Solemos “fluir” a lo largo de nuestra vida, decisiones y circunstancias como el río que transita por su cauce, sin poner mucho empeño en dirigirlo ni en fijar la desembocadura. Incluso, faltos de curiosidad, evitamos abrir los ojos para divisarla. Esther Roche, E2ECoaching
En Coaching sabemos que hay muchas personas que, pese a una situación incómoda, no deseada, o incluso intolerable, permanecen en ella debido a miedos y creencias irracionales. Estas personas han de darse cuenta por ellas mismas: el Coaching no es para ellas hasta que un click en su cerebro dice “¡basta!”.
Cuando esto ocurre, entonces es ya posible utilizar las herramientas del Coaching Personal o las del Coaching para Emprendedores para orientar en ese cambio y aprendizaje, para canalizar los recursos de esas personas por la línea que une esos dos puntos: situación actual y situación deseada. El Coaching Personal es la mejor estrategia para recorrer ese camino de un modo más eficaz, rápido y duradero, que haciéndolo en soledad. En el caso de querer dar un giro en tu vida profesional, más que personal, el Coaching para Emprendedores es la clave en lugar del Personal.
Solemos “fluir” a lo largo de nuestra vida, decisiones y circunstancias como el río que transita por su cauce, sin poner mucho empeño en dirigirlo ni en fijar la desembocadura. Incluso, faltos de curiosidad, evitamos abrir los ojos para divisarla. Ni siquiera ponemos demasiada atención a los elementos buenos que encontramos en nuestra travesía, nuestras habilidades, ni a los obstáculos que se ocultan, perniciosos, en el lecho, los límites que nosotros mismos nos imponemos: la corriente nos mantiene despistados.Coaching
Cuando el mismo caudal -nosotros- decide escoger el lugar donde quiere desembocar, está preparado para hacer cambios en el cauce, por duros que sean y a elegir el trayecto, es decir, a asumir la responsabilidad de nuestras elecciones.
Imagina un río intentando modificar su cauce, no le es fácil, su estructura influye enormemente en su propio funcionamiento, a la vez que se ve influida por la geología, la topografía, la cubierta vegetal… Aun así, es posible cambiar su cauce, con las herramientas adecuadas y seleccionando de forma óptima los recursos que contiene.
El Coaching te ayuda en tus elecciones conscientes.
El Coaching no es ningún milagro. Igual que un río encontraría múltiples dificultades si quisiera cambiar su curso y su desembocadura, el ser humano se enfrenta a numerosas contrariedades cuando decide asumir la responsabilidad de su vida.
No estás predeterminado. La acción y la responsabilidad ejercen cambios que pueden cambiar lo que algunos llaman “suerte”. La vida está plagada de elecciones de las cuales ni siquiera somos conscientes. Elegimos constante, ininterrumpidamente. No sólo se trata de las grandes decisiones, esas que recordamos para el resto de nuestras vidas: me caso, no me caso. Estudio esta carrera o la otra. Compro esta casa o la otra. Son esas diminutas elecciones que tomamos a cada momento las que, sin saberlo, están determinando nuestro cauce y nuestra desembocadura:
- Elijo continuar con esta relación porque me es más cómodo que buscar otra.
- Elijo continuar en este trabajo porque me es más cómodo que buscar otro, o porque ahora no hay trabajo ahí fuera.
- Elijo hacer otra cosa en lugar de esa llamada incómoda porque puedo hacerlo mañana o pasado.
- Elijo quejarme de mi situación porque es más fácil que intentar cambiarla.
- Elijo hacer lo mismo aunque obtenga los mismos resultados porque es más cómodo que buscar otras alternativas.
- Elijo no darme cuenta de todas esas elecciones porque es más cómodo ser inocente que responsable.
No estás predeterminado. La acción y la responsabilidad ejercen cambios que pueden cambiar lo que algunos llaman “suerte”.
Cuando algo no nos gusta solemos evitar enfrentarlo. Elegimos ignorarlo. De ese modo pasamos por inocentes despegándonos del conflicto. Esa inocencia nos libra de culpa y nos da alivio, pero también tiene un precio: la impotencia. Nos desembarazamos del problema, de toda responsabilidad, pero también de cualquier solución. Nos convertimos en víctimas de nuestras circunstancias.