La visión y el propósito:
Estos dos conceptos del aprendizaje organizacional están íntimamente relacionados siendo el propósito la nutrición y energía de la visión. Si damos una vuelta por los conceptos, visión es un término que alude a un fin preciso: lo que queremos ser y lograr en el futuro. Veamos un ejemplo: queremos lograr cuatro franquicias de nuestro negocio en Europa (especificando los países) a fines del año 2015
En cuanto al propósito, si bien es más difícil definirlo puesto que no se refiere a algo específico, cuando existe, no deja de percibirse por lo arrollador de su naturaleza. El propósito invariablemente comunica.
Una visión sin propósito se transforma en una imagen estática y luego desaparece de la mente; no es llevada a la acción, por lo tanto, no se plasma en la realidad. El propósito le confiere vida a la visión.
Aclaro que no me refiero en este texto al concepto de propósito (muchas veces equiparado a misión); la referencia es a otra versión de la palabra
Peter Sengue en su libro “La quinta disciplina” lo llama la excelencia. Implica todo el potencial que podemos desplegar y alcanzar y más aún; se experimenta cómo una fuerza espiritual (siguiendo a este autor).
El propósito se traduce en tenacidad; amor al aprendizaje; coraje para navegar el cambio; temple para metabolizar los fracasos; espíritu de lucha; claridad de misión y también de visión. El propósito causa (nos causa) y vamos tras él arrastrados por una fuerza misteriosa.
Las organizaciones que poseen algo de esto último, se distinguen claramente del resto y remitiéndonos a lo individual, las personas en la que percibimos esta cuestión, producen admiración y en el mejor de los casos: identificación. Se trata de los líderes.