Revista Opinión

Cobardía extrema en Cataluña y el País Vasco

Publicado el 03 octubre 2018 por Franky
Los cobardes son numerosos en toda España, pero la densidad de cobardes y de esclavos voluntarios del poder corrupto es mucho mayor en Cataluña y el País Vasco, donde el nacionalismo extremo ha conseguido que fenómeno de la cobardía llegue a ser repugnante. En esas tierras, cientos de miles de ciudadanos adoctrinados y sin espíritu crítico se han sometido a las consignas e intereses de grupos de poder extremistas que les conducen hacia una batería de desastres, entre los que resaltan el retroceso de la economía, la muerte de la paz social, el enfrentamiento civil y una violencia desatada que puede convertir las calles y plazas en un infierno, todo en busca de una independencia que ni es legal, ni viable y que está en contra de las corrientes de integración y cooperación que atraviesan nuestro planeta. Hay datos suficientes y pruebas para afirmar sin tapujos que si esta España nuestra, que fue brava y grande en el pasado, es hoy una tierra profundamente arruinada por una cobardía permisiva que hace que los ciudadanos soporten de sus políticos abusos, injusticias e iniquidades que pocos pueblos de nuestro planeta aguantarían sin rebelarse. --- Cobardía extrema en Cataluña y el País Vasco Pocos lo han resumido con tanta verdad y fuerza como el pensador Fernando Savater: El referéndum secesionista es “una agresión a la ciudadanía”, un intento de volver a los privilegios feudales ante el que se debe defender la ley “a pies firmes”, según Savater, que denuncia “la cobardía monstruosa” de los intelectuales catalanes ante el procés. “No creí que hubiese tanta gente cobarde en el mundo hasta que viví en el País Vasco. (La cobardía) está también generalizada en Cataluña. Los intelectuales somos como las putas, vivimos de gustar y nadie quiere dejar de hacerlo, aunque tenga que arrastrarse por el fango”.

Las masas catalanas y vascas adoctrinadas en el nacionalismo han creído que la valentía consiste en salir a las calles para destruir mobiliario urbano y enfrentarse en manada a las fuerzas policiales, pero la verdadera valentía es otra: impedir que los políticos manipulen a los ciudadanos y los conduzcan impunemente hacia la ruina, el retroceso y, probablemente, hasta un estúpido y sangriento enfrentamiento civil que siempre será una derrota para todos y un festival de dolor y muerte.

España es tierra de cobardes porque los españoles aguantamos, sometidos, más abuso de poder, injusticia y opresión que ningún otro pueblo de Europa, pero la cobardía de España es ridícula y casi insignificante si se la compara con esos inmensos depósitos de cobardes que son Cataluña y el País Vasco, dos regiones infectadas de en la que los ciudadanos se someten en masa y voluntariamente a la tiranía cutre y retrógrada del nacionalismo, soportando canalladas, corrupciones y abusos que en ningún otro lugar de la Tierra serían tolerados.

Los vascos han guardado, durante décadas, un silencio indigno y vomitivo ante los asesinatos de ETA. Quien no crea que aquel fenómeno fue una enfermedades mortal del alma vasca y una inmensa vileza, que lea "Patria", la novela de Fernando Aramburu que retrata la cobardía más repugnante de una sociedad en Europa, posiblemente superior, incluso, a la que vivió la sociedad alemana cuando Hítler conquistó el poder.

Los vascos no solo han guardado silencio ante los crímenes de Eta sino que han sido "extras voluntarios" en la película del terror, han admirado a los pistoleros asesinos y han convertido en héroes populares y en modelos de vida a asesinos repugnantes, atiborrados de odio y sangre.

Pero la cobardía de los catalanes puede que sea todavía más siniestra y asquerosa. Durante décadas, los fieles del nacionalismo han admirado, arropado y endiosado a políticos corruptos y canallas que han mentido, robado, tergiversado la historia, adoctrinado a los niños, convertido las escuelas en fábricas de odio, marginando y aplastando a todos los que pensaban diferente, dividid la sociedad catalana y ensalzando un “proceso” de independencia que ha destrozado la convivencia, hecho trizas la paz y que no ha sido otra cosa que una escuela de delito y odio ciudadano, preparatoria de una guerra civil.

Catalanes y vascos, además de soportar el liderazgo de corruptos y miserables que se llamaban “demócratas” sin serlo, como hemos hecho los cobardes españoles desde la muerte de Franco, han ido mucho más lejos, han adorado a sus verdugos y han elevado a la categoría de héroes a delincuentes, ladrones, fugados y asesinos como los Pujol, los Más, los Otegui, los Puigdemont y otros muchos con pasado terrorista, todos ellos transformados en forajidos y deudores de la Justicia, a los que las masas adoran y rinden homenaje en lugar de escupirles, como objetivamente merecen.

La mayoría de los periodistas e intelectuales vascos y catalanes, a los que la Historia les reservaba el deber de fiscalizar a los grandes poderes y denunciar la podredumbre, el abuso y la maldad en sus sociedades respectivas, se han plegado al poder, sometido y, renunciando a la denuncia que el pueblo merecía para ver con claridad, se han convertido en voceros y propagandistas del abuso, la delincuencia y la ruptura en pedazos de la nación, ignorando que tanto Cataluña como el País Vasco son los dos territorios con más autogobierno de Europa y los mas privilegiados de España.

Francisco Rubiales


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