Revista América Latina

Cobertura Alimentaria Universal, como salud y educacion, para España: propuesta a debate

Por Jose Luis Vivero Pol

 

Cobertura Alimentaria Universal, como salud y educacion, para España: propuesta a debate

Turing Algorithm, ressembling Pizza and Candies


Para Neruda, el hambre es la medida del hombre; para Miguel Hernández, el primero de los conocimientos. Y esta medida o conocimiento no deja muy bien parada a la sociedad española y al gobierno que la representa, puesto que cada vez se alzan más voces denunciando o describiendo el drama de miles de hogares que ven como sus precarios y austeros ingresos no llegan para comprar la comida suficiente para alimentar correctamente a sus hijos. En España hay hambre, aunque muchos no lo quieran reconocer, asociada a una elevada pobrezainfantil (uno de cada tresmenores) y la respuesta estatal se basa en un enfoque caritativo-asistencial. La caridad se manifiesta en acciones bien intencionadas pero voluntarias, que dependen de la voluntad del oferente, de su orden de prioridades, circunscripción geográfica, color o religión, y no se basan en la garantía de un derecho constitucional. Porque el derecho a la alimentación, aunque no esté recogido en la Constitución (gran ausencia que algún día tendremos que solucionar cuando abran la Carta Magna para actualizarla), es uno de los derechos humanos recogidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, vinculante para España desde que lo ratificó en 1977.
Desde hace tiempo no dejo de sorprenderme por la sucesión de noticias, informes y denuncias de ONGs y medios de comunicación en relación a los problemas alimentarios y nutricionales de las familias españolas más duramente golpeadas por la crisis. La respuesta a estos informes y titulares de medios, que por lo general duran poco más de una semana, suele llegar a través de ayudas focalizadas estatales (40 millones de Euros en ayuda alimentaria para atender a 2 millones de personas en 2014 o 7 millones de Euros para atender a los 2.3 millones de menores en pobreza), políticas sociales autonómicas (comedores de colegios abiertos en vacaciones) que sólo se aplican en algunas comunidades autónomas, acciones voluntarias de colectivos sociales, el trabajo maravilloso de los Bancos de Alimentos (que hacen lo que pueden en una época de austeridad económica) y algunas ONGs que ahora desarrollan en España lo que antes hacían en los países hambrientos del Sur Global (como Acción contra el Hambre, Cáritas u OXFAM).
Todas estas acciones son parches que intentan mitigar un problema alimentario causado por la falta de ingresos para acceder a suficientes alimentos que aunque son esenciales para la subsistencia de cada ser humano no se consideran un bien común sino un commodity. Solo pagando puedes comer pues todos los alimentos tienen un precio o necesitas pagar por un permiso para poder pescar o recoger setas. Eso lo tenemos todos claro, pero ¿cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cómo puede ser que un bien tan esencial para el ser humano como los alimentos sea totalmente privado? El aire y el agua, los otros dos recursos naturales que necesitamos para seguir vivos, solían ser bienes públicos pero hoy en día están en diferentes fases de privatización aunque muy contestadas por la ciudadanía. El agua tampoco está considerada como un derecho en la Constitución y por eso las empresas privadas de gestión del agua pueden cortar el suministro de algo tan esencial a quien no pague. Al menos, los ríos, lagos, playas y acuíferos subterráneos de España todavía pertenecen al dominio público. Todavía…
La consideración de los alimentos como un bien privado no es una característica consustancial de los mismos. Es una construcción que hemos acordado en la sociedad capitalista post-industrial: nuestra sociedad acuerda esa cualidad a pesar de ser bienes esenciales para nuestra propia supervivencia. No obstante, al ser un acuerdo social y no una propiedad física de la materia es modificable. Podemos cambiar la consideración de los alimentos como un bien privado, sujeto a las reglas del mercado, como se cambió entre el siglo XVIII y XIX la consideración de los seres humanos de simple mercancía (commodity) a sujetos de derecho, poniendo fin a 10 mil años de esclavitud. Se hizo porque cambió la moral imperante y ya no se aceptaba la esclavitud de otros seres humanos.
Igualmente, usando argumentos éticos y una narrativa basada en las necesidades vitales, los derechos humanos y el bien común, debemos considerar a los alimentos como un bien común de la humanidad, que deben ser garantizados para todos, todos los días (al menos un mínimo) y que deben ser gobernados mediante acuerdos entre el sector público, el Mercado y las acciones colectivas de los ciudadanos. Tal y como se hace con la educación o la salud actualmente. Que sean un bien común no quiere decir que volvamos a un estatización de todos los recursos productivos, pero sí que su acceso debe estar garantizado por ley a todos los ciudadanos. Comer es un derecho y asegurar ese derecho, un deber del Estado.  
En ese sentido, si en España disfrutamos (todavía) de una cobertura sanitaria universal (art 47.1 de la Constitución), en franca decadencia pero defendida por médicos y usuarios, y de un sistema garantizado de educación hasta los 16 años, ¿por qué no tenemos una Cobertura Alimentaria Universal que garantice mediante gestión pública, privada y colectiva un mínimo de alimentos para todos y todas cada día? ¿Es que es más importante que me aseguren una plaza en la escuela a que me aseguren comer cada día? ¿Cómo es posible que un alumno no pueda faltar a la escuela sin motivo y esa misma escuela no esté obligada a darle de comer gratis todos los días? ¿Será porque el derecho a la educación si está recogido en la Constitución (art 27.1) y el derecho a la alimentación no? ¿Será porque la educación es un bien público y los alimentos un bien privado?
Por ello, en la semana en la que se celebra el Día Mundial de la Alimentación y las cifras del hambre toman los medios (evidentemente no hay nada que celebrar para 800 millones de personas hambrientas), me gustaría proponer una Cobertura Alimentaria Universal en España. Y como primer paso, se podría garantizar una barra de pan para cada persona cada día, proporcionar almuerzos escolares subvencionados en todos los colegios públicos y concertados de España y garantizar un bono alimentario mensual a todas las familias que actualmente carecen de ingresos o que ingresan menos del costo de la canasta alimentaria. Si hemos conseguido salvar al Banco de Valencia con 5000 millones de euros para luego regalarlo y el rescate a las cajas de ahorros se ha llevado más de 100 mil millones, creo que podemos financiar sin problemas una Cobertura Alimentaria Universal que garantice el pan para todos (Fiat Panis, en latín, es precisamente la frase que campea en el logo de la FAO). Ya que el circo futbolero lo tenemos financiado, ¿cuándo nos van a asegurar el pan?  
Interesados en debatir y concretar esta propuesta, me pueden escribir a [email protected]

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