Viernes 18 de diciembre, 20:00 horas. Auditorio de Oviedo, Fundación Princesa de Asturias: Concierto Extraordinario "Europa Canta a la Navidad". El Mesías (G. F. Haendel, versión para orquesta sinfónica de Sir Eugene Goossens, 1959). Eugenia Boix (soprano), Sarah Couden (contralto), Davide Giusti (tenor), Luis Ledesma (barítono), Coro de la FPA (José Esteban García Miranda, maestro de coro), OSPA, Rossen Milanov (director). Entrada gratuita con invitación previa.
"La vida de Brian" es una simpática película de los Monthy Python trata la vida de un judío que nace el mismo día que Jesús y ya de adulto incluso es confundido con él, algo parecido a este Mesías de Goossens quien "en 1959 orquestó para su amigo y mentor Sir Thomas Beecham, uno de los directores británicos más influyentes de su época, este gran oratorio barroco. Los arreglos de Goossens fueron hechos pensando en una orquesta sinfónica", algo que se indica en el programa para no llamar a engaño, aunque a la vista del escenario y cualquiera que hubiese asistido a los muchos Mesías anteriores en la Catedral de Oviedo se daba cuenta que esta OSPA iba a sonar distinta, reforzada para la ocasión y en esta elección del Maestro Milanov que ya la dirigiese hace dos años en el Kennedy Center Concert Hall a la National Symphony Orchestra y Choral Arts Society of Washington, repitiendo el de hace hoy seis años, todo un espectáculo para los norteamericanos tan dados a estos fastos sinfónico-corales pero que en Europa nos rechinan aún más que a los ultracatólicos la película de Terry Jones.
Lo que voy a contar me traerá calificativos de retrógrado, purista y demás lindezas porque gran parte del público que llenó el Auditorio salió encantado, pero evidentemente quiero explicar mi personal punto de vista porque sobre gustos no hay nada escrito y todos son particulares.
Si a una fabada asturiana con todo su compango le añadimos patatas y berzas se convierte en otro plato que llamamos pote asturiano, aunque puede estar igual de rico, incluso más. Si el producto base es bueno, en este caso nuestras alubias que llamamos "fabes", podemos cocinar otros platos también exquisitos aunque diríamos que menos típicos pese a figurar en muchas cartas: fabes con almejes, con jabalí, con centollo, con angulas, con langostinos, y todo lo que queramos añadirle porque es una legumbre que se adapta a todo, aunque yo quiero quedarme con nuestra fabada asturiana. Habrá frijoles, judías y judiones, alubiones (de La Granja) y todo lo que se quiera, incluso podemos cambiar el compango tradicional de chorizo, tocino y morcilla por criollos, morcilla de Burgos o matachana de León, poner chistorra navarra y seguir cambiando ingredientes, todo muy rico pero ya no será una auténtica fabada asturiana. Cada uno que ponga el nombre al plato porque "¿a qué sabe la música?"...
El Mesías de Händel es como nuestra fabada, en principio un plato de ricos porque no todo el mundo tenía acceso a unos ingredientes caros aunque la sociedad ha ido mejorando y hoy podemos presumir de ser nuestro plato más universal que algunos quieren cambiar por el cachopo, muy popular aunque poco asturiano a pesar de chascarrillos y modas pasajeras. De cocina sabe más Milanov que un servidor, pero quiero pensar que tras la lucha por recuperar y reconocer el Barroco, una vez degustado en su punto ideal sería una pena pasarse de cocción con un plato que tanto tiempo llevó poner en su sitio. No soy muy aficionado a la cultura norteamericana que tanto daño está haciendo en nuestra juventud en una verdadera colonización donde los "burguers" son el emblema visible aunque no nos importe llamarlo comida basura.
Soy nacido en 1959, el año de esta (per)versión de E. Goossens con esta maravilla de oratorio barroco para cuatro solistas, coro y orquesta. Aunque Bach vence a Händel quiero contar que tengo en disco tres Conciertos de Brandemburgo en interpretación de la Marlboro Festival Orchestra dirigida por Pau Casals donde Rudolf Serkin toca al piano el papel del clave, un instrumento casi desconocido (o difícil de encontrar) allá por 1964, también versiones grandiosas de la Pasión según San Mateo con plantillas hoy diríamos que algo exageradas, pero hubo estudiosos que nos abrieron los oídos y las mentes para cocinar de otra forma encontrando los ingredientes apropiados en la proporción idónea, y así aprendimos a degustar estos platos de siempre, sin necesidad de excesos ni sucedáneos. En Oviedo han pasado distintos directores al frente de la OSPA para este Mesías con el que damos el pistoletazo de salida a la Navidad, pero la apuesta del cocinero Milanov creo que no era apta para mi paladar maleducado. La grandilocuencia y el espectáculo están en la propia música de Händel por la que Goossens parece no mostrar mucho respeto disfrazado de visión renovada. No es "el Bach de Stokowski", que Milanov y la OSPA interpretaron en Musika-Música, ni tan siquiera aumentar efectivos para el original. Ni me atrevería a llamarlo orquestación porque no consiste en añadir percusión (bombo, platillos, triángulo, caja) donde los timbales ya tienen su protagonismo, y parece olvidar a los solistas, ampliando plantilla para un acompañamiento a los recitativos totalmente ignominioso, con un cuarteto de trompas más un arpa, o doblando arias con un clarinete bajo o flautín cuando no taparlas a base de redoblar el bombo o escuchar unos platillos atemporales. Tendría para seguir sumando sinsentidos que desdibujan, por no decir perturban una joya de la música barroca haciendo cual personal deconstrucción de una fabada inigualable. El famoso "Aleluya" puede parecer más impactante en esta destrucción del director y compositor británico en su época, adaptada muy al gusto de los actuales yanquis, los mismos a los que en los programas de mano se les pide que no marquen con el pie el ritmo de la música, aunque sigan mascando chicle o comiendo palomitas... Este no es Mesías sino Brian de Goossens, nada que ver con otros Mesías populares donde el respeto a la partitura no impide aumentar el número de participantes.
Los cuatro solistas internacionales tuvieron que luchar con el cocinero búlgaro, ingredientes de primera algo quemados en la olla a presión de una orquesta sinfónica que tocó lo que tenían escrito. La aragonesa Eugenia Boix puso el sabor español puro, conocedora como nadie de este repertorio que cantó un "Rejoice" limpio y sentido y un "How beautiful" al pie de la letra, sin perder la compostura con el "acompañamiento goossensiano" manteniendo el espíritu barroco en su canto, y un perfecto "He shall feed" con la contralto americana Sarah Couden, una voz ideal para este oratorio tan difícil en su registro, una mezzo grave, bien su "But who may abide" o "He was despised" tras el recitativo del barítono, devolviendo ese color tan especial, igualmente pugnando con la densa escritura orquestal. El tenor italiano Davide Giusti casi como su apellido, arrancando en frío su recitativo sinónimo antes de la hermosa aria "Ev'ry valley" llevada algo lenta, y destemplado hasta el "Thou shalt break them with a tod of iron" de la seguna parte, agilidades endiabladas de por sí con timbre bonito pero complicado brillar con una masa orquestal detrás. El mexicano Luis Ledesma hubo de cantar no "a bombo y platillo" sino con ellos, barítono más que bajo en "The people that walked in darkness" que Sir Goossens pareció tomar al pie de la letra, o la esperada "The trumpet shall sound and the dead shall be rais'd" donde quien "murió" fue nuestro Maarten al quedar reducida su piccolo a un plano nunca imaginado por Händel. Una lástima porque de tener la orquestación original hubiésemos podido disfrutar de estas voces más que prometedores.
El Coro de la Fundación sabe lo que son repertorios sinfónico corales románticos, contemporáneos y por supuesto este "Mesías" que llevan cantando hace muchísimos años con distintos directores, amoldándose a sus exigencias con verdadera profesionalidad, y este Goossens ha sido el más exigente por lo que supuso de intentar borrar tantos años de experiencia a sus espaldas, referencias totalmente distintas que acaban dando inseguridad, unida a unos tempi no siempre apropiados pero que compensaron con el dominio a base de fuerza, contagiados por una voluptuosidad inapropiada en pos de un espectáculo más de cocido que de fabada asturiana con mala digestión. Salieron airosos a pesar del fuego que casi quema el plato, "And the glory of the Lord" y "For unto us a Child is born" presentes, lo que ya era un triunfo, algo desajustados y cortos entre las cuerdas para "And He shall purify", destemplados en el inicio de la Parte II "Behold the Lamb of God" donde tuvieron mucho más trabajo antes de un "Hallelujah" contagiados y algo desbocados hasta el "Amen" donde parecieron alcanzar la paz, aunque hubiese de regalar el popular "Aleluya" al que Milanov intentó sumar al repestable dentro de este espectáculo para mí bochornoso aunque entendiendo este "Refreshed" made in USA, porque el british es otra cosa.
De la sufrida OSPA solo ponerme en su pellejo y respigarme, debiendo tocar lo que tienen en el atril siguiendo las indicaciones del maestro. Me imagino el asombro de Rafael en la caja redoblando con el coro en este debut mesiánico, el triángulo otro tanto, Paco Revert al bombo atormentando al barítono y Jeffery con trabajo extra en casi todos los números. Del metal nunca tanto que tocar para no aportar casi nada: un cuarteto de trompas que debía hacer diabluras, un dúo de trompetas en un plano secundario olvidando un protagonismo propio, el trío de trombones y tuba doblando coros... La madera reforzada con intervenciones impensables siempre bien ejecutadas pero duplicando melodías o "engordando" recitativos, como clarinete y clarinete bajo, dos oboes más corno ingles, dúo de fagotes más bajo, flautín más flauta... ¿Goossens enloqueció? Y la cuerda a partir de cinco o seis contrabajos calculen, además de la mencionada arpa cuyos armónicos y resonancia no casan muy bien con la voz, así que pueden ir calculando el derroche tímbrico a pesar de buscar dinámicas apropiadas para lo imposible. Las partes donde el Sir no añadió demasiado de su cosecha, casi como limitándose a transcribir el órgano del que prescinde incluso parecían originales aunque más llenas, pero del alemán nacionalizado inglés sólo la presencia melódica, unes fabes de primera perdidas en una olla gigantesca con fuego excesivo que acabó atormentándolas. El chef Mr. Milanov nos sirvió una hamburguesa con patatas fritas cuando esperábamos alta cocina, pero la carta avisaba antes de probar el plato servido por la Fundación.