Todavía existen cocinas hechas para vivirlas, cocinas acogedoras, a las que el paso del tiempo les sienta bien, se deja ver la cacharrería en sus estantes, las vajillas desgastadas, esas piezas sueltas que quedan a la vista y que la hacen todavía más bellas. Ninguna es igual a la otra, aunque todas tienen cierto aire rústico. Nada como tener a mano las "marmitas", los
tajines, todo listo y preparado para una ocasión muy especial... la hora de reunirse alrededor de la mesa.