Revista Opinión
A lo peor, otro se alegraría mucho de tener tantos comentaristas como últimamente visitan este blog, yo, no, porque, en el fondo, yo lo que soy es un maldito esteta. Es superior a mí, sinceramente, no lo puedo remediar pero, después de la ética, el supremo valor es la estética, o, dicho de otra manera, el buen gusto, sobre todo el buen gusto por la palabra escrita, que no otra cosa es ser un escritor.
También me gusta mucho la dialéctica como método científico para aproximarse a la verdad todo lo que se pueda, jugar a eso, que nos enseñó Hegel, de la tesis, la antítesis y la conclusión, por eso disfruto mucho con un buen debate pero nada, absolutamente nada, con una pelea barriobajera exclusivamente tabernaria, entre macarras o chulos de putas que, por desgracia, tanto abundan por estos foros de Dios.Y como esto no me gusta nada, no estoy dispuesto a consentirlo, así que lanzo este aviso a mis escasos navegantes, de insultos no voy a consentir ni uno, de recursos dialécticos todos los que a ustedes, exquisitos contertulios, se les ocurran.El problema, ay, el problema es determinar qué es un recurso dialéctico y qué un insulto.Hace ya algún tiempo que lo malgasté intentando pergeñar allí, en el chat de Saco, una teoría general del insulto, a la que me remito en este mismo blog, en el que también la inserté.Pero, ahora, compruebo que era harto incompleta puesto que la enfocaba sólo desde el punto de vista ético y ni siquiera rocé el aspecto técnico de la cuestión.¿Qué es el insulto? La Academia dice de insultar que es: “1. tr. Ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones”.Pues, no estoy muy de acuerdo yo con lo que dicen al respecto estos ilustres señores, pero “dura lex, sed lex”, la ley no me conviene mucho, pero es la ley, yo hubiera añadido a esta escasa definición la de que el pecado que sanciona se cometiera mediante “palabras o acciones claramente prohibidas”.Y no tendríamos más remedio que acudir de nuevo a la Academia para que nos dijera qué es lo prohibido, que se deriva de prohibir y que, según élla, no es sino: “1. tr. Vedar o impedir el uso o ejecución de algo”.Ya comienzo yo a ver aquí un poco de luz. El insulto parece que se produce cuando se usa o se ejecuta algo que está vedado o impedido.O sea, que el insulto es todo aquello que viola una norma más o menos jurídica. O sea, por ejemplo, las del código de buena conducta y educación.Está claro que la confrontación de ideas no sólo es permisible sino también deseable, aunque sólo sea por aquello de que de la discusión brota la luz, pero todo debate, como todo lo humano, ha de someterse a normas para que no degenere en una zafia y repugnante pelea barriobajera y tabernaria. O sea que en la discusión, en el debate, en la confrontación de ideas, está prohibido todo aquello que suponga sencilla y llanamente un insulto, que no es otra cosa que usar o ejecutar algo que no tiene otra función que la de ofender al antagonista dialéctico, sin aportar un elemento racional a la discusión.Soy consciente de que no he superado todavía todos los escollos para separar el grano de la paja, de lo que hace que una frase, no sólo una palabra, cambie su naturaleza de elemento meramente descriptivo a ofensivo, pero aquí, precisamente reside la cuestión: será insulto no sólo lo que no aporte nada al debate sino que busque únicamente ofender o desprestigiar al contrario. O también, todo aquello que no sea absolutamente necesario para describir, de buena manera, un elemento fundamental, esencial, del discurso.Por poner un ejemplo: si yo trato de desvalorizar lo que, en un determinado momento, afirma Saco y digo que éste, a veces, se comporta como un alcohólico, hay que fijar la atención en la finalidad de la frase que no es gritarle a Saco, “cállate ya de una puñetera vez, que tú sólo eres un puñetero alcohólico” sino tan sólo poner de manifiesto que, a veces, las opiniones que vierte Saco, en sus cotidianos artículos, pueden estar lastradas por el hecho de haberse escrito en pleno “delirium tremens” y, por ende, no deber de ser tenidas demasiado en cuenta.Como se ve, la intención que guía al autor de la frase que atribuye a Saco la condición de alcohólico no es, en modo alguno, directamente insultante, sino, al contrario, puramente descriptiva de una de las condiciones que concurren en el sujeto que escribe en el momento en que se produce dicha acción, en orden sólo de desvirtuar dicha frase y no, ni mucho menos, de inferirle al autor el concepto peyorativo de alcohólico que, por otra parte, no es un estado en sí mismo descalificatorio sino simplemente la denominación de una enfermedad que supone, como todas ellas, una situación de desgracia personal que no se puede atribuir a una conducta siempre culpable sino que puede ser también sólo negligente.En fin, que ya me he pasado de los 2 folios que me marco como máximo en la extensión de un comentario, por lo que creo que debo terminar advirtiendo a todos los comentaristas que participen en mi blog, sin ninguna clase de excepción, que voy a suprimir aquellos comentarios que sólo tengan una finalidad ofensiva y no, de ninguna manera, la de exponer una opinión.