Cuando el jardinero real André Le Nôtre decidió recordar a los aristócratas de la Corte de Versalles que debían cuidar su comportamiento y el entorno que los rodeaba, colocando pequeñas etiquettes por los suntuosos jardines, ni se llegó a plantear que su acción daría nombre a todo un conjunto de normas que estarían directamente identificadas con el saber estar y con la buena educación.
Con el tiempo esa etiqueta alcanzaría de lleno al campo de la indumentaria, convirtiéndola en todo un fenómeno de gran trascendencia social. Un fenómeno que crearía sus propias normas para determinar qué era lo más adecuado para vestir en cada ocasión. Unas normas a las que, históricamente, las modas se han ido adaptando, pero que se han mantenido inmóviles durante muchos años.
No obstante, de un tiempo para aquí, mientras que los atuendos formales se han mantenido, los informales se han ido diversificando, y en la actualidad existe toda una serie de “nuevos códigos de etiqueta” que no está de más tener en cuenta. La introducción del concepto “casual” para la etiqueta informal se ha ido implantando, e incluso ha invadido –en determinadas ocasiones- a la propia etiqueta formal.
Suponemos que no faltarán detractores para esta afirmación, pero partiendo de la idea de que “hay que adaptarse o morir”, tenemos que reconocer que no es una moda pasajera, sino algo que se está implantando de manera definitiva.
La etiqueta tradicional
Haciendo un rápido repaso a lo tradicional, estrictamente existen dos códigos de etiqueta: formal e informal, a los que hace un tiempo (por influencias norteamericanas) se les incorporó el concepto de semi-formal, que acabaría desembocando en el “casual” actual.
La etiqueta informal (que para nada debe confundirse con descuido o falta de limpieza) se relaciona directamente con el atuendo que se viste durante las horas de asueto, las vacaciones o fuera del horario laboral y, en definitiva, se identifica con la comodidad. Incluye ropas de colores vivos, estampados, chaquetas de punto, cazadoras, pantalones de pana o tejanos y, evidentemente, deja de lado la formalidad de la corbata, tal y como se suele entender.
No obstante, no hay que confundir la etiqueta informal con la ropa deportiva, cosa que habitualmente se tiende a hacer. La ropa deportiva es para practicar deporte, no para ir a comprar al supermercado, ni para salir de paseo. Partiendo de la base de que la etimología de elegancia quiere decir “elegir”, la etiqueta informal también permite ser elegante, siempre que se sepa elegir qué es lo que debemos llevar.
Sobre la etiqueta formal poco vamos a comentar. Las normas se siguen aplicando en fracs (white tie), chaqués y esmoquín (black tie), así como en el traje oscuro. Y lo mismo ocurre con las normas en los vestidos femeninos para determinados actos sociales y ceremonias solemnes (traje largo, traje de cóctel, vestido o traje chaqueta). Indicar qué tipo de indumentaria hay que vestir en cada evento sigue formando parte integrante del texto de cualquier invitación. ¡Problema resuelto!
Pero entrando ya en las nuevas tendencias, tenemos que empezar a asumir la diversificación de las etiquetas, y adaptarnos a nuevos conceptos que pueden llegar a chocar con los más tradicionales.
Las nuevas tendencias
Hoy en día, es posible que nos inviten a un evento donde la etiqueta sea “Creative black tie” o “Business casual”, por lo que es interesante empezar a conocer y abrirnos a esos nuevos conceptos. Podremos o no compartirlos, pero el hecho es que están ahí.
Black tie optional y Creative Black tie
Nadie discutirá que cuando nos llega una invitación en la que se indica “black tie”, queda claro que los hombres acudirán al evento vistiendo esmoquin, mientras que las mujeres tendrán más margen de elección. Sin ir vestidas de gala, podrán lucir vestido largo o vestido de cóctel indiferentemente así como, incluso, un esmoquin feminizado. Sin embargo, cada vez es más habitual que algunos de los invitados masculinos se salten esa prerrogativa y acudan con un simple traje oscuro (o no tan oscuro).
De ahí la tendencia de que cada vez sea más común incluir como código de etiqueta los conceptos “black tie optional” o “creative black tie”. Una propuesta con las que los anfitriones (especialmente en EEUU) optan por dar un margen de respiro a quienes son más “rebeldes”, autorizándoles subliminalmente a que se “salten la etiqueta tradicional”. Un esmoquin con camisa negra ¿puede ser una opción?
Business formal y Business casual
Históricamente el código de vestimenta en el mundo de los negocios siempre se ha relacionado con atuendos serios, formales y algo incómodos: traje y corbata para los caballeros y chaqueta con falda (o pantalón) para las señoras. Es evidente que esa etiqueta “business formal” sigue vigente al 100% en muchas empresas.
No obstante, de unos años hacia aquí otras tantas empresas (especialmente las que se mueven en el campo de las nuevas tecnologías) han optado por relajarlo y adoptar un nuevo código mucho más cómodo y menos encorsetado. Eso es lo que se conoce como “business casual”.
El business casual es un estilo que deja de lado las corbatas de los hombres y los trajes sastre de las mujeres, pero que permite seguir proyectando una imagen de credibilidad y seriedad profesional. Un estilo difícil de seguir y con el que se pueden cometer algunos errores. De ahí que la misma empresa tenga que jugar un papel importante en saber marcar qué se puede y qué no se puede llevar puesto.
De todas formas, y sin que nos lo digan, ya debemos dar por sentado que al trabajo no se puede ir con camisetas, cazadoras, bermudas, pantalones vaqueros, zapatillas de deporte, chanclas, gorras… Vestir ese tipo de prendas en una oficina o en una reunión de negocios no es nada apropiado ¿no crees?.
Casual dressy
Y para finalizar, mencionaremos el “casual dressy”, lo que hace un tiempo solía llamarse “vestir de sport”, una etiqueta en la que se dice que «todo vale», aunque no sea del todo cierto.
Podemos vestir vaqueros, zapatillas de deporte (personalmente, nos decantamos por zapato), camisas de cuello, corbatas informales, adornos en el cabello… Pero, como hemos dicho anteriormente, elegancia es saber elegir lo que mejor nos sienta y lo más adecuado para cada ocasión. Argumentar que haya que asistir a una fiesta en el campo no es excusa para vestir ropa de deporte o ponerse un bañador si coincide que el día es caluroso y soleado.
Creando polémica
Para finalizar, y a vueltas con la etiqueta y los códigos en el vestir, vamos a polemizar a raíz de los atuendos usados en el primer debate de los candidatos a la presidencia de los EEUU.
Siguiendo la etiqueta formal y jugando con los colores –y sin tomar partido político por ninguno de ellos- hay que reconocer que la candidata demócrata jugó con ventaja, frente al candidato republicano, quien solo pudo permitirse jugar con la tonalidad de su corbata, mientras que la candidata pudo «obligar» a dirigir la vista del público hacia su persona mediante el uso de un vestido rojo, que destacaba perfectamente en un escenario donde primaba el color azul.
Pues bien, de acuerdo con esa estrategia y tras comentar las nuevas tendencias del siglo XXI: ¿qué hubiese pasado si el candidato republicano hubiese optado por elegir ese mismo color para su traje? Ahí dejamos la cuestión.
Para saber más:
Dress Code Guide
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