Para mí hay dos cosas constantes en el universo: la velocidad de la luz y el coeficiente R. Como yo de física no sé demasiado y me da la sensación de que tampoco has entrado aquí para aprender ciencias, dejaremos lo de la velocidad de la luz para los documentales de la NASA y me centraré en el coeficiente R. ¿No lo habías oído nombrar nunca? No te preocupes, es una teoría a la que hace tiempo que le doy vueltas pero que estoy inventando ahora mismo conforme escribo.
Seguro que te has dado cuenta de que hay gente que no ayuda demasiado a que el mundo vaya mejor, bien por incapacidad, bien por falta de buena voluntad o por una combinación de las dos cosas. Te estoy hablando de ese que te roba el móvil en el vestuario del gimnasio o de la señora que se cuela en la panadería. Gente que en el mejor de los casos se aprovecha de los demás y en el peor además disfruta. Esa gente que la ves y piensas: pero que tonta que eres. Por otro lado tienes gente como el fontanero que te deja una semana sin luz y se queda tan ancho. Personas que no dan para más y te hacen repetir lo de: ¿tú eres tonto o qué? El colmo ya son aquellos que hace combo de maldad e incapacidad, como el político que roba y encima le pillan. Sin comentarios. Todas esas personas tienen algo en común, no ayudan a crear buen rollo y no ayudan a que todos estemos mejor. Son gente que no suma, resta. De ahí viene lo de coeficiente R, personas que Restan. Primero pensé en llamarlo coeficiente T, de tonto, pero creo que no se puede decir tonto en un blog así que mejor lo dejamos como está.
Pues bien, mi teoría es que el porcentaje de gente R es el mismo para cualquier colectivo de personas. Hay la misma proporción de gente R entre los seguidores del Barça que en los seguidores del Madrid. Simpatizantes del PP o de Podemos, hombres o mujeres, taxistas o políticos, rubios o morenos… estoy convencido de que no importa cómo hagas la división de la sociedad, habrá el mismo número de personas malas y personas inútiles en cada una de las dos mitades. Y sino compruébalo. Si he de ser sincero, aún no he podido demostrar mi teoría. Quizás algún día me animo a hacer un estudio y quién sabe si me acabarán dando un Nobel o dos. Si se confirma que existe esta constante podríamos sacar dos conclusiones. La primera es un poco triste: por muy bien que trabajes tú, tu grupo de gente (empresa, equipo de futbol, coro de canto….) nunca funcionará al 100% porque, mientras tú sumas, hay gente que va restando. Puede sonar duro pero a mí me ha ayudado a ajustar mis expectativas y evitar frustración. También me ha servido para hacer una reflexión: con la cantidad de gente que resta, yo me tengo que poner las pilas y sumar todo lo que pueda. La segunda conclusión a la que llegaríamos de demostrar mi teoría me deja mejor sabor de boca. Las rivalidades se suelen alimentar de la gente R del otro bando. El político que roba, el futbolista que habla demasiado, el policía que pega…. Estas personas R hacen que te de rabia todo su colectivo. Pero si se confirma mi intuición, quizás veremos que hay tantos políticos con dinero en Suiza como paletas que hacen facturas sin IVA. Y entonces nos quedará más remedio que hacer otra reflexión, una ginquestion: ¿y si en vez de juzgar al colectivo, juzgamos a la persona?