Francisco: la coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes
Discurso del Santo Padre a la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica
Ciudad del Vaticano, 13 de febrero de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García | 579 hits
El Santo Padre ha recibido esta mañana a los participantes de la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica. Tras el saludo del cardenal prefecto Zenon Grocholewski, Francisco ha pronunciado su discurso en el que ha desarrollado tres temas principales: el valor del diálogo en la educación, la preparación cualificada de los formadores y las instituciones educativas. Francisco ha dado las claves sobre cómo debe ser un buen educador y sobre cómo entrar en diálogo con los jóvenes. Asimismo ha señalado que los temas a los que se enfrenta hoy en día la Congregación son desafiantes como "la actualización de la Constitución apostólica Sapientia christiana, la consolidación de la identidad de las Universidades católicas y la preparación de los aniversarios que se celebran en el 2015, el 50° de la Declaración conciliar Gravissimum educationis y el 25º de la Constitución apostólica Excorde Ecclesiae.
Francisco ha afirmado que la educación católica es "uno de los desafíos más importantes de la Iglesia, comprometida hoy en realizar la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante transformación". Por eso ha indicado tres aspectos fundamentales al respecto.
En primer lugar "el valor del diálogo en la educación". El Santo Padre ha señalado que "a las escuelas y las Universidades católicas asisten muchos estudiantes no cristianos y también no creyentes" así como el hecho de que las instituciones educativas católicas "ofrecen una propuesta educativa que mira al desarrollo integral de la persona y que responde al derecho de todos a acceder al saber y al conocimiento". Del mismo modo, todas están llamadas a ofrecer "con pleno respeto de la libertad de cada uno y los métodos propios de ambiente escolar, la propuesta cristiana, es decir Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia". Ha recordado que Jesús comenzó a anunciar la buena noticia en la "Galilea de las gentes", con personas de distintas razas, culturas y religiones. Este contexto - ha observado - "se asemeja en ciertos aspectos al mundo de hoy". Asimismo ha subrayado que "los profundos cambios que han llevado al difundirse cada vez mayor de sociedades multiculturales requieren a cuantos trabajan en el sector escolar y universitario implicarse en itinerarios educativos de intercambio y de diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora que sepa hacer encontrar la identidad católica con las distintas "almas" de la sociedad cultural".
El segundo aspecto que el Papa ha explicado en su discurso es "la preparación cualificada de los formadores". Tal y como dijo en el encuentro con los Superiores Generales, Francisco ha afirmado que hoy la educación está dirigida a una educación que cambia y que cada educador - y toda la Iglesia que es madre educadora - "está llamado a 'cambiar', en el sentido de saber comunicar con los jóvenes que tiene delante". El Santo Padre ha indicado que "educar es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide utilizar los mejores recursos, despertar la pasión y ponerse en camino con paciencia junto a los jóvenes". Y es por ello que también el educador católico debe de ser "muy competente", "cualificado", y al mismo tiempo "rico de humanidad, capaz de estar en medio a los jóvenes con estilo pedagógico, para promover su crecimiento humano y espiritual". Y es que los jóvenes necesitan de "calidad de la enseñanza" y "valores, no solo enunciados, sino testimoniados". Y ha afirmado que "la coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes". Por eso Francisco ha propuesto formación permanente y "retiros espirituales para los educadores". "La coherencia - ha exhortado - es un esfuerzo, pero sobre todo es un don y una gracia".
El tercer y último aspecto del que Francisco ha hablado a los participantes de la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica, es sobre las "instituciones educativas", es decir, las escueles y Universidades católicas y eclesiásticas.
Los documentos que mencionó al inicio del discurso, "nos invitan a reflexionar seriamente sobre las numerosas instituciones formativas dispersas en todo el mundo y su responsabilidad de expresar una presencia viva del Evangelio en el campo de la educación, de la ciencia y de la cultura". Asimismo ha señalado que es necesario que las instituciones académicas católicas "no se aíslen del mundo, sino que sepan entrar con valentía en el areópago de las culturas actuales y ponerse en diálogo, consciente del don que tiene para ofrecer al todos".
TODO EL DISCURSO
Francisco: la coherencia es un factor indispensable en la educación de los jóvenes
Discurso del Santo Padre a la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica
CIUDAD DEL VATICANO, 13 de febrero de 2014 - El Santo Padre ha recibido esta mañana a los participantes de la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica. Tras el saludo del cardenal prefecto Zenon Grocholewski, Francisco ha pronunciado el siguiente discurso:
“Los temas que tenéis en la agenda son desafiantes, como la actualización de la
Constitución apostólica Sapientia christiana, la consolidación de la identidad de las Universidades católicas y la preparación de los aniversarios que se celebran en el 2015, el 50° de la Declaración conciliar Gravissimum educationis y el 25º de la Constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae. La educación católica es uno de los uno de los desafíos más importantes de la Iglesia, comprometida hoy en realizar la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante. En este sentido me gustaría llamar su atención sobre tres aspectos.
El primer aspecto se refiere al valor del diálogo en la educación. Recientemente, habéis desarrollado el tema del diálogo intercultural en escuelas católicas con la publicación de un documento específico. De hecho, las escuelas y Universidades católicas son frecuentadas por muchos estudiantes que no son cristianos o no creyentes. Las instituciones educativas católicas ofrecen a todos una propuesta educativa que mira al desarrollo integral de la persona y que responde al derecho de todos a acceder al saber y al conocimiento. Pero también están llamadas a ofrecer a todos, con pleno respeto a la libertad de cada uno y a los métodos propios de ambiente escolar, la propuesta cristiana, es decir Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos y de la historia. Jesús comenzó a proclamar la buena nueva en la Galilea de los Gentiles, encrucijada de personas de diferente raza, cultura y religión. Este contexto es similar en algunos aspectos al mundo de hoy. Los profundos cambios que han llevado a una difusión cada vez mayor de las sociedades multiculturales requieren a cuantos trabajan en el sector escolar y universitario implicarse en itinerarios educativos de intercambio y de diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora que sepa hacer encontrar la identidad católica con las distintas "almas" de la sociedad cultural. Yo creo que hay que reconocer la creciente contribución que ofrecen instituciones religiosas y otras instituciones eclesiales en el establecimiento y gestión de las escuelas católicas en contextos de pluralismo cultural y religioso.
El segundo aspecto se refiere a la preparación cualificada de los formadores. No se puede improvisar. Tenemos que actuar seriamente. En la reunión que tuve con los superiores generales, señalé que la educación actual está dirigida a una generación que cambia, y cada educador – y toda la iglesia que es madre educadora- está llamada a cambiar, en el sentido de saber cómo comunicarse con la gente joven que tiene enfrente. Simplemente me gustaría dibujar los contornos de la figura del maestro y de su tarea específica. La educación es un acto de amor, es dar vida. Y el amor es exigente, pide que se comprometan los mejores recursos, para despertar la pasión y ponerse en el camino con paciencia junto a los jóvenes. El educador en escuelas católicas debe ser ante todo muy competente y calificado y al mismo tiempo lleno de humanidad, capaz de estar en medio de gente joven con el estilo pedagógico, para promover su crecimiento humano y espiritual. Los jóvenes necesitan educación y un conjunto de valores, no sólo enunciados, sino testimoniados. La coherencia es un factor esencial en la educación de la juventud.
¡Coherencia! Uno no puede crecer, uno no puede educar sin coherencia: coherencia, testimonio. Para esto el educador necesita una formación permanente. Por lo tanto, es necesario invertir para que docentes y dirigentes puedan mantener alta su profesionalidad y su fe y la fuerza de sus motivaciones espirituales. Y también en esta educación continua puedo sugerir la necesidad de retiros y ejercicios espirituales para educadores. Es bueno hacer cursos sobre esto y ese argumento, pero también es necesario ejercicios espirituales, cursos, retiros, ¡para orar! Porque la coherencia es un esfuerzo, pero sobre todo es un don y una gracia. ¡Y debemos pedirla!
Un último aspecto se refiere a las instituciones educativas, las escuelas y universidades católicas y eclesiásticas. El 50º aniversario de la declaración Conciliar, el 25° de Ex corde Ecclesiae y actualizaciones de la Sapientia christiana nos llevan a reflexionar seriamente sobre las muchas instituciones educativas en todo el mundo y su responsabilidad para ofrecer una presencia viva del Evangelio en los campos de la educación, la ciencia y la cultura. Las instituciones académicas católicas no abandonan el mundo, sino que han de ser capaces de entrar con coraje en el Areópago de las culturas modernas y ponerse en diálogo, conscientes del don que tienen para ofrecer a todos. Queridos, la educación es un gran patio abierto, en el que la Iglesia siempre ha estado presente a través de sus propias instituciones y proyectos. Hoy debemos alentar aún más este compromiso en todos los niveles y renovar el deber con todos aquellos que están comprometidos, en la perspectiva de la nueva evangelización. En este contexto gracias por todo su trabajo e invocamos por la intercesión de la Virgen María la ayuda constante del Espíritu Santo sobre vosotros y sobre sus iniciativas. O pido por favor oren por mí y por mi ministerio, y de corazón les bendigo. ¡Gracias