El significado es un concepto difícil de definir, puesto que cualquier definición corre el reisgo de ser circular. ¿Cómo podemos hablar del significado del propio significado? Hay tres maneras de considerar el sentido de esta palabra.
- “¿Cuál es el significado de la vida?” Este sentido de la palabra refleja la suposición de que los sucesos de vinculan el uno al otro desde el punto de vista de un propósito central o meta definitiva; de ahí que exista un orden, una conexión causal entre ellos. Presume que los fenómenos no son debidos al azar, sino que pueden pensarse ordenadoas y dirigidos por un propósito final.
- “¿Cuál es el significado de sus actos?” En este contexto la palabra significado se utiliza para referirse a las intenciones que tiene una persona cuando hace lo que hace.
- “El cielo rojo por la tarde significa buen tiempo a la mañana siguiente.” Este sentido de significar implica acceder a cierta información sobre qué quiere decir una frase, cual es la manera en la cuál podemos relacionar sucesos, obtener cierta claridad, y dar armonía y orden a informaciones no relacionadas o conflictivas.
Desde la psicología positiva crear significado implica traer orden a los contenidos de la mente integrando las propias acciones en una experiencia unificada y óptima de flujo. Los tres sentidos de la palabra “significar” permiten ver con más claridad cómo llevar a cabo esto.
Las personas que encuentran que sus vidas tienen significado suelen tener una meta que las desafía lo suficiente como para implicar todas sus energías, una meta que puede dar trascendencia a sus vidas. Podemos referirnos a este proceso como conseguir un propósito.
Para experimentar el flujo hay que tener metas claras para las propias acciones. La meta en sí no suele ser lo importante; lo que importa es que cuando tengo una meta clara esta enfoca mi atención y me involucra en una actividad. Algunas personas son capaces de mantener en el mismo foco su energía psíquica a lo largo de toda su vida. Las metas no relacionadas de actividades de flujo separadas, se combinan en un compendio global de desafíos que da propósito a todo lo que la persona hace.
Napoleón dedicó su vida -y con ello condujo a la muerte a centenares de miles de personas- a su búsqueda decidida del poder. La madre Teresa de Calcuta ha invertido todas sus energías en ayudar a los más necesitados, porque su vida tiene el propósito del amor incondicional basado en la creencia en un orden espiritual más allá del alcance de los sentidos.
Desde un punto de vista puramente psicológico, tanto Napoleón como la Madre Teresa pueden haber conseguido niveles iguales de propósito interior y, por lo tanto, de experiencia óptima. Las diferencias entre ellos nos llevan a una pregunta ética más amplia: ¿qué consecuencias han tenido estas dos manera de dar significado a la vida? Podríamos concluir que Napoleón trajo el caos a miles de vidas y que la madre Teresa ha reducido la entropía en la conciencia de miles de personas… pero ocupémonos, en lugar de juzgar éticamente, de la tarea más modesta de describir el orden subjetivo que un propósito unificado trae a la conciencia individual.
En este sentido, la respuesta al viejo acertijo “¿cuál es el significado de la vida?” se convierte en algo sorprendentemente simple. El significado de la vida es significado: sea lo que sea, venga de donde venga, tener un propósito unificado es lo que da significado a la vida.
El segundo sentido de la palabra significado se refiere a la expresión de intencionalidad. Y este sentido también es apropiado al tema de cómo crear significado transformando toda la vida en una actividad de flujo.
No es suficiente encontrar un propósito que unifique las metas propias; también hay que llevarlo al terreno práctico y enfrentarse a sus desafíos. El propósito debe resultar en afán; el intento tiene que traducirse en acción. Podemos llamar a esto resolución en la persecusión de las metas propias. En este sentido, lo que cuenta (para el logro de una experiencia óptima de flujo) no es tanto si la persona logra realmente lo que ha empezado a hacer; más bien importa si la energía se ha empleado en alcanzar la meta, en vez de difuminarse o derrocharse.
Pocas cosas son más tristes que encontrar a una persona que sabe exactamente qué quisiera hacer y que no logra reunir la energía suficiente para hacerlo.
La tercera y última forma en que la vida adquiere significado es el resultado de los dos pasos anteriores. Cuando una meta importante se persigue con resolución y todas las actividades diferentes se juntan en una experiencia de flujo unificado, el resultado es que esa armonía se ha incorporado en la conciencia.
Quien sabe cuáles son sus deseos y trabaja resueltamente con el propósito de lograrlos es una persona cuyos sentimiento, pensamientos y acciones son congruentes entre sí, y por lo tanto es una persona que ha alcanzado armonía y paz interior.
La coherencia conduce finalmente a la serenidad y la fortaleza interior que admiramos en las personas que parecen estar bien consigo mismas.
El propósito, la resolución y la serenidad interior unifican la vida y le dan significado al transformarla en una experiencia perfecta de flujo. Cualquiera que logre este estado nunca carecerá de ninguna otra cosa. Una persona cuya conciencia esté tan ordenada no necesita temer los sucesos inesperados, ni siquiera la muerte. Vivir cada momento tendrá sentido y la mayoría de ellos serán agradables. Esto seguramente suena algo muy deseable. ¿Cómo podemos lograrlo?
De eso te hablaré en otra oportunidad… Un abrazo y gracias por estar.
Selección por Andrés Ubierna de Flow: The Psychology of Optimal Experience de Csikszentmihalyi.