Revista Opinión
¿Es el cerebro una máquina física, biológica, igual para todos, cuando nacemos, que sólo se va diferenciando con las agregaciones que recibe a través del tiempo o la genética influye de tal modo en la conformación de este órgano, que las máquinas originales que todos heredamos de nuestros progenitores, son esencialmente distintas unas a otras de tal modo que la consecución por ellas de idénticos resultados en el orden del pensamiento no es sino, como antes decían los títulos de crédito de las películas, mera coincidencia?
Hace unos meses, cuando afloró el escándalo de Wikileaks y todo el mundo supo que había un tipo por ahí sque se llamban Julian Assange, a mí su particular situación, atacado por todos los guardianes de la ortodoxia de la información, me sugirió su semejanza con la del antiguo mito de Prometeo, y titulé mi post de aquel día con su nombre.A los pocos días, Manuel Vicent, en su columna semanal de El País, titulaba escuetamente: Prometeo.Hoy me ha sucedido algo semejante, leyendo la lista de los blogs que le interesan a bemsalgado, compruebo que, en Attac, Rosa María Artal, titula su post de hoy, 10-01-12: “Hacia una sociedad medieval”, cuando yo, ayer, había escrito “El nuevo paradigma político, según Mariano Rajoy, el Ausente. El regreso a la Edad Media”. O sea que Rosa María y yo, o mejor, nuestros respectivos cerebros, ante una misma situación, procesaron esa multitud de datos que desde que nacimos ha ido acumulándose en nuestras memorias, esas increíbles y pequeñas máquinas, e inevitablemente se ha producido el mismo resultado: lo que está sucediendo ahora mismo en este jodido mundo mundial es un empuje desmedido, descomunal, seguramente incontrolable del ethos y del pathos hacia la eliminación real, que no aparente, de lo que hemos dado en llamar “civilización”, o sea que ese mundo científico al que tan bien alude ella en su post de Attac, no lo ve como impedimento para la terrible regresión que representaría cualitativamente tamaño salto hacia atrás.No creo que Rosa María y yo seamos los únicos cuyos cerebros hayan percibido, gracias a sus memorias físicas, hasta dónde nos va a llevar ese feroz impulso que está sufriendo la humanidad en su conjunto de parte de los elementos regresivos de la sociedad, lo que sí que parece cierto, al menos, es que dicho sentimiento, dicha sensación no es universal ni mucho menos, si lo fuera, todos los proletarios del mundo, como un solo hombre, se alzarían contra dicha amenaza y un movimiento de tal magnitud y características quizá diera al traste con eso que yo he llamado, no sé si habrá por ahí, algún otro loco semejante, “la conspiración”, que, a lo peor, a muchos, les parecerá una locura mía, pero que estoy seguro, “haberla, hayla”.