Foto El Ejército de los 12 Monos.
Siempre hay que ser agradecidos y creo que yo tengo una deuda de gratitud enorme con mucha gente que no conozco más que a través del blog y de lo que él me ha proporcionado. Una de esas grandes personas es Herep y de su magnífico blog El Ejército de los 12 Monos saco éste artículo que sin duda, ni tiene desperdicio ni debiera ser ficticio. Va por usted maestro:Las manecillas del reloj se han fundido en una sola, apuntando al Norte mientras un leve dolor surca el sendero que la columna dibuja en mi espalda recostada en el sillón de la Sala X. Unos golpes llaman a la puerta anunciando intranquilidad, fruto del desasosiego que el matasanos del Cuartel General me prescribió prohibiéndome fumar, pero es un mono insignificante, mero humo… pistolas de agua cuya munición poco pueden hacer por contrarrestar la paz y la armonía que transpira mi alma, reflejada en la sonrisa, amplia, que cruza mi rostro. Hoy ha sido un buen día, sí señor. La cosa empezó a primera hora, pronto. Todavía se desperezaba el Sol cuando apareció Asun, mi tarraconense favorita, con las mejillas coloradas, signo inequívoco de una saludable mejoría, seguida de José Antonio, el maestro de las letras y las cabriolas, siempre presto al trabajo duro. Tras ellos llegó, Kufisto, el rebelde y trasnochador Kufis el cual, apenas cerrado su negocio con las primeras luces del alba, se prestó a capitanear nuestra barra para agitar sus combinados cargaditos de sal y pimienta. Mis temores de la noche anterior quedaron infundados a medida que el Sol iba ascendiendo y ninguna nube se avistaba en el azul cielo Mediterráneo. Natalia, flamenca de Híspalis, apareció todavía no entrado el desayuno a lomos de un negro caballo de pura raza, con sobrero cordobés y cargada con diez cajas de fino manzanilla… “alegría, caballeros, alegría”… y los allí presentes, casi todos ya, la recibimos entre aplausos y vítores. La bebida tiene esas cosas. Igual efecto provocó la cerveza alemana que trajo Tann... ¡bendito caldo!... poseedor de ese embrujo mágico que todo lo esclarece al tiempo que difumina.
In vino, veritas... Y la comida, pues… ¡qué decir de la llegada de Barragán-Lancharro! Ni un César romano acapararía tanto aplauso y reverencia. No es mi intención desprestigiar su trabajo… jamás… pero el jamón extremeño… ¡el pata negro extremeño!... Largas colas que, entre risas , fueron amenizadas por un amistoso espectáculo de esgrima interpretado por un hombre de armas y letras, maestro Old, y el paladín de Valero, siempre dispuesto a las más suicidas de las lides, a quemarropa, sin trampa ni cartón. A esas alturas quien les habla ya se había arremangado el delantal de faena junto a la barbacoa que los inimitables asnos de Carlos, siempre proclives al rebuzno, habían arrastrado no sin dificultad hasta el Cuartel General. Nervioso, me puse manos al a obra, dispuesto a pasar por la parrilla los quilos de carne asturiana traída por Xad Mar. ¡Qué olor! El mero recuerdo me hace salivar. Alrededor del fuego, poco a poco, el calor fue apoderándose de mí y de Viriato que, gustosamente, se ofreció para realizar las labores de pinche… aunque, he de reconocerlo, más bien fui yo quien bailó ese rol… torpe donde los hubiere. Habíamos decidido, vía Twitter, un par de días antes, que las señoritas invitadas no se ensuciarían las manos en nada. Nosotros nos encargaríamos de todo, como perfectos caballeros hispanos. Así, mientras las gotas de sudor recorrían nuestras sienes y empapaban el pelo, ellas… Candela, Maribeluca, Lagartija… danzaban al son de los acordes que Ernesto arrancaba a su fiel y nostálgica guitarra. Bailaban descalzas, flotando en sus vaporosos vestidos, sobre la verde hierba húmeda de ese plácido mediodía cercano a la Navidad, entre risas, empujones como caricias y la mirada cómplice de todos los presentes. No recuerdo quién de ellas… no, no lo recuerdo… se acercó a los chefs para ofrecernos unas copas de un fresco Ribeiro que Xesús López trajo de las Rías Baixas galegas… … ah, mujeres… si nos hubiéramos conocido antes… Justo cuando Reinhard incendiaba la conversación que mantenían unos pocos... capitaneados por ese Bond, Zorrete Bond, as del espionaje al servicio de su majestad... en una de las esquinas con una de sus frases lapidarias, cortantes, directas, Agustín, en viaje directo desde el otro extremo del globo, apareció para darnos una agradable sorpresa con su presencia, coincidiendo esta con la primera ornada de pancetas, longanizas, caretas y cordero del día. Todos acudieron a la mesa aunque Javier Tellagorri se demoró unos segundos. Seguramente cayó víctima de la nostalgia al recordar la Concha… su San Sebastián querido, y todo lo que podría haber sido… Pero fue un instante, el segundo justo que tardó Doramas, otro enamorado de su tierra canaria, en agarrarlo por el brazo para sentarlo a la mesa… y seguir. No conté cuántos éramos… ¡qué más da!... pero sí que agradecí a CS Peinado... mi compadre CS... que recordara dejar dejar un cubierto y un vaso de más, por nuestro amigo allá en el Cielo, camarada José Morales… ¡ojalá allí nuestra Cuba sea Española… y nuestra España cubana!... Las horas, cuando se está en tan grata compañía, se tornan segundos y la Vida, cuando no se cierra el puño absorto en cien preocupaciones y luchas, se escabulle entre los dedos… muy rápida, la vida… muy rápida… Capitán Trueno nos agasajó con cien historias de matasanos, increíbles de la primera a la última, y Epiro ironizó como tan sólo él sabe hacer presentándonos a ese Stalin resucitado al frente del Movimiento, bajo la atenta mirada de José Luís Valladares y Geppetto que, compadeciendo a las nuevas generaciones, gesticulaban con la cabeza alucinado ante tanta desfachatez etílica… ¡divino tesoro, amigos! Poco a poco y a medida que la luz iba decreciendo y el Sol despeñándose por el horizonte, el licor gallego con el que Tío Chinto nos obsequió durante la sobremesa, fue haciendo efecto, amodorrando a los presentes. Abulto67 y Vicente Rubio, con la excusa de desentumecer las piernas, se ofrecieron para ir a buscar termos de café a la taberna de la esquina mientras Clave sacaba de su escondite unas pastas de frutas que había mantenido a buen recaudo, no fueran a ser devoradas por Wittman, a quien hablar del cine bélico le despierta un voraz apetito... igualito igualito que MrSambo, cinéfilo hasta las trancas que, además, goza del don de saber transmitir más que la propia película... o por Antonio, clásico que, entre silencio y silencio, rápidamente te puede montar una épica tragedia griega. Fue una jornada especial. Mucho. La recuerdo y mi corazón se hincha de gozo. Cuando la noche se apoderaba del día y las caras se tornaban borrosas, encendimos unas velas y Zadlander entonó viejas canciones patrióticas olvidadas por el común de los mortales, al que siguió terrae con tonadas tradicionales de nuestra tierra que yo, mísero de mí, no había escuchado jamás… como tantas y tantas cosas que, desde que formé El Ejército de los 12 Monos, he aprendido de todos y cada uno de ellos. Al final, hará apenas unos minutos, enfrascados en conversaciones más banales… mujeres, fútbol, coches, recetas de cocina o miserias de la jet-set… todos y cada uno de mis ilustres Monos han ido desentumeciendo las piernas, camino de casa. Fugi, Ramsés, Orwell, Vicente, ytalytal, casasreales… todos, tras los besos y abrazos correspondientes, hemos puesto rumbo a nuestros respectivos camarotes. Es tarde… y mañana toca trabajar. Trabajar duro. Antes, pero, jescriban ha sacado de una misteriosa bolsa una multitud de camisetas para que nos las repartiéramos. En ellas se podía leer, junto al emblema de Verdadera Izquierda, “Somos de la Red de Blogs Comprometidos”… … y, todos de pie, a una sola voz, hemos brindado mientras gritábamos que sí… que ahí estamos, dispuestos a seguir siendo como somos, sin cortapisas, sin bozales, hartos de la bazofia, el escarnio… #BastadeCasta… sin MIEDO… … para que los días como hoy no sean una excepción. … y ¡Riau! ¡Riau! --- NOTA. Hoy hace dos años que se fundó El Ejército de los 12 Monos, y con esta barbacoa he querido agradecerles a todos su tiempo. Seguro que me dejé alguno en el tintero o no le presté la debida atención que éste requería. No me lo tengan en cuenta, pues yo no se lo tengo en cuenta a ustedes. ¿Por qué somos 12? Porque no necesitamos más. Ellos nos afrentarán con cientos, miles, infinidades… pero nosotros somos 12… 12 Monos… 12 soldados.