Revista Coaching

Colaborar o hacer negocios ?

Por Gabrielschwartz

Hace unos días recibí un mail a través de la página de consulta del site. Se trataba de una empresa de medicina del trabajo que quería brindar el servicio de psicología laboral a sus clientes. Ilusionado por la posibilidad de una nueva relación comercial, me puse en contacto para saber un poco más respecto de la necesidad y escribí un mail pidiendo más información. Al mismo tiempo, intenté visitar el sitio de la compañía.

Colaborar o hacer negocios ?
Me costó "llegar" pero, cuando lo hice, me dí cuenta que la consulta provenía de Costa Rica. La posibilidad de prestar un servicio regular se hacía más que complicada (les recuerdo que vivo en Buenos Aires, Argentina)...

A las pocas horas recibí la respuesta a mi correo. Una médica laboral me comentaba que notaba que muchas consultas se resolvían, simplemente, escuchando al paciente y que no podía encontrar una patología que justificase el malestar (dolores de cabeza, sensación de ahogo, dificultad para concentrarse, eran los síntomas más comunes). Por los relatos percibía que los cuadros se relacionaban con el stress laboral y que afectaban la motivación por sobre todas las cosas. Quería saber si se me ocurría cómo ayudarla. Nuevamente ilusionado por la posible venta de un servicio, le comenté de una serie de cuestionarios y de folletería para difundir información a los interesados y a los cuadros gerenciales. La doctora me agradeció y me preguntó cómo me parecía que podía ayudar a las empresas que atendía, qué programa podía ella, ofrecer. Hice algunas sugerencias que fueron bien recibidas y, a través de las sucesivas respuestas tuve la sensación, en todo momento, que su preocupación era fruto de su deseo genuino de brindar apoyo y contención.

Por supuesto que, a medida que se iba sucediendo el intercambio de correos, la ilusión de hacer algún negocio rentable iba dejando paso a mi interés por colaborar con una profesional con inquietudes. Hice lo mejor que pude y recibí el agradecimiento correspondiente. Y me sentí satisfecho.
Me cuestioné a mi mismo si había valido la pena el esfuerzo y recordé que habían asignado el Premio Nobel de Economía del 2002 a un científico que había demostrado que las decisiones que tomamos en materia económica no tienen, muchas veces asidero lógico.
Existen numerosos comentarios respecto a la conveniencia de actuar generosamente con nuestra red de relaciones: generar una imagen profesional, intensificar la red de contactos, crear un campo fértil para poder pedir algo a cambio, escuchar las necesidades de los demás para poder dar soluciones/servicios. Sin embargo en ese instante especial en el que se produce el encuentro con otra persona, creo que es la necesidad de dar y sentirse útil, reconocido/apreciado/valorado lo que nos motiva a ayudar desinteresadamente - si es que realmente existe esta posibilidad -.

La maravillosa oportunidad de intercambiar ideas, vivencias, creencias u opiniones se concreta fácilmente a través de Internet y éste parece ser un gran negocio, enriquecedor como pocos, con un valor agregado no tan fácil de cuantificar. Y que sugiero aprovechar mientras sea gratuito !

Abundan ejemplos de blogs, grupos y foros que intercambian información con "desconocidos", motivados por el placer del "dar y recibir" y llama la atención la riqueza y generosidad de sus integrantes. Será habilidad de cada uno transformarlo en valor para sí mismo.

Esta interrelación no tiene demasiada base racional, desde el punto de vista de la acción y el resultado. Vale la pena recordar, sin embargo, que los que inventamos la lógica, la razón y los números somos las personas y no al revés.
Son la matemática y la economía las que deberían tener una explicación humana.


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