CAROLA CHÁVEZ.
Alerta del Frente de damas indignadas con todo lo que hace el Gobierno Alerta del Frente de damas indignadas con todo lo que hace el Gobierno.Tal como lo hemos venido advirtiendo desde hace catorce años, estamos en puertas del más estruendoso colapso total. Pese a nuestros dignísimos esfuerzos por evitarlo, pese al glorioso pero breve golpe de Estado, pese al valiente sabotaje petrolero, después de haber invertido millones de dólares en campañas para alertar a este pueblo lambucio sobre los peligros del castro-controldeprecios-límitedeganancias-chavismo-comunismo, pese a que su mismo Presidente ilegítimo advirtió que no habría arrepentimiento, como si aquello fuera una promesa redentora, pese a todo, el colapso llegó… nos llegó.
Es lo que pasa cuando la economía se deja en manos de los pelagatos. ¡Qué va a saber un pobre de dinero! Y dígame un chofer de autobús que a lo máximo que llega es a manejar algunas moneditas al día y aun así hay quien se le cuela y no paga su pasaje.
En otro intento por salvar al país, a modo de pasajero que no paga, intentamos burlar al chofer en nombre de la mano invisible y de nuestros privilegios humanos. El plan era perfecto: arrebatarle el poder llenando a la vez nuestras bóvedas con ganancias de ensueño.
Era el plan perfecto, sí, hasta que el G2 nos infiltró y en una clara violación a nuestra privacidad, muestran facturas y documentos de nuestras empresas y negocios en cadena nacional con el único objetivo de exponernos al escarnio.
Dicen que ganamos mucho, que el 1.200% de ganancias es usura, como si supieran algo de economía, como si supieran cuántas y qué tan caras son nuestras necesidades. Y otra vez, fomentando la flojera, se meten y bajan los precios para que cualquier mequetrefe chancletudo pueda comprar un televisor. ¿Quién va a querer trabajar como un burro para tener cosas si ahora puede tenerlas trabajando como gente? Así no puede avanzar el país…
Por esto yo, Marifer Popof, presidenta y miembro único del Frente de damas indignadas con todo lo que haga el Gobierno, sola y digna -ya que mis damas clase media prefirieron hacer la cola para comprar ropa barata- alzo mi propia y refinada voz en protesta y me rebajo al vil acto de ir a la cocina, tomar una cacerola y golpearla con esta cosa horrenda que llaman cucharón. ¡Tlaca, plaka, claka, plin!
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