Revista Cultura y Ocio
"Los malos libros provocan malas costumbre y las malas costumbres provocan buenos libros."
René Descartes
Es curioso lo que sucede todos los años cuando llegan las ferias. Os cuento... resulta que me paso el año leyendo sobre lo malo que debe de ser comprar tal o cual libro, que este premio o el otro fijo que ni merecen la pena, que el presentador/político/artista que saca un libro lo hace porque se autopromociona pero que nadie lo lee.... y en la feria tienen sus colas llenas para las firmas.
Al final he pensado que si un libro vende xx mil ejemplares... ¿será que alguien lo compra, no? Así que toca confesar, venga... seamos sinceros. Hay veces que vamos a comprar libros a una librería y lo hacemos conscientes de lo que nos llevamos a casa, por eso parecemos adolescentes comprando una caja de preservativos. Cabeza a medio camino entre alta o baja, mirada segura, tono neutro y cuidado no nos vean. Porque existe un cierto pudor en muchas personas a la hora de confesar ciertas lecturas; cuesta menos decir que se ha leído el fin de semana Intemperie a confesar haber echado un ojo al último libro de Miguel Ángel Revilla, Y si lo compramos, era para un regalo. Pero al final nos podemos encontrar con la sorpresa de que picamos en algunos de estos libros conscientes de que lo hacemos movidos por la curiosidad, o por algún tipo de fuerza extraterrestre, lo mismo me da.
No voy a entrar a valorar la literatura haciendo una línea divisoria entre libros buenos o malos, porque es una línea que no soy capaz de trazar con el criterio adecuado. Pero está claro que leo de ambos márgenes y además de forma consciente. Y los disfruto, claro. Por mucho que a uno le gusten, no puede pasarse la vida leyendo a Bolaño y a Faulkner, también nos asomamos a bestseller y a autores que hasta ayer no conocíamos y así descubrimos más "buenos libros". Pero no me refiero ahora a este tipo de lecturas, sino a esas otras... ya sabéis cuales.
Según la prensa, las cosas han cambiado en los últimos tiempos, y las colas para conseguir una firma son las encargadas de mostrarlo cuando llega una Feria. Nos las encontramos frente a autores mediáticos y no podemos evitar compararla con la de aquellos nombres ya consagrados en el mundo de las letras. Y ya sabemos todos quien sale ganando. Nos agarramos entonces a que tal vez sea porque quieren la firma de esa cara conocida y, si eso les supone pagar el precio de un libro, merece la pena. A fin de cuentas han podido estar un rato delante, a apenas un metro e incluso hablar y hacerse una foto, de....poner nombre aquí... Y eso que tras un breve intercambio de palabras ayer en una red, me di cuenta de que hay autores que también sufrirán el efecto contagio, y nos costará más acercarnos a sus títulos por pertenecer a este mundo mediático.
Hoy toca confesar si hemos sucumbido, no preguntaré si por compra o regalo, a alguno de estos títulos. No digo que nos haya gustado, pero un pequeño vistazo... venga, confesemos ¿tenéis algún libro en casa de esos que se nombran casi como si fuera una confesión?
Gracias
PD. Yo no tengo ninguno, por supuesto. Es más... si alguien mira en el historial del blog y descubre el libro de Jorge Javier Vázquez... bueno, ese día... ese día... bueno, que fue un día. Uno. Y nada de sonrisas que os estoy viendo.