Revista Cultura y Ocio
"Ahora los disturbios habían adquirido su propia belleza particular. Arcos de fuego de gasolina bajo la luna creciente. Místicas parábolas carmesíes de las trazadoras. Fosforescencia de los cañones de los fusiles de pelotas de goma. Un griterío lejano, como el de los hombres de la cubierta de un buque prisión torpedeado. El resoplido escarlata de los cócteles molotov al impactar con superficies rígidas. Helicópteros por todas partes con reflectores que se encuentran entre sí como amantes en el Mas Allá."
Si muchas veces hablo de libros que no atraen por sus portadas, este lo hizo por su sinopsis. De hecho, desde la primera vez que la leí, me enganché del momento histórico en que se sitúa el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cold cold ground.
Conocemos al detective Sean Duffy, o tal vez sea mejor decir que estamos en Belfast, 1981. Una ciudad marcada por los disturbios y la inseguridad y la violencia. Los presos del IRA están en huelga y los atentados se suceden a lo largo y ancho de la ciudad cuando aparece un cadáver que hubiera debido de pasar desapercibido pese a tener una mano amputada y estar acompañado de la mano de otro cuerpo. Sin embargo, Duffy fija su vista en él y en otra víctima que completaría el improvisado puzzle de cuerpos. Incluso en ese contexto dedicará su tiempo y esfuerzos a descubrir al asesino de un caso que parece cada vez más complicado.
Me llamó la atención el momento y lugar elegidos para la novela. Un momento complicado que parece haber sido borrado de la literatura, tal vez por ser aún demasiado reciente. Pero inmediatamente captó mi atención la posibilidad de acercarme a las calles de Belfast. Y McKinty lo hace a la perfección enseñándonos el miedo y la hostilidad que se vivía, la tensión contenida y la sensación de que Belfast era un polvorín corto de mecha que podía estallar en cualquier momento. Los asesinatos aparecen perfectamente integrados en la historia y, si bien no es una historia trepidante, vivimos los avances de Duffy con verdadero interés. Consigue crear un personaje que no nos cuenta gran cosa de su vida salvo sus creencias católicas y un leve halo de soledad que lo rodea. Y convence. Incluso el toque romántico se le perdona si lo comparamos con los momentos de ansiedad que pasa cuando su vehículo es atacado como si estuviera en pleno conflicto bélico.
El narrador es el propio Duffy, de tal modo que asistimos a los avances y recibimos las noticias al tiempo que él. Nos explica un poco la situación que le rodea y nos deja ir descubriendo entre sus razonamientos la pista de un asesino que esconde mucho más de lo que nos parecía en un principio. Combinado con un lenguaje directo en el que destacan algunas descripciones con un sello muy particular, tenemos una novela que entretiene y aporta una visión más de la historia reciente de un país que tenemos prácticamente al lado completan un libro en el que me encontré, por una vez, justamente lo que me esperaba.
Hoy os invito a descubrir una novela que comienza con un crimen que se complica y capta el interés del lector consiguiendo sumergirlo en el peligroso ambiente de las calles de su protagonista. Me ha gustado McKinty, me ha proporcionado una buena historia con un punto de diferencia más que notable respecto a mis últimas novelas negras. Repetiré.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias