Cold War me ha traído de vuelta a esta vida desde el lago después de disfrutar del dolor, la estética y la locura que transmite esta película, y que en España ya hemos visto 170.000 personas. En EEUU, no la estrenan hasta diciembre, por si hay algún estadounidense que se la quiere llevar vista.
No ha sido a propósito escribir porque hoy sea esa extraña conmemoración del centenario de la independencia de Polonia, país de origen de nuestros personajes principales: Zula (Joanne Kulig) y Wiktor (Tomasz Kot). Polonia es un país que ha sufrido muchas invasiones y guerras, lo que seguro ha servido para que exista una importante tradición musical patriótica (dejemos palabras que asustan, como nacionalismo) y, quizá, también por ello, romanticismo musical con Chopin como máximo exponente, como escuchamos en la propia película.
Un romanticismo que nos emociona, que nos revuelve los sentimientos.
Un romanticismo musical que en Cold War está abanderado por el tema Dwa Seoduszka, czetery oczy (dos corazones, cuatro ojos). Un tema versionado en la propia cinta en varias ocasiones y que alcanza la perfección: música, actriz, cámara, en la interpretación parisina de Zula, en un local de jazz.
¿Alguien no se puede enamorar locamente de Zula? Supongo que y viceversa con Wiktor. Y es que el asunto de la peli es un amor loco, insano, no un amor imposible; en medio de un mundo loco, dividido. Medio estalinista, medio capitalista, en una Europa fría y desangelada con una interesada espada de Damocles pendiendo sobre las cabezas del planeta.
Zula es una mezcla de descarada e inestable Marilyn Monroe con trágica historia de Edith Piaf.
Cold War es, entonces, sentimiento, emoción y locura. Por tanto, música. Desde Chopin, al rock, pasando por imprescindible jazz o fusiones y finalizando con una metáfora de alegre y patético aperturismo.
Es Cold War es tragedia personal en un mundo cuyos lideres quieren usar tradiciones, mitos, leyendas…, música, para dar golpes de estado. Como sigue ocurriendo con estos populismos nacionalistas que no respetan las tradiciones, sino que las roban.
No es la historia de Zula y Wiktor la historia de Romeo y Julieta. Es la historia de esa locura que sólo a los seres humanos puede resultar atractiva.
Como curiosidad, una artista polaca, Magda Umer, con cierto parecido a Joana Kulig, ya interpretaba el tema en los sesenta.
Título original: Zimna wojna.Año: 2018.Duración: 88 min.País: Polonia.Dirección: Pawel Pawlikowski.Guion: Pawel Pawlikowski, Janusz Glowacki.Fotografía: Lukasz Zal (B&W).Reparto: Joanna Kulig, Tomasz Kot, Agata Kulesza, Borys Szyc, Cédric Kahn, Jeanne Balibar, Adam Woronowicz, Adam Ferency, Adam Szyszkowski.