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La noticia es terrible y dolorosa, un profesor de educación física confiesa que ha abusado sexualmente de niños durante 35 años en un colegio de Barcelona. El colegio ocultó dichos abusos, eran conocedores de la atrocidad y miraron para otro lado mientras un niño tras otro era agredido y violentado sexualmente. Sinceramente, como madre, se me eriza el vello sólo de pensar en la posibilidad de que un desalmado, un ser despreciable como este pueda estar cerca de mi hijo.
Esta atrocidad ha ocurrido en un colegio nada menos. ¿Dónde están a salvo nuestros hijos? Cuando los dejas en la escuela delegas la responsabilidad y el cuidado, se supone que confías en los profesionales que educan, enseñan y cuidan de tus hijos. Y resulta que no hay que bajar la guardia nunca. Los niños de los que abusó este hombre tienen hoy entre veinte y cuarenta años. Muchos dirán que hace mucho tiempo que ahora las cosas son distintas. Tristemente no es así, en los últimos años también hemos tenido casos de profesores que han sido acusados de abusos dentro de centros escolares. El más reciente en un colegio de una localidad de Madrid, podéis pinchar aquí para ver la noticia.
Una siempre piensa en estos temas como algo lejano, algo que no te puede suceder a ti. Además, ¡¡cómo no se va a enterar el centro!! Tristemente es fácil hacerse el tonto y seguir adelante. El día a día de los colegios temo que se llenan de miradas a otro lado cuando algo no va como se quiere o cuando el asunto es demasiado farragoso. Sé que es muy fuerte lo que digo pero creo que no todos los centros tienen al frente a personal lo suficientemente cualificado. Lógicamente esta es mi opinión. Y desde luego, no ocurrirá en todos pero tristemente sí en demasiados.
Hace un par de años tuvimos un desagradable suceso en el colegio de mi hijo, afortunadamente lo sucedido nada tiene que ver con lo comentado anteriormente, se trata de un hecho mucho más leve donde ningún niño sufrió daño físico alguno. Había llegado un nuevo profesor, todo empezó muy bien pero mi hijo ya a mitad de curso comenzó a manifestar cierta tristeza, no le gustaba el curso, el profe, algo muy raro en él pues es un niño muy inquieto al que le encanta aprender. Se dieron una serie de circunstancias que hicieron perder el curso a la gran mayoría de los niños, no voy a entrar en más detalles, creo que no vienen al caso. Había señales de que algo pasaba, muchos padres nos dimos cuenta pero el centro miró para otro lado, no supervisó su trabajo, no se preocupó lo más mínimo. El desenlace de todo esto como digo fue un curso perdido para muchos alumnos, problemas de motivación y un inspector de educación presente en todo momento en el colegio. A día de hoy muchos padres no saben lo que sucedió con ese profesor, el colegio no dio ni una sola explicación al respecto; sólo saben que se le retiró la tutoría de ese curso.
Esto fue un caso leve, muy leve, por supuesto no es comparable con los sucesos de los que he empezado hablando, pero con ello quiero hacer ver que en los centros ocurren a veces demasiadas cosas al margen de las familias, que no llegan a nuestro conocimiento. Con esto yo me pregunto ¿qué otras cosas pueden darse en el aula sin que nadie se entere? Sí, puede que sea muy alarmista pero la seguridad de nuestros hijos es lo primero y el colegio debe ser un lugar en el que confiemos plenamente.
Me empeño mucho en conocer lo que sucede de puertas para adentro, mantengo largas conversaciones con Rayo, de manera amena y divertida para saber lo que hacen en cada asignatura, con quienes están, qué han hecho, etc, etc. Si hay profesores nuevos en el centro me gusta informarme sobre a qué cursos da, especialidad, trato con los alumnos, toda información es poca.
¿Soy excesivamente protectora? Creo que no. Pueden ser abusos, puede ser bullying, puede ser un profesor incompetente o un chico que maltrata a su novia si hablamos ya de Secundaria o Bachillerato, desgraciadamente pueden ser muchas cosas. La obligación de los padres y madres es estar siempre atentos, pero la obligación de los centros es no dejar pasar ni una. Y ante la más mínima sospecha investigar, informar a las familias y actuar.