No quiero ni pensar en el número de fotografías que guardo en el disco duro de mi ordenador. Me daría un pasmo. O dos. Miles de ellas. Hechas con tanto amor, tanta dedicación y tanto cariño que se merecen un lugar mejor para pasar el rato que un aburrido disco duro (aunque nada más que por el lío morrocotudo que debe reinar en él, el mío debe ser como la Gran Vía en hora punta).
Es cierto que de vez en cuando, y si hay suerte, le endilgamos a algún pobre incauto un pase privado en la pantalla del ordenador, de nuestras últimas vacaciones, o la boda de la prima lejana a la que fuimos hace un mes…
He descubierto que me gusta no sólo mostrar mis obras más queridas, sino que me encanta verlas yo misma, todos y cada uno de los días. Y es cierto que cuando encargamos copias de gran tamaño de nuestras fotos, el presupuesto se dispara, pero si nos limitamos a copias pequeñas, merece la pena invertir unos eurillos en el lucimiento y disfrute de las mismas.
Esta es una de las últimas ideas que he llevado a cabo para “colgar” mis fotografías y recuerdos más queridos: una guirnalda de corazones de madera blanca, provista de pequeñas pinzas gracias a las cuales podemos exhibir nuestras fotografías, y cambiarlas siempre que queramos.
Fácil de realizar con un poco de maña, y en cualquier caso, si somos torpes de nacimiento (como una servidora), se pueden comprar, y no son realmente caras ( la mía la compré en la tienda “Maisons du monde” ).
Paso muchas horas en la cocina de mi casa, y cada vez que miro mi guirnalda de fotos, sonrío. Ahí están mis hijos, sus pequeñas notas, y hasta alguna imagen de mi propia adolescencia.
¡Contadme cuales son vuestras ideas y colgad vuestras fotografías en algún otro sitio que no sea Facebook! Se lo merecen.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure