Revista Cultura y Ocio
Tal vez sea eso, sus palabras quedas lo que me desinhibe y hace fuelle en mis pulmones y que suba y baje mi tórax descaradamente. Sus dedos aletean como colibrís sobre mis pies, ascienden al ras de mis curvaturas hasta posarse en la tela que cubre mis labios. Ahí espera un breve instante, el suficiente para que yo retenga casi en gritos las ganas de que me los bese. Se quita las gafas y su sonrisa antes tímida se transforma en pilla, sus dedos de colibrí en una culebra, que repta y repta por las cavernas de mis entrañas y me clava y se clava hasta hacerme morir… Texto: Dácil Martín