Collados Beach

Voy a contarte dónde estuve el viernes por la mañana. Como te conté ayer en el post, con ocasión del cumpleaños de mi amiga R., me escapé a Murcia. El viernes era el día del cumpleaños de R., y se le ocurrió que podíamos pasar el día en Collados Beach, en La Manga del Mar Menor.

Collados Beach es un restaurante lounge con piscina y salida a la playa. Con el precio de la entrada, tienes derecho a una toalla y a una hamaca. Es un sitio muy fashion, con música chill out, y un ambiente bastante tranquilito.

Llegamos tempranito por la mañana, pagamos la entrada, nos pusieron la pulserita en la muñeca, y nos dieron nuestras respectivas toallas. Salimos a la zona de la piscina, y fuimos a escoger unas hamacas, debajo de una sombrillita, y allí nos situamos, cerquita de la piscina.

Enseguida nos fuimos a bañar, porque el calor era insoportable. Nos metimos en la piscina, y nos dirigimos a la zona del jacuzzi, nos sentamos allí un ratito, disfrutando de la tranquilidad, del relax, de la música, de las vistas.

Fue una mañana relajada, tranquilidad, de descansar, de no hacer… de dejarme llevar por la sensación de no tener que preocuparme por nada que no fuera mi descanso… tumbada en la hamaca, con los ojos cerrados, disfrutando de la música.

Así pasamos la mañana, entrando y saliendo de la piscina, tumbándonos en la hamaca, charlando de trivialidades. O disfrutando del silencio, sumidas cada una en nuestros pensamientos. Cuando nos dio hambre, G. y yo nos levantamos y fuimos a la zona del bar. Nos pedimos un bocadillo y una hamburguesa para compartir, ambas con guarnición, y un par de claritas con limón.

Después de comer, lo procedente en un entorno tan idílico era la siesta, por supuesto. G. y yo estuvimos buscando el mejor rincón para darnos el homenaje, y coincidimos en que podíamos dormir la siesta en la playa. Ya me estaba yo imaginando durmiendo arrullada por el sonido de las olas del mar, que es algo que me encanta, y cuando vimos la estampa, no nos pudimos resistir:

Porque no me digas tú que no te echarías la siesta de tu vida en un marco como éste. Lo vi y me enamoré. Y ya me veía teniendo dulces sueños en esa cama, resguardada del sol del mediodía por la sombrillita, mecida por el leve ronroneo del mar en calma… todo muy idílico, muy bucólico… pero justo cuando estábamos colocando las toallas, apareció el socorrista para decirnos que las camas se alquilaban a parte… por el módico precio de 60 eurazos, con botella de cava incluida. Mi (nuestro) gozo en un pozo; porque eso está muy bien si te vas allí en plan Escapada Romántica; pero G. y yo, por más que nos queramos, no íbamos a gastarnos ese dinerazo en una camita en la playa. Además, nosotras somos de mojitos; el cava no nos va (o no tanto como los mojis, quién sabe). Visto lo visto, enfilamos de nuevo hacia la piscina, nos tumbamos en las hamacas y nos echamos una siesta que, por lo menos a mí, me sentó la mar de bien.

Despertando de la siesta, se me antojó un mojito. Y allá que nos fuimos G. y yo a la barra, a darnos el capricho. El precio nos pareció bastante desorbitado para un mojito (10 eurazos), pero valía la pena porque estaba de-li-cio-so. Diría que es uno de los mejores mojitos que he probado; pero luego por la noche, G. se curró unos en casa que no tenían nada que envidiar al mojito que nos tomamos por la tarde.

Hacia las cinco de la tarde, apareció por el recinto el DJ, que empezó a amenizar pinchando música del mismo estilo, pero algo ya más animada. A las siete cerraban la piscina, aunque el resto del recinto seguía abierto. En ese momento, decidimos pasar por los vestuarios, darnos una ducha, y emprender la vuelta a casa, después del día tranquilo que habíamos pasado.

Pues ésta fue mi visita a Collados Beach. La verdad es que encuentro que, para ir a menudo, es un poco caro para mi gusto; pero para ir de vez en cuando a darse el capricho y a pasar un día de relax, me pareció sensacional. Fue un día genial, de veras.