Dependiendo de la edad de tus peques, es más que probable que por el Día de la Madre te hayan regalado por lo menos uno de esos famosos collares de macarrones. Yo recuerdo haberle hecho uno a mi madre con todo mi amor, y mi suegra todavía guarda uno que mi marido le hizo cuando era pequeño.
Y están muy bien, esos regalos realizados desde el amor y con toda la habilidad de nuestros retoños, se recuerdan siempre.
Pero hoy traigo un diseño de collar más moderno y que hasta puedes ponértelo en un momento dado (reconozcamos que el modelo de macarrones es difícil de combinar), y que si te gusta, solo tienes que pasarle el enlace al padre de las criaturas, o a la tía, o al abuelo, para que se pasen una tarde divertida de manualidades con los peques y tengan un detallazo el Día de la Madre. O lo haces tú directamente con ellos, que eso es lo que hice yo.
Un regalo barato, con el que los peques pasarán un rato distraído y además podrán dar rienda suelta a su imaginación.
MATERIALES
- Pasta de sal (puedes encontrar la receta aquí)
- Pintura acrílica de colores
- Pinceles
- Palos de brocheta
- Hilo para meter las bolitas. Que sea fuerte y no muy finito. Nosotras utilizamos lana finita negra, que no teníamos otra cosa, pero el resultado es bastante bueno.
Preparando las bolitas
Esta manualidad hay que hacerla en varios días, por lo que tenemos varias tardes con la actividad resuelta, que eso siempre viene bien.
- DÍA 1: Primero hay que hacer la pasta de sal, y dejar que repose un día envuelto en film transparente en la nevera. Se tarda muy poquito en fabricar la pasta de sal, y lo que hago es hacer mucha, y así la aprovechamos para varias cosas, es mejor eso que quedarse corta.
- DÍA 2: Al día siguiente tenemos la pasta preparada para hacer bolitas y pincharlas en los palos de brocheta.
Podemos hacer las bolitas de diferentes tamaños, para así combinarlas en el mismo collar. Si nos atrevemos, hasta podemos hacer otras formas como cuadrados, pero nosotras solo hicimos bolitas y unas formas extrañas que hizo Lucy intentando hacer bolas.
También se puede hacer una pulserita con cuentas más pequeñas, todo es ponerse. O realizar una forma con pasta de sal bien grande para que el collar tenga un solo colgante más vistoso.
Los palos de brochetas, además de servir para hacer el agujerito por dónde pasaremos los futuros abalorios, lo utilizaremos de soporte en el que pintaremos las bolitas y es mejor pintar cada brocheta de un color, más que nada para no mezclar colores, aunque si os gusta lo ecléctico, ¡adelante!
Si vamos a hacer diferentes formas o queremos utilizar varios colores, debemos tener en cuenta esto último.
- DÍA 3: Cuando las bolitas ya estén secas, (tardan un par de días en secar si no utilizamos horno), ya podemos comenzar a pintar con las pinturas acrílicas.
Se me ocurrió pinchar las brochetas en un trozo de pasta de sal que nos sobró y que teníamos guardado en la nevera con papel transparente, y con el que luego hicimos unos muñequitos, y así fue mucho más fácil pintar las bolitas embrochetadas. También vale un trozo de plastilina, o un corchopan.
Recomiendo colocar las bolitas embrochetadas ya pintadas en un lugar dónde puedan secarse sin apoyo. Si las pincháis en corchopan supongo que aguantarán mejor.
Una vez seca la pintura, llega una de las tareas más divertidas de todas: sacar las bolitas de las brochetas. Estarán secas y pegadas a la madera, simplemente las giré para que se despegaran y así Lucy pudo ir sacándolas.
Lo que me pareció más complicado fue introducir las cuentas en el hilo, pero es que yo también soy muy pava e intenté varias tonterías antes de la que seguro funcionaba, que era utilizar un palillo para pasar el hilo por la cuenta. Una aguja de madera o una normal pero con un ojal suficientemente grande para enhebrar la lana hubiera servido también y hubiera sido más fácil para Lucy, pero yo no tengo de eso en casa.
Recomiendo hacer un nudo corredero que es mucho más práctico para poner y quitar el collar, y así poder utilizarlo en modo gargantilla o en modo colgante más suelto.
Además de pasar unas cuántas jornadas de manualidades divertidas, aprender motricidad fina y dar rienda suelta a nuestra creatividad, conseguimos un collar bastante chuli que nos podemos poner, o no (Lucy se hizo una pulsera y la lleva de vez en cuando), pero que nuestros peques habrán realizado con mucho amor.