En días recientes salió publicado el nuevo ranking de los países en el Índice Global de Competitividad del World Economic Forum. Este índice evalúa la productividad y el crecimiento económico de largo plazo de 141 países a partir de 103 indicadores. Los 103 indicadores se distribuyen en 12 pilares de competitividad. Pero la pregunta que usted seguramente se hace como si fuese estudiante es “¿Y cómo nos fue?”.
Pues la respuesta corta es que mejoramos, pero todavía nos falta y mucho. Colombia está en la posición 57° al mejorar 1,1 puntos con respecto al año pasado. Con un puntaje general de 62,7 está 2 puntos por encima del puntaje promedio de los 141 países (60,7 sobre 100).
Las 141 economías representan el 99% del PIB global y el 94% de la población. El país más competitivo del mundo es Singapur, que con un puntaje de 84,8 superó a Estados Unidos, ahora con la medalla de plata. En el tercer peldaño aparece Hong Kong, seguido de Países Bajos y Suiza.
El pañito de agua tibia que se dan los economistas entusiastas es que Colombia está más cerca de lograr la meta de 2030 (ser terceros en América Latina): hoy a solo 0,8 puntos (sobre 100) de Uruguay.
Si estoy sonando muy aguafiestas, digamos que Colombia mejoró en 10 de los 12 pilares de competitividad de este Índice. La superación de nuestra nación es creciente porque se obtuvo un mayor puntaje en 60% del total de los indicadores comparables 2018-2019. En esa mejoría ayudaron indicadores como la expectativa de vida saludable y la inflación.
El consuelo de tontos es que la mayoría de las economías continúan estancadas o con muy bajo crecimiento. Pero aquí es donde los colombianos debemos aprender de la moraleja: Las economías que han invertido en su capital humano, fortalecer su institucionalidad, y en mayores capacidades para innovar estarán mejor preparadas para reactivar la productividad y soportar una desaceleración de la economía global.
En Colombia debemos fortalecer nuestra competitividad local para poder batirnos en los mercados internacionales. Nuestros productos y servicios deben ser buenos sin depender del paternalismo estatal.
Nota: columna publicada originalmente en Vanguardia el día 10 de octubre de 2019