Revista Música

Color Humano: Nunca Destiñe

Publicado el 16 abril 2011 por Bitacorock

Color Humano: Nunca Destiñe

Cualquiera haya sido su lineamiento jamás dejó de ser un power-trio. Tal vez entonces, "hace casi 2000 años", perdón... apenas 40, pocos empresarios avizoraban el potencial que tenían en sus manos al darles cabida a estos tres pelilargos hoy de honda huella en el rock argentino.

Mas si pudierámos, en estos momentos, retroceder en el tiempo y concebir un grupo de rock con Edelmiro Molinari, David Lebón y Rinaldo Rafanelli a más de uno le temblarían las piernas de sólo pensarlo. Pero esto existió. Y fue allá a finales de 1971.

Color Humano.

Homenaje a un tema de Almendra, mezcla de veteranos y principiantes, garra de virtuosos. Arrancaron con un guitarrista de leyenda (Molinari), un multiinstrumentista de la Pesada de Billy Bond que esta vez se sentó frente a parches y platillos (Lebón) y un bajista aún no profesional cuya técnica él mismo definía como "salvaje" y "desprolija" (Rafanelli). Sin más ni más debutaron en el teatro Atlantic de Buenos Aires en abril del ’72, aunque los shows en vivo siempre fueron la excepción y no la regla para Color Humano.

Para compensarlo, se mandaron un primer discazo que sonó a "hachazo" y nos dejó la cabeza silbando. Es que, así de contundente era el rock del terceto, interesante mixtura de creatividad e improvisación, aunque abren el álbum epónimo ("Color Humano", claro) con una dulce balada a pura guitarra acústica y voces compartidas con la futura Gabriela... Molinari.

El ojo del celuloide, sin embargo, habría de captarlos en todo su esplendor durante los créditos de apertura del legendario "Rock hasta que se ponga el sol" de Aníbal Uset, documental que recoge nada menos que las secuencias del último B.A. Rock que tuvo lugar en noviembre de 1972. Y así vemos al trío ofreciendo otra perla de ese álbum debut... aunque... hay otra cara en el banquillo del baterista.

¿Quién podría no reconocer esa cara, aunque tuviera memoria de "Gato"? Oscar Moro, por supuesto. ¿Cuál otro?

El enroque Lebón -sumergido ya en las aguas del Pescado Rabioso spinettiano- por Moro traía otro veterano al lineamiento y así el Color tomó aún más Color... rockero. Un segundo álbum epónimo, "Color Humano 2"... eh, al parecer el trío nunca se mostró inspirado para titular sus discos... grabado inicialmente como doble entre marzo y junio del '73, finalmente vio la luz como simple. Rockera como era la banda, cerraba el disco con un soberbio blues.

La otra mitad del álbum permaneció en las estanterías de Phonalex hasta que la crisis del petróleo reinante por entonces permitiera un nuevo acopio de poli(cloruro de vinilo)... en buen romance, PVC, para seguir adelante con el proceso de fabricación del disco.

Entre tanto, a fines del '73 Color Humano encaró dos conciertos simultáneos en el teatro Astral porteño y hasta hicieron saltar los tapones... con o sin su "mujer eléctrica". En suma, un éxito total.

Por fin en 1974 esa mitad de álbum pudo verse en las bateas bajo el epónimo título "Color Humano 3" y bueno... siguió la fiesta, aunque por no mucho más. Los tapones saltaron, muy probablemente, entre Rino y Edelmiro y la continuidad del power-trio se quedó nomás "atravesando los inviernos".

Con mucha más pasta que antes, los ex-miembros partieron con nuevos rumbos: a Edelmiro le aguardaban 20 años de carrera en Los Angeles, a Rino nada menos que Sui Generis y Polifemo, y a Moro nada menos que La Máquina y Serú Girán.

El Color dejaría de brillar por años. Pero como todo, volvió y más Humano que nunca. Fue el 15 de agosto de 1995 que los entonces cuarentones, entrecanos y pelicortos Edelmiro-Rino-Moro se trenzaron en un concierto en el Roxy capitalino, grabado y editado en disco bajo el semi-epónimo título "En el Roxy".

Fue un one-off, sí. Definitivo. Una década después Moro caería bajo las garras de la depresión y el alcoholismo en un trayecto directo al cementerio. Tenía apenas 58 años y dejó renga a toda una generación de bateristas que hubieran querido tocar sólo como él sabía hacerlo.

Mas la leyenda de Color Humano sigue dando vueltas. No sólo porque fue un trío pionero del sonido local que desparramó estrellas a los tres vientos, sino porque es protagonista de esa época inolvidable en la que el rock nacional cantaba y tocaba para transmitir valores, reflejar conductas, incitar a la reflexión y en lo posible dejar un mensaje -no hablamos de un SMS, claro está.

En fin, quizás algún día volvamos a soñar con esto. Tal vez "mañana por la noche"...


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