*JUAN MARTORANO
En mis consideraciones había pensado comentar sobre la reciente designación de los rectores y rectoras del Consejo Nacional Electoral (CNE) de cara a los comicios presidenciales, regionales, municipales y parlamentarios a la Asamblea Nacional, que son los que se avizoran en el horizonte. También hacer mis consideraciones sobre el por qué Venezuela no “ingresó” en 2023-2024 a los BRICS, pero, nuevamente decidí cambiar la pauta.
Esto porque la agenda político mediática desde hace algunas semanas, y esto se ha retomado a propósito de la designación del Poder Electoral, se ha estado señalando sobre la posibilidad de adelantar los comicios presidenciales para octubre o noviembre de este año.
Consideraciones de este tipo han sido señaladas tanto por el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, como por el diputado y primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello Rondón.
Más allá de mis meras apreciaciones, que evidentemente las tengo en torno a este tema, pero producto del debate que este ítem está generando no solo a la opinión pública sino entre camaradas, amanecí pues en este domingo 27 de agosto, finales de este mes, para poder dar luces sobre este tema.
En primer lugar, si vamos a las consideraciones políticas, del lado del Gobierno Bolivariano, si aplicásemos lo que alguna vez el Comandante Chávez habló de la “teoría del chinchorro”, a éste le convendría celebrar esos comicios lo antes posible, ya que la situación económica y social en el país, producto fundamentalmente de las políticas de asedio, bloqueo, de persecución económica, comercial y financiera de EEUU sobre nuestro país incide en el ánimo electoral de la población. Y no olvidemos que el voto en Venezuela es fundamentalmente emocional más que racional.
Esto no solo plantea un tema no solo en cuanto a los niveles de participación, los cuales debemos reconocer que han venido mermando en los últimos años, sino en otro tema que planteó Chávez en su debida oportunidad, que es la brecha, la diferencia entre el primer y segundo lugar o entre las opciones en disputa por la Primera Magistratura de nuestro país, que aunque en términos legales no invalidan la elección, en términos políticos plantean problemas de legitimidad, y, por ende, de gobernanza y gobernabilidad en el país.
Expresado de otro modo, una diferencia muy cerrada en los próximos comicios presidenciales podría ser el pretexto perfecto para los factores de la extrema derecha venezolana para la reactivación de planes de desestabilización en nuestro país.
Por ello, y aplicando la “teoría del chinchorro”, al Ejecutivo Nacional no le convendría celebrar los comicios encontrándose en el punto más bajo de respaldo popular. Esto les abriría las puertas a resultados reñidos, o hasta la posibilidad de ser derrotado electoralmente en las urnas, ante la posibilidad de que las oposiciones se vuelvan inteligentes y definan una estrategia unitaria para derrotar a la Revolución Bolivariana, en el poder desde el 2 de febrero de 1.999.
Plantear esto en términos políticos de manera descarnada podría no ser ético, más no es ilegal. Y en política, el tema de la toma del poder, y en este caso de mantenerlo, hace realidad aquella expresión que señala. “En la guerra y en el amor todo se vale…”
Por otro lado, desde el 9 de marzo del año 2015, Venezuela no se encuentra en una situación ordinaria. Venezuela desde hace 8 años se encuentra en una situación de guerra hibrida o no convencional y eso la hace vivir una situación extraordinaria. De ahí que los comicios celebrados durante ese período se hayan tenido que dar en circunstancias muy particulares.
Fuimos a un proceso electoral de elección de diputados y diputadas a la Asamblea Nacional, en el que la oposición obtuvo una mayoría considerable en el parlamento. Luego el Presidente Nicolás Maduro activó al Poder Constituyente y se convocó una Asamblea para restablecer la paz en el país en el año 2017. Asimismo, en ese año fuimos a elecciones regionales y municipales donde el chavismo obtuvo una victoria aplastante. Luego el 20 de mayo de 2018 fuimos a esas elecciones presidenciales y de diputados a Consejos Legislativos, donde Nicolás Maduro y el chavismo obtuvimos una victoria apabullante. Luego y con designación de nuevo CNE, se escenificaron el 6 de diciembre de 2020 los comicios parlamentarios donde el chavismo recobró la mayoría en el parlamento y el 21 de noviembre de 2021 nuevamente comicios regionales y municipales donde el chavismo obtuvo otra victoria incuestionable.
En esas oportunidades, los niveles de participación fluctuaron debido a la situación país producto de los daños y las heridas que las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU) han generado en el cuerpo de la República. Y en el caso de los dos últimos procesos electorales celebrados en el país, como el caso de las parlamentarias de 2020 y las regionales y municipales de 2021, la pandemia mundial de la Covid 19. Esto indudablemente incidió e incide en los niveles de movilización y desmovilización electoral.
Pero acá es que yo voy a hacer las consideraciones desde el punto de vista técnico y legal, que a alguna gente obvia sobre el sistema electoral venezolano.
Nuestra legislación electoral vigente, tanto las Ley Orgánica del Poder Electoral como la Ley Orgánica de Procesos Electorales, establecen en sus normas la prohibición de ser modificadas seis meses antes de la celebración de cualquier proceso electoral en el país, al igual que con el Registro Electoral Permanente (REP). Y esto por lo que a continuación voy a pasar de seguidas a explicar.
Un proceso electoral en Venezuela no es solamente el mero acto de votar tal y como nosotros lo conocemos. Esa es una de las últimas fases y de las más sencillas, si se quiere, de unos comicios. Pero para llegar a ello, existen 18 pasos o etapas electorales que requieren tiempos mínimos en su cumplimiento para su realización y que son obligatorias. Eso sin incluir las auditorías que se deben realizar, a fin de que no haya dudas no solo sobre los resultados sino sobre el sistema electoral como un todo.
No solo es anunciar al país que en una fecha x se realizarán elecciones, sino que debe abrirse el Registro Electoral para la inscripción de nuevos votantes o la actualización de datos para aquellos que hayan cambiado de residencia; la determinación de la posición en la boleta, la inscripción de candidaturas, la aprobación del Registro Electoral a utilizar; los simulacros electorales; las resoluciones que debe dictar el CNE para regular la campaña electoral, etcétera, todo ello en lapsos abreviados no dan menos de seis meses, si estamos hablando de un proceso electoral con tan solo un cargo en disputa como la Presidencia de la República, como sería en este caso.
Es muy distinto, por ejemplo, al proceso que se sigue a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, donde el convocante propone las bases comiciales que regirán dicha convocatoria, como lo hizo el presidente Maduro en 2017, o cuando pretendió activarse el referendo revocatorio en contra del Presidente Maduro en dos oportunidades, lo cual si bien este es un derecho constitucional, no está regulado legalmente, y ahí el CNE interviene para regular los procesos de activación de este derecho, hasta que se dicte la ley que debe regular la materia de referendos en el país, tal y como los artículos 71 al 74 del texto constitucional lo ordena. La materia de procesos electorales si tiene regulación en nuestro país y ahí no se debe inventar “el agua tibia”, como se diría coloquialmente en Venezuela.
Todos esos pasos y auditorías que deben cumplirse para llegar a cualquier elección en nuestro país se expresa en un cronograma electoral, que una vez convocado dicho proceso por parte del CNE, se publica para hacerlo del conocimiento de la población y a cualquier interesado o interesada.
Y estamos, para el momento en que escribo estas líneas, a 27 de agosto, por lo que, si aplicamos este razonamiento lógico jurídico, este año no habría elecciones presidenciales en virtud de que los tiempos técnicos y jurídicos no dan.
Ya con la designación del CNE, y tomando en cuenta una serie de circunstancias políticas que viviremos en el año 2024 de las cuales espero poder referirme en próximas ediciones de esta columna, estimo que las elecciones presidenciales deberían realizarse en marzo de 2024. Ya que ciertamente nuestra legislación en términos ordinarios establece que ese es el año de realización de estas elecciones más no indica el mes de su realización. Y ya tenemos antecedentes de procesos electorales celebrados de manera “adelantada”.
Pero además de ello, y esto por una apreciación muy personal que tengo, más allá de las multitudinarias movilizaciones que tanto el PSUV y los factores que hacen vida en el Gran Polo Patriótico en todo el país a fin de atajar la conspiración en contra de la Revolución Bolivariana, en estos momentos no veo un ambiente o animo electoral, ni siquiera por la activación de las primarias por parte de un sector de las oposiciones en el país (sobre este último tema volveremos párrafos más adelante).
Sin embargo, como ya dos personas me han insistido en que este año se realizaran elecciones presidenciales, decidí dejar de lado mis lentes de abogado y colocarme los lentes de analista político. Y además de la “teoría del chinchorro”, conseguí supuestos políticos que sí podrían activar o que se procediera a convocar las elecciones presidenciales para este año.
Resulta que leí por allí de que el Tribunal Supremo de Justicia tendría en su poder un recurso de amparo intentado por algunas agrupaciones sociales y políticas en contra de las primarias opositoras a celebrarse el 22 de octubre en el país. Entre las consideraciones esgrimidas por las mismas estriba en que la denominada Comisión Nacional de Primarias no garantiza la amplitud y la no discriminación de las opciones participantes de las mismas, entre otros señalamientos. Evidentemente si el Tribunal Supremo declara el amparo con lugar, ciertamente estas primarias no se realizarán.
Y esto evidentemente sería el pretexto perfecto que espera la extrema derecha fascista en el país para tratar de generar caos y violencia en el contexto de los planes que tienen para desplazar a Nicolás Maduro de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
Pero además de ello, Diosdado Cabello en su programa “Con El Mazo Dando” del pasado miércoles 23 de agosto explicó muy bien bemoles que estas primarias opositoras implican. El primero, que no deseaban contar con la asistencia técnica del CNE para así esta denominada Comisión Nacional de Primarias y ciertas precandidaturas y Oenegés siguieran recibiendo financiamiento del exterior.
También hay que tomar en cuenta las negociaciones del Gobierno Nacional con funcionarios de alto nivel de la administración de Joe Biden. Algunos analistas escuálidos se precipitaron al acusar a Maduro de buscar un CNE “espanta votos” (Con una correlación 4 a 1 a favor del chavismo, para justificar su derrota y sus acciones golpistas) y al designar el parlamento el nuevo Poder Electoral, más allá de los nombres, mantuvo la misma correlación de fuerzas por lo menos del CNE saliente, de tres rectores “chavistas” y dos de “oposición”.
Recordemos que en Venezuela fue aprobada en primera discusión la Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales. Esperemos que, en este segundo período de sesiones del parlamento, tal y como lo indico el compañero Diosdado Cabello, se abra la consulta pública de este instrumento normativo y se apruebe en segunda discusión. Como integrante y vicepresidente del Consejo Nacional Bolivariano de Derechos Humanos (CONABDH) me aventuro a señalar que además del ánimo que tenemos de participar en dicha consulta pública, tenemos aportes que realizar al referido instrumento jurídico.
Ciertamente que los partidos políticos de cualquier signo se organicen bajo métodos democráticos de dirección y que sus direcciones y candidaturas sean designadas mediante un proceso de primarias no es negativo en las primeras de cambio. Lo que sí es peligroso que utilizando como fachada este precepto contenido en el artículo 67 de nuestra Carta Magna, se pretenda avalar una conspiración no solo contra el modelo político y económico vigente en nuestro país desde 1.999 sino contra la forma republicana que nos hemos dado, contra el Estado Nación venezolano.
Particularmente este tema de si hay adelanto o no de elecciones presidenciales en Venezuela no me quita el sueño y pienso que no debería desgastarnos. Primero porque el mismo Diosdado lo ha señalado, desde las filas revolucionarias estamos listos para acudir al proceso electoral cuando así lo decida el árbitro, el Poder Electoral. También entendí, o por lo menos lo es para mí, es una forma que ha empleado Diosdado, y el presidente Nicolás le ha seguido el juego, de meterle “casquillo” a las oposiciones en este país, de ponerlos a hablar de lo que ellos quieren, mientras ellos despliegan agendas en temas realmente importantes como la inclusión de Venezuela en los BRICS y resolver ingentes problemas que nos agobian. Por ello en política hay que ver mucho más allá porque muchas veces ésta, como lo decía Martí, muchas veces lo real es lo que no se ve.
Tal vez plantearme este tema es producto de que dos compañeros psuvistas me expresaron en virtud de informaciones de alto nivel que manejan y me plantearon este tema, a mi parecer desde el ego. Yo no les pido ni pediré que esos razonamientos estratégicos de la alta dirección política de la Revolución me sean revelados y a ambos los respeto. Pero el ego hay que dejarlo de lado, porque a veces esto puede hacer que perdamos la perspectiva a la hora de hacer apreciaciones. Ni siquiera este servidor es infalible y muchas veces escenarios que he avizorado no se han cumplido porque la dinámica social es cambiante y muchas veces impredecible, eso sin dejar de expresar que hay circunstancias y hasta actores políticos que también juegan. Los que hacemos análisis serios, solamente de acuerdo a informaciones y prospectivas que realicemos podemos avizorar escenarios posibles porque todavía puede correr mucha agua debajo del puente.
Tan es así que dentro del escenario político se habla de elecciones adelantadas, como el analista Jesús Seguías habló hasta de megaelecciones. Pero todo esto se concretará luego de las evaluaciones políticas que haga el Alto Mando Político y Militar de la Revolución.
Además, que son maneras de aprender a manejar las incertidumbres. Indudablemente con el Comandante Chávez nos malacostumbramos porque él nos daba certezas.
¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!
* Abogado, Defensor de Derechos Humanos, Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiteros y Tuiteras Socialistas. , [email protected], [email protected] , [email protected] , cuenta tuiter e instagram: @juanmartorano, cuenta facebook: Juan Martorano Castillo. Canal de Telegram: El Canal de Martorano.