Revista Comunicación
El templo masónico, al igual que la catedral medieval, es una representación del Universo. Por este motivo sus dimensiones se trazan desde Oriente a Occidente, del Norte al Sur y del Cenit al Nadir. El cielo está pintado como la bóveda celeste, oscura hacia occidente, donde reina la noche, la luna y las estrellas, y luminosa en el oriente, con el sol resplandeciente. Para los masones este templo simboliza también el famoso Templo de Jerusalén. (…) El pórtico se encuentra franqueado por dos columnas, que rememoran a las que estaban erigidas en Jerusalén. Cada una de ellas llevaba inscripta una letra misteriosa: B y J. Según la leyenda, los aprendices masones que trabajaban en la construcción del Templo de Salomón cobraban sus salarios al pie de la columna B, mientras que los compañeros masones hacían lo propio al pie de la columna J. Ambas columnas fueron empleadas hace casi tres milenios y aun en la actualidad los aprendices y los compañeros se encolumnan en cada una de ellas.
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Esas dos columnas, que parecen no sostener nada, simplemente soportan al Universo y cada vez que una es quebrada o abatida, el Orden se sumerge en el Caos, el Universo se desmorona en el vacío y Dios sueña su sueño cósmico.
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En las antiguas religiones solares, los sacerdotes esperaban la salida del sol entre dos columnas. Así era en Luxor, en Tebas, en Karnak, en Stonehenge, en Languedoc y Mesoamérica. Sin columnas no hay Orden. No podemos saber siquiera dónde está el Oriente, ni encontramos la entrada del Templo en Oocidente.
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La columna del norte lleva en su fuste la letra hebrea Beth. Con esa letra comienza el Genésis bíblico (bereshit: en el principio); sobre ella está edificada la Torá; su forma es la de una letra u acostada hacia la derecha, cerrada por arriba, por abajo y también por etrás; sólo se abre hacia dlenate, como si indicara el camino a seguir.
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Si la columna del norte es la del rigor y del aprendizaje, la del sur es la de la misericordia y la sabiduría. Lleva en su fuste la letra hebrea Iod, que es la inicial del nombre del Dios bíblico. En la tradición testimentaria del sur proviene el pueblo de Dios; del sur llegará el Mesías. El sur es el lugar del amor, la piedad y la sabiduría.
Desde su organización primitiva, la francmasonería proclamó a sus neófitos como aprendices masones entre estas dos columnas.
EDUARDO R. CALLAEY
“La masonería y sus origenes cristianos”