El terrorismo (utilizado directa o indirectamente por el Estado) sobretodo en Occidente se ha convertido en un producto de consumo para las masas, aquellos que lo crean pueden decidir cuanto rendimiento (en beneficios económicos y políticos) le van a sacar según las características y proporción del mismo y finalmente de las consecuencias que pudiesen derivar de cada atentado cometido.