Revista Educación

Comámonos a besos

Por Esther
Comámonos a besos    No me importa lo que digan, no me interesa lo que piensen. Comámonos a besos ahora, con la entrada del amanecer, con el deseo ardiendo en la piel. Necesito incansablemente tu amor y te busco a oscuras, a gritos, en las calles sin esquinas, en los bordes de la vida, en los tejados castigados por la lluvia, en las miradas incomprendidas. No puedo vivir sin ti, las heridas se multiplican, el peso del silencio se clava en mi espalda, mis labios mueren de sed. Tanto tiempo esperando por tu amor me ha dejado fría. La palabra renuncia queda desterrada de mi vocabulario porque no quiero seguir viviendo a escondidas, un alma prestada, sin besos de repuesto, años de miradas furtivas, con sólo derecho a un mínimo roce, unos labios anhelantes, sin caricias con las que matar esta soledad que me carcome. Prefiero morir en tus brazos a seguir viviendo sin ti. Comámonos a besos, con la llegada del atardecer, con nuestra saliva confundida con el sabor de la miel. En una ciudad sin nombre, en un ocaso sin prejuicios, en un mar sin recuerdos, en un cielo sin inviernos. Comámonos a besos sin nada que temer, lejos del tiempo que nos robaron, lejos de este mundo cruel.

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