La historia de Comanchería es, a primera vista, muy simple: dos hermanos con mala suerte roban bancos para saldar sus deudas, y serán tenazmente perseguidos por un legendario Texas Ranger a punto de retirarse. Pero por debajo de las dos claras líneas entrelazadas de la trama, se encuentran las corrientes que profundizan en la lealtad, la familia y los ciclos históricos, la masculinidad y la forma en que un nuevo mundo de codicia sin rostro está colisionando con el viejo oeste individualista. Todo esto pasó a primer plano en un guion lleno de humor y humanidad escrito por Taylor Sheridan, quien es conocido tanto por interpretar al ayudante del sheriff David Hale en la exitosa serie Sons of Anarchy, como por ser el autor de la aclamada por la crítica y nominada al Oscar, Sicario.De entrada, podríamos decir que el origen de este thriller de atracos nos recuerda a El gran robo del tren de 1903, y desde entonces, parece que cada generación ha reproducido sus propias visiones del género, a menudo con mucha frialdad atmosférica. Como muchos de sus predecesores, Comanchería se construye como un enfrentamiento entre los representantes de la ley y los violadores de la ley en las desoladas zonas fronterizas del extremo suroeste de Estados Unidos. Pero ahí es donde terminan las comparaciones. Esta no es la típica película de “roba bancos”que veía tu padre, con los malos con sombrero negro y sheriffs respetables. Esto es un Western remezclado, moralmente complejo y mordaz,ambientado en un nuevo Oeste donde los bancos atracados son ahora los más degenerados y crueles villanos de la historia.

El director David Mackenzie en el set de rodaje.
La película es la novena obra del galardonado director británico David Mackenzie - cuyo trabajo incluye Convicto, Hallam Foe, Obsesión o Young Adam - y le ha llevado a nuevos lugares, geográfica y cinematográficamente. Se ha rodeado de un gran reparto para poder representar a estos tejanos, y aporta su propio estilo distintivo a los páramos americanos: visceral, muscular y emocionalmente crudos y, sin embargo, profundamente compasivos hacia los personajes que los afrontan, ya sea en un cruce o al final del camino. Haciéndose eco del paisaje inquietante de la historia, Mackenzie adopta tanto el alcance como la cruda intimidad para fusionar el lirismo de esta obra con humor y tensión a partes iguales, en esta carrera de fondo entre perseguidores y perseguidos.


Mackenzie nos trae con Comanchería algo más que una actualización de la típica película de atracadores renegados. Es un canto a la hermandad y la lealtad familiar, una elegía por los sueños perdidos y la tierra robada, un retrato de los valores rupestres en el crepúsculo de su desvanecimiento y un sondeo de cómo las personas se quedan atrapadas en las expectativas de quien se supone que deberían haber sido. En una época de cambios rápidos, hasta en la América profunda, la película nos plantea profundas cuestiones sobre nuestras herencias y legados personales.



Pressbook e imágenes cortesía de ©Vértigo Films
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