¡Cómaselas usted; Señor Ministro!

El ministro de industria y comercio demostró que el
cargo es bulto. 

VIENDO y escuchando anoche las “sabias” recomendaciones del ministro de Industria y Comercio, el licenciado José del Castillo Saviñón; es que me doy cuenta de cómo va la gestión en mi país. Me pregunto: ¿Este hombre o es idiota o cínico o ignorante? Entiendo que quizás deseo expresar la idea de que ante el aumento del pollo los dominicanos debemos buscar otras alternativas. Pero la manera no fue la correcta. Me molesto la sonrisita como si de chiste fuese la recomendación de comer “salami, tallota y pica pica”. ¡Se nota que ese señor tiene años que no come ninguna de las 3!
Pero más allá de la tonta recomendación; fue la incapacidad mostrada por su persona y la ineficacia de la cartera ministerial que preside. ¿Para qué tenemos un Ministerio de Industria y Comercio que no vela para que se regularice la producción y distribución en nuestro país? Si, lo de los pollos le toca al Ministerio de Agricultura;… ¡Pero pendejo a ti te toca regular la distribución comercial del mismo! Que los tiempos de “Control de Precio” pasaron más que sacarte del atolladero, te hunde. Dejo en claro que en nuestro país no hay un sistema que vigile y regule los precios de los productos. Económicamente estamos en el viejo oeste. Los comerciantes e industriales, sus socios, hacen, ponen y quitan a su conveniencia. Pienso que el señor Castillo Saviñón debe coger vergüenza y… ¡hombrificarse y defender los bolsillos de los ciudadanos que pagamos su estilo de vida y no vemos resultados o dejar ese cargo!
Señor José del Castillo Saviñón sea más respetuoso con el bolsillo del pueblo. No todos pueden comer en restaurantes como usted y el grupo de facinerosos que lo galardono con ese reconocimiento inmerecido. Usted ha demostrado que vela, como muchos otros funcionarios, por los intereses de su grupo, los comerciantes y empresarios más que por los del pueblo que les da de  comer. ¡Otro que sigue en su cargo por su linda cara!
Una muestra más de que el pueblo, como el coronel aquel, no tiene quien le duela… ¡digo! ¿Quién le escriba?