La obesidad es un problema latente en estos días y en la mayor parte de sociedades avanzadas alrededor del mundo. Una de las medidas que podrían funcionar es la subida de los tipos de impuestos aplicados a la comida rápida, así como proporcionar mayor información sobre las calorías y grasas de que se componen.
Estas medidas, que han sido comprobadas por un estudio de la Universidad de Maastricht, se han publicado en la “American Journal of Clinical Nutrition”, y han contrapuesto las opiniones de los distintos sectores, y es que las grandes multinacionales de la comida basura, como resulta habitual, no ven con buenos ojos investigaciones de este tipo.
Pero lo cierto es que estos factores podrían ayudar a reducir la cantidad de población obesa, con sobrepeso y/o con problemas de colesterol en la sangre.
Janneke Giesen, responsable de la investigación, se ha servido de una muestra de más de 170 universitarios americanos para comprobar que este colectivo tiene a reducir el consumo de productos calóricos cuando las grasas o azúcares de estos están gravados con un 25% de impuestos o más.
Eligiendo el menú ficticio a través de un equipo informático, los jóvenes tendían a limitar el consumo de comida muy calórica cada vez que se elevaban los impuestos de los componentes de la comida rápida, y consecuentemente subía su precio. Así, dependiendo de los impuestos aplicados, los universitarios de la muestra ingirieron entre 100 y 300 calorías menos por día.
De acuerdo a las palabras de Giesen, “no hemos estudiado nada que no se sepa ya, pero lo realmente importante es el descubrimiento del hecho que cuando se aplica un porcentaje del 25% o mayor a la comida basura, los clientes tienden a consumirla mucho menos que en su precio normal.
La conclusión válida que arroja este estudio es que sí son eficaces este tipo de medidas para frenar el consumo de comida basura.
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