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Cómeme - Agnès Desarthe

Publicado el 05 noviembre 2016 por Rusta @RustaDevoradora

Cómeme - Agnès DesartheEdición:Baile del Sol, 2016 (trad. Iballa López Hernández)Páginas:214ISBN:9788416794058Precio:15,60 €
Myriam, de unos cuarenta años, monta un restaurante en una zona tranquila de París, aunque llamarlo «restaurante» tal vez resulte demasiado generoso, dada su apariencia tosca, desaliñada, todavía por pulir. El local no es lo único que necesita reformas. Myriam lo bautiza como Mi Casa y, en efecto, se convierte en su hogar, su habitación propia, una extensión de sí misma que le permite realizarse y abrirse a los demás. Porque Myriam arrastra una profunda decepción, un error que trastornó su vida y la distanció de lo que más quería. Los últimos años llevó una vida errante, trabajando como cocinera en un circo. Ahora, mientras pone en marcha el restaurante, también trata de reactivarse a sí misma. Cómeme (2006), una novela de la escritora francesa Agnès Desarthe (París, 1966), relata en primera persona del presente el viaje emocional de la protagonista desde que inaugura el restaurante, si bien en momentos determinados retrocede al pasado para recordar lo que le ocurrió. Entre fogones, pues, Myriam habla de manjares, de clientes…, pero sobre todo de sí misma.Cómeme - Agnès DesartheCómeme, que toma su título de Alicia en el País de las Maravillas, tiene múltiples capas de lectura y, también inspirándose en la obra de Lewis Carroll, juega al equívoco y los dobles significados en su uso del lenguaje. El propio Cómeme alude a la comida, pero asimismo tiene connotaciones sexuales. Y ambos temas, la comida y el sexo, en cierto modo lo normativo y lo oculto, la cara amable y la cara furtiva del placer, están presentes en la novela. La primera frase revela igualmente su tono travieso: «¿Soy una mentirosa?», se pregunta Myriam. Ella misma se responde que sí y no. La verdad depende de cómo se cuenta… y Desarthe domina el arte de la persuasión. En una interpretación superficial, Cómeme puede leerse como una novela de personajes inadaptadosque se conocen y traban amistad: la propia narradora, el camarero que la ayuda a mejorar el negocio, las dos adolescentes que comen en el local, etc. Al hablar de este tipo de libro, pienso en el best-sellerde otra autora francesa, Juntos, nada más(2004), de Anna Gavalda. Con todo, hay que decir que el estilo de Desarthe es más denso; Gavalda, por su parte, trabaja la trama y el desarrollo de todos los personajes, no hace un libro-soliloquio como Desarthe.Más allá de esta primera lectura, hay un fondo más psicológico y perturbador. La mujer se expresa de forma divertida, punzante, aguda, pero de hecho esconde una honda amargura. Ese es el truco de Desarthe: narrar escenas distendidas, del día a día, intercalándolas con fragmentos melancólicos en los que deja fluir la conciencia. La tristeza como un sentimiento latente, nunca en primer plano. Los motivos del dolor de Myriam se van desvelando poco a poco en forma de flashbacks: estuvo casada, tuvo un hijo, pero ocurrió algo muy grave que la empujó a marcharse. Entonces se unió al circo. Desarthe retrata una cara controvertida de la maternidad, por un lado, y de la atracción sexual, por el otro. Myriam echa de menos lo que tenía antes; aun así, aquella vida tampoco era apacible. A esos problemas se les une el complejo que siempre ha arrastrado con respecto a su hermano, más exitoso que ella. Cómeme, en este sentido, es una novela introspectiva sobre una mujer que intenta salir a flotedespués de sentir que ha fracasado en todo; una novela que muestra cómo la sociedad puede convertirse en un entorno hostil para quien rompe sus normas no escritas.

Cómeme - Agnès Desarthe

Agnès Desarthe

Desarthe firma un texto muy francés, esto es, un libro que apenas tiene trama como tal, en el que toda la fuerza reside en la voz narrativa, su retórica, sus monólogos, sus cavilaciones. El estilo es rico, elaborado, de frases alambicadas, recargado; una voz muy «paladeada», por así decirlo, que funciona en pequeñas dosis, pero que no se integra bien en el conjunto. Ese es su problema: escribe con gracia, es ingeniosa, pero tiene dificultades para construir una novela. La obra se compone de fragmentos de pocas páginas, que abarcan desde asuntos cotidianos a recuerdos, pasando por meditaciones de temas como la filosofía o la literatura (porque, además, Myriam es una mujer culta) que a menudo están de más. Cada episodio breve, por sí solo, funciona, en el sentido de que tiene el estilo suficiente para despertar el interés. No obstante, al hilvanarlos se notan las costuras. Demasiadas divagaciones, demasiado lucimiento de prosa vacuo. Falta de cohesión. El resultado es una novela un tanto espesa; las pretensiones se comen ese libro corrosivo que podría haber sido.

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