Antes de nada:
Lo primero es avisar a todos los que lean esta entrada: la he publicado con el fin de que las personas que participamos en la lectura conjunta de La fórmula preferida del profesor podamos comentar partes del libro entre todos, ya que nos parecía más cómodo hacerlo de esta manera. Si alguna persona más quiere apuntarse, he puesto de plazo hasta el día 15 de febrero; solo tiene que decírmelo a través del blog o por email.
Por supuesto, puede particpar y comentar todo el que quiera que haya leído el libro, pero ¡ojo! que vamos por partes y no estaría bien descubrir el argumento a los que todavía no lo han leído. Una vez dicho esto,
Comentemos…
Hoy vamos a comentar los capítulos 1 al 3 (más o menos hasta la página 100).
Si los números hubieran sido descubiertos por nosotros, nadie tendría tantas dificultades y los matemáticos no harían falta siquiera. Nadie fue testigo presencial del nacimiento de los números. Cuando nos dimos cuenta, ya estaban allí.
Nos encontramos sin duda ante una historia muy peculiar gracias al personaje del profesor; una persona cuya memoria no dura más de 80 minutos y que utiliza una chaqueta llena de notas para no olvidarse de ciertos detalles, como por ejemplo, de que tiene una asistenta o de que su memoria solo dura 80 minutos… ¿Cómo haríais vosotros para recordar las cosas si vuestra memoria fuera tan breve? ¿En qué lugar encontraríais mejor vuestros recuerdos?
Pese a que se pasa mucho tiempo encerrado en sí mismo, “pensando” y resolviendo problemas matemáticos, el profesor encuentra la manera de relacionarse con los demás a través de algo que no le va a fallar: los números. Me pregunto si desde su accidente ha utilizado siempre estos números para comunicarse, pese a su memoria, o si ha sido un proceso de ensayo y error. Porque claro, de béisbol no puede hablar porque no está al día, pero las matemáticas, como él dice, están allí desde siempre y son una verdad que no se modifica a lo largo del tiempo. ¿Cómo se os ocurriría entablar conversación si vuestra memoria hubiera quedado anclada años atrás? Y siguiendo esta pregunta y poniéndome en el caso de la asistenta, ¿soportaríais que cada día os preguntaran qué número de zapato usáis? Tiene que ser un poco agobiante, ¿no? jeje.
Me he quedado un poquitillo preocupada cuando, casi al acabar esta parte, vemos que el profesor se siente muy incómodo en la calle. No disfruta del paseo, de los cerezos en flor (tan típicos); del aire libre, en fin. ¿A alguien se le ocurre la razón de que solo se sienta cómodo en su casa? Yo, de momento no lo sé, pero me da algo de penita… Por lo menos hemos podido ver que no es un hombre totalmente cerrado en sí mismo, a pesar de todo, pues le gustan mucho los niños y se ve que se siente a gusto con ellos.
En general el libro me está gustando mucho. Es algo fuera de lo común, pero como transcurre en Japón, ya lo veo todo algo más normal. Para allí, claro, que son tan especiales . La enfermedad del profesor es un poco triste; ya me estoy imaginando cuando estos tres personajes se separen y el profesor les olvide en unos minutos, aunque seguro que la mujer y Root guardarán su recuerdo con cariño.
Quien quiera puede dejar sus impresiones a continuación. Espero que la lectura os esté gustando.
Y la sorpresita:
La editorial Funambulista, en vista de que somos tantos participantes para la lectura de este libro y que ha tenido tanto éxito, nos ha cedido otro ejemplar para sortear: La vida singular de Albert Nobbs.
Así que, una vez publicadas las reseñas de la lectura conjunta, se sortearán ambos libros: el primer ganador podrá elegir entre La residencia de estudiantes y La vida singular de Albert Nobbs y el segundo ganador se quedará con el libro que haya quedado libre.
La verdad es que es un grandísimo favor por parte de la editorial, teniendo en cuenta que La fórmula preferida del profesor no es un libro que esté en promoción, así que se lo agradezco muchísimo desde aquí.