Antes de nada:
Por si acaso vuelvo a avisar de que este post (y seguramente los comentarios) contienen spoilers de la novela en cuestión, así que cuidado si no lo has leído todavía.
Puede participar todo aquel que haya leído La fórmula preferida del profesor aunque no esté apuntado a la lectura conjunta, pero por favor: cuidado de no desvelar la trama más allá de la parte que vamos a comentar hoy.
Comentemos
Hoy toca desgranar hasta el capítulo 7, incluido.
Dios existe porque la matemática no tiene contradicción. Y el diablo también existe. Porque no es posible demostrarlo.
Después de la angustia que pasamos con el profesor la primera vez que le vimos salir de casa para ir a la peluquería, de repente a la asistenta le surge un pequeño imprevisto y debe dejar solos a Root y al profesor… ¿También hubiérais dudado de la capacidad del profesor para hacerse cargo de Root? Yo sí, lo confieso, y eso que tardó menos de 80 minutos, pero… Cuando vuelve se encuentra una escena más que preocupante, con el profesor desesperado como si hubiera ocurrido algo gravísimo, irreversible casi. ¿Tendrá miedo a los accidentes, a raíz de lo que le sucedió? Pero es todo bondad y ya vemos que trata a Root mejor que a sí mismo, llevándole incluso a la espalda durante el trayecto al hospital. ¡Qué majo el profesor!
De igual manera que los números primos son primordiales para formar todos los números naturales, él pensaba que los niños eran los átomos necesarios e imprescindibles para nosotros, los adultos. Creía que su existencia, aquí y ahora, se debía también a los niños.
Y poco después ocurre: los Tigers juegan en la ciudad y los tres van a ver el partido. ¿No os hizo ilusión que la asistenta llevara al profesor? A mí me encantó el detalle. Aunque él estuviera algo nervioso, entre tanta gente y griterío, creo que disfrutó del espectáculo a su manera (numérica jeje). Qué curioso lo de su vendedora de refrescos, ¿verdad? ¿Habíais imaginado que el profesor se fijaba en esas cosas? Yo, sinceramente, creía que solo veía números, y no me extrañaría que, en realidad, se hubiera fijado en la proporción numérica del diámetro del cráneo de la señorita, y el número que resultara le hubiera parecido agradable
Y aquí nos encontramos de sopetón con algo que yo no me esperaba para nada porque solo llevamos la mitad del libro: la cuñada del profesor despide a la asistenta, no por no hacer su trabajo o por hacerlo mal, no; precisamente por extralimitarse en sus funciones y cuidar al profesor día y noche cuando cae enfermo… Me pareció un golpe durísimo, sobre todo por pensar que él ya nunca les recordaría, ni a ellos ni los momentos tan estupendos que han pasado juntos. Me dio mucha pena darme cuenta de repente de que la relación es, en cierto modo, unilateral.
Pero gracias a Root vuelve a ser admitida en casa del profesor. ¿Cómo una fórmula puede dar por zanjada una discusión? Y más sabiendo que al día siguiente no iba a acordarse de nada. Me ha llamado mucho la atención el hecho de que el profesor no interviniera en la discusión y, por supuesto, tengo la peor opinión de su cuñada, visto lo visto: no permite que el profesor tenga amigos; no quiere admitir que haya gente que le aprecie y, por tanto, le cuide y le visite aunque no tenga obligación de hacerlo.
Y justo antes de acabar esta parte la autora da un toque de misterio al accidente del profesor: ese día iba en el coche con su cuñada, y ya sabemos que los dos tienen secuelas de aquel accidente. ¿Habéis pensado algo indecoroso de la relación entre el profesor y su cuñada? (los que sepáis algo, ¡no lo contéis todavía! jeje).
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Y hasta aquí llega la parte de hoy. Confieso que me he tenido que contener para seguir el ritmo que yo misma he marcado y no adelantarme a los acontecimientos… Pero al terminar esta entrada ¡¡seguro que regreso a la lectura!!
Han quedado cosillas en el aire, y es que estas 100 páginas han sido intensas, pero estoy segura de que saldrán en los comentarios.