Emprendedores Universitarios
El interés de las Universidades por fomentar el “espíritu emprendedor” de sus estudiantes aumenta de manera directamente proporcional a los problemas de la tasa de desempleo, la deprivación y la pauperización de la economía global.
En todo el mundo, hay una explosión de Sesiones Picth, concursos de planes de negocios, maratones de creatividad empresarial, más, más y más (con pocas variantes verdaderamente innovadoras) cursos de formación de emprendedores y actividades para fomentar el espíritu empresarial.
Las inciertas salidas ocupacionales de las carreras universitarias —aún de las más modernas como las de diseño, o las nuevas ramas de la ingeniería y la informática— impulsan a los estudiantes a plantearse si su destino depende más de lo que hagan por sí mismos que de un diploma que les otorga su Universidad.
Impulsados por el deseo de encontrar la realización personal con un salario asegurado y, paradójicamente, por los nocivos aspectos una “economía agria”: los estudiantes universitarios comienzan a darse cuenta que tener un empleo “al uso” (si lo consiguen), parece tan arriesgado como iniciar un negocio propio.
Estamos ante el surgimiento de un nuevo perfil de estudiante: “serás emprendedor por las buenas o por las malas”. Vamos a denominarlos (sin rigor que “así serán”) “e-universitarios” (emprendedores universitarios) que no necesariamente es un concepto asociado al de Universidades Emprendedoras.
Más que negocios.
Universidades Emprendedoras“e-universitarios”“un negocio”Los e-universitarios no solo se centran en emprender un negocio rentable, sino en la construcción de un negocio sustentable en el tiempo y conectado con el progreso general de su comunidad; incluso, es frecuente que este nuevo perfil de emprendedores de origen académico estén inspirados por un propósito sin fines de lucro y una visión filantrópica de su propio ejercicio profesional en función de la calidad de vida de su sociedad.
Tengo la esperanza, sinceramente, que los e-universitarios van a crear nuevos horizontes en el mundo de los negocios y serán capaces, cuando exista una masa crítica diseminada por todo el mundo, de cambiar la naturaleza empresarial hacia un perfil más humanizado y de ganar dinero y ejercer el poder en el futuro.
La idea de que el “espíritu empresarial” es algo que puede enseñar y aprender en una universidad no es nueva. Desde hace 60 años, aunque con una expansión exponencial de Universidades que lo intentan y alumnos que participan, funciona igual: se muestran los fundamentos para crear una empresa primero en un aula, luego se ejercita observando el mundo real de los negocios con estudios de casos y finalmente se estimula para que se aprenda a emprender en la práctica (no siempre advirtiendo el fracaso es parte del juego).
La pregunta, después de 60 años que existen programas específicos para formar emprendedores y fomentar el espíritu empresarial de los estudiantes universitarios, es: ¿cómo tiene que ser y qué debe hacer un centro de desarrollo emprendedor de una universidad?
Es más fácil para nuestra idiosincrasia latina decir lo que “no es” y señalar “lo que no debe hacer” un centro o programa para el desarrollo emprendedor en el ámbito universitario (esperanzadamente, así podremos entender mejor el lado proactivo de la cuestión: qué ser y cómo hacer).
No todas las universidades pueden crear, desarrollar y gestionar algo como la Fundación Kauffman, ni todas las universidades tienen las capacidades, los recursos físicos y talentos humanos como la Universidad de Georgetown, o la Escuela Babson.
Lo más importante es evitar suponer que se puede tener “uno de esos” porque se han leído un par libros sobre la metodología de la formación emprendedora en la Universidad de Stanford.
La Ruta 66, aunque te ilusione, no pasa cerca de tu casa. Hay que ir allí y transitar por ella; resulta complicado replicarla; fundamentalmente porque en Silicon Valley hay un tejido sociocultural que propicia un ecosistema para que ocurran cosas como Adobe Systems, Apple Inc., Cisco Systems, Ebay, Google, Hewlett-Packard, Intel, Oracle Corporation, Sun Microsystems o Symantec (entre otras) con alguna facilidad que en la abrumadora mayoría de las Universidades Iberoamericanas no existe.
La burbuja emprendedora de las décadas de 1980/90 atrajo más atención que presupuestos para atender las expectativas internas y demandas externas que se fueron creando en nuestras Universidades.