Estimado señor /a :
Ayer vi publicada su oferta de empleo para redactores web en una página de empleo. Cito textualmente: Necesitamos redactores web para que escriban 45 textos de 300 palabras por 1,50 euros cada uno.
He decidido escribirle estas líneas para explicarle por qué no tiene inscripciones. Por cierto, ¿ese dato no le dice nada?
En primer lugar, no valora el trabajo. Usted le da tan poca importancia al trabajo que lo paga a 1.50 € el artículo. Pues siento decirle que llevo toda mi vida formándome en periodismo y contenidos web y aunque la gran mayoría de españoles sabe escribir, no todo el mundo sabe redactar contenidos para publicar. Supongo que lo sabe (si no escribiría los artículos usted mismo).
En segundo lugar, no valora mi profesionalidad. No sé como lo harán los demás, pero a mí me gusta documentarme sobre lo que escribo, ver qué se dice de un tema en concreto, defensores, detractores, ventajas, inconvenientes, etc. Mis 300 palabras, le aseguro, no las escribo porque sé pulsar teclas, sino que puedo defenderlas ante quien me las cuestione. Ojo, eso no quiere decir que no pueda equivocarme (lo siento, soy humana).
En tercer lugar, no valora mi tiempo. Escribir 45 artículos de 300 palabras lleva su tiempo y 1.50 € no me da ni para pagar la barra de pan diaria. Entienda que en escribir este artículo he tardado unos 40 minutos teniendo en cuenta que lo estoy haciendo con el corazón y no estoy documentándome para ello.
Pues nada, sólo decirle que gracias, pero no, no voy a inscribirme en su oferta. Además, le recomiendo leerse 10 casos en los que decir “NO” a un cliente en este blog. Aquí tiene su artículo de 300 palabras y no se preocupe, no voy a reclamarle 1.50€.