Comencé a leer “mi segundo” libro de Paulo Coelho luego de haber quedado gratamente impresionado con su relato El Alquimista. Sabía que Coelho tenía interés por los “temas ocultos”, de esos que algunas gentes llaman metafísica o nueva era, sin embargo en el desarrollo del tema en El Alquimista no es algo que altere o afecte en gran medida el estilo narrativo ni la estructura de la trama central. Es más bien como unas pinceladas en un lienzo más grande que solo lo descubre el lector precavido. En todo caso, siendo El Alquimista una historia muy original me adentre a leer El Peregrino de Compostela, Diario de un Mago (Planeta 2008, título original “O Diario de um Mago” 1997), y allí sí que el lector se encuentra con la amalgama formada en la mente del autor en cuanto a sus creencias católicas con sus estudios de nueva era, por llamarlo de alguna manera, incorporados a la historia desarrollada en el libro. Tengo que confesar que siempre fui reacio a leer a Coelho, tal vez por la crítica negativa en su propio país de origen, tal vez por la proliferación de títulos en el mercado de su autoría. Vale aclarar que primero se publicó Diario de un Mago, y después El Alquimista, y es el autor brasileño mas leído en el mundo entero en términos de éxito comercial.
El libro se basa en un hecho real, luego de haber recorrido Coelho El Camino de Santiago de Compostela, (razón por la cual compré el libro, por mi interés de saber un poco sobre el famoso camino de peregrinación al norte de España que muchos atribuyen haber sido recorrido por el Apóstol Santiago), tal excursión le sirvió de inspiración para escribir esta historia. Se trata de un hombre que pertenece a la Orden del RAM y sale en búsqueda de una espada que le otorgará el poder de haber ascendido a una categoría espiritual superior, o un entendimiento más diáfano de las cosas de este mundo.
Leyendo el libro de unas doscientas páginas, tengo que concordar con Borges que tenía una clara preferencia por los cuentos y no por las novelas, quien afirmara en el prólogo de Ficciones que era un “desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en 500 páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos”. Pues bien prefiero leer un cuento, salvo que el autor se llame García Márquez o la novela sea Doña Bárbara. Y valga decir que El Peregrino de Compostela no es una novela, ni “noveleta” ni aspira a serlo, aunque así la presente la gente de Planeta. Supongo que es un relato, yo lo llamaría un diario, como lo dice el título original. Es un diario pero no de un mago, sino el diario de un vago, escrito con palabras sencillas sin ánimo de ser una gran obra literaria. Ahora bien, yo me pregunto si escribir un libro con trescientas palabras que se repiten una y otra vez es una técnica literaria o una carencia de vocabulario y de imaginación por parte del autor. Uno comienza a leerlo con la emoción de quien inicia una aventura, pero en el camino se pierde un poco en el aburrimiento, en descripciones del paisaje y de la naturaleza completamente irrelevantes a la historia. ¿Quién no sabe como luce un árbol, una montaña o un río? También describe el ritualismo propio de la secta a la que pertenecía en búsqueda de la tal sabiduría que gracias a Dios lo ha limitado al mínimo pues según el autor no era propio de la obra.
No obstante, el libro si tiene unos pasajes interesantes como el momento cuando se encuentra con su propio demonio, conversa con él y ¡hasta le pide opinión! y según se afirmara en el libro, cada quien, así como posee un ángel de la guarda que te protege, tiene también un diablillo. Así como en los dibujos animados de Disney en los cuales un ángel y un demonio le hablan al personaje cada uno sentado sobre hombros opuestos. Claro, se le puede consultar su opinión siempre que uno no se deje embaucar por las travesuras del diablillo. También tiene párrafos que expresan mensajes sobre la vida cotidiana que pueden ser útiles en cuanto le permiten al lector reflexionar sobre su vida misma, especialmente si como a Coelho quien al momento de hacer la peregrinación era un hombre que se encontraba más perdido que el hijo de Lindbergh, “metafísicamente hablando”, y que una vez finalizado el camino, se encuentra así mismo (o algo encontró). No niego que me costó llegar al final, pero al fin y al cabo ya había pagado los veintidós dólares que me costó el libro. ¿Que si me gusto la obra? Tengo que contestar que si, a pesar de las críticas hechas, las tres o cuatros cosas tontas que ha dicho, que me han hecho analizar los temas presentados y reflexionar mas allá de lo que las cosas aparentan, le hacen un título interesante, sólo que la debió haber escrito en cincuenta páginas y al menos haber utilizado un diccionario de sinónimos. Tendré que darle otra oportunidad a Paulo Coelho. Espero esta vez elegir el título con mayor cuidado, ¿alguna sugerencia?
Camino a Santiago de Compostela
43.650000 -79.533000