Awake: la racionalización de la locura
No es ninguna novedad decir que la industria de las series, particularmente la norteamericana, atraviesa una época dorada, en la que productores, directores guionistas, actores y técnicos, nos han obligado a dejar atrás ciertos prejuicios en torno al género. La propuesta de hoy es comentarles, aprovechando este espacio, algunas cosas que me parezcan interesantes de la serialidad actual (y no tan actual).
Haciendo un repaso rápido de las series que he visto este último tiempo, me encontré con Awake, una serie producida por la cadena NBC en el año 2012, creada por Kyle Killen y protagonizada por Jason Isaacs (Lucius Malfoy, para todos los que vimos Harry Potter).
Awake, que estuvo en pantalla una sola temporada (es difícil competir en franja horaria con la última temporada de Dr. House), hace muestra de un gran ingenio para sostener la estructura narrativa que propone: Michael Brittten es un detective policial que tras sufrir un accidente automovilístico en el que conducía con su mujer y su hijo, vive dos realidades alternativas comunicadas a través del sueño: en una ha sobrevivido al accidente su mujer, y en la otra su hijo de tal modo que la persona que ha fallecido en una realidad, ha sobrevivido en la otra, y a la inversa. En cada una de las realidades concurre a un psiquiatra distinto, y ambos le brindaran argumentos racionales para afirmar que ese mundo es el real, y el otro es producto de su mente. De este modo, al cuestionarse mutuamente, ambos se vuelven válidos. El personaje sostiene que si el precio a pagar por mantener a los dos vivos es la cordura, está dispuesto a hacerlo. No manifiesta voluntad de resolver ese dilema que nos tendrá expectantes durante los 13 episodios de la serie.
Cada episodio sigue el tratamiento psiquiátrico del protagonista, y desarrolla un caso policial, en donde utiliza su padecimiento para resolverlo exitosamente: en una de las realidades encuentra pistas que le permiten resolver el caso en la otra realidad.
Con el correr de los episodios, rápidamente estas tramas auto-conclusivas irán perdiendo peso en el relato. Confieso que no me parecía demasiado atractiva esta parte de la historia, pero se lleva más que bien, ya que se entrelaza permanentemente con la línea narrativa principal.
La dirección, un montaje preciso y la dirección de arte, le aportan en los momentos decisivos los ingredientes necesarios para resolver el enigma. Las imágenes no son simplemente contenedor para la historia, sino que aportan a su construcción. La serie combina con gran maestría el policial urbano con el drama psicológico, y su rápido desenlace no hace más que condensar toda su genialidad.
Por Joaquín Camaño
2014-07-10 Proyector Fantasma