El consumo de carne tiene impacto ecológico sobre la atmósfera y la biosfera. Así lo han demostrado estudios respaldados por la ONU, entre otros. La ganadería produce hasta el 14,5% de los gases de efecto invernadero a causa del proceso digestivo de los animales y la descomposición de materia orgánica. Asimismo, el pasto para el consumo animal y la producción de carne suponen un elevado gasto de agua —en torno a 1.695 litros para una hamburguesa—, energía y uso del suelo, poco sostenibles en la mayoría de los casos. La huella ecológica de la industria cárnica se hace notar en ecosistemas como las selvas sudamericanas, que sufren procesos de deforestación para la plantación de soja y pastos.
La conciencia sobre el problema medioambiental del consumo de carne empezó a aumentar a raíz de un informe de 2006 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Por si fuera poco, la carne también tiene algunos efectos nocivos para la salud reconocidos por la Organización Mundial de la Salud. Y sin embargo, la demanda de carne está en aumento. La FAO espera que crezca hasta un 76% en las próximas tres décadas, en especial en China —cuya creciente clase media consume más productos cárnicos—, India o Brasil, y advierte que debe haber un cambio urgente.
Lunes sin carne y otras iniciativas para reducir el consumo
Según estudios de la Universidad de Oxford y el Instituto Agroscope de Suiza, dejar de consumir carne —sobre todo vacuna y ovina— o leche de vaca es una opción efectiva para cuidar el planeta. Sin embargo, abandonar el consumo de carne no es una opción realista para la dieta de muchas personas, aunque existen otras iniciativas.
El Programa de la ONU para el Medio Ambiente apuesta por un consumo más sostenible y anima a comer carne de granjas ecológicas y no de cría intensiva. Además, sugiere reemplazar la carne roja por el pollo, que suele producirse de manera más sostenible. Otras propuestas incluyen la recreación de productos cárnicos con componentes vegetales, que ya existen en el mercado gracias a diversas marcas de hamburguesas veganas. Con el agua que se emplea para elaborar trescientas hamburguesas vacunas, se estima que se podrían fabricar más de 60.000 veganas.
La producción de carne de vacuno provoca muchas más emisiones contaminantes que la de cerdo o pollo. Fuente: StatistaOtra propuesta de muy largo recorrido son los lunes sin carne, que promueve la reducción de su consumo pero tiene en cuenta que no todos estarán dispuestos a hacerse vegetarianos. Su origen se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando el presidente estadounidense Woodrow Wilson pidió a las familias que dejaran de comer carne durante un día a la semana para evitar un racionamiento severo. Después, y por motivos más medioambientales, el músico británico Paul McCartney puso en marcha la exitosa campaña Meat Free Monday, que han apoyado empresas como Puma o Pizza Express, y figuras mediáticas como la actriz Emma Thompson o el alcalde de Londres, Sadiq Khan. Además, la iniciativa ha llevado a que colegios, hospitales y restaurantes por todo el mundo renuncien a la carne durante un día a la semana. De forma similar, el alcalde de Lyon tomó la polémica medida de decretar en 2021 el fin de la carne en los menús escolares de la ciudad.
Abandonar la carne roja no es la solución definitiva
Con todo, los expertos advierten que renunciar a la carne vacuna no es una solución definitiva, en especial si se sustituye por soja u otros productos cultivados en terrenos deforestados. Según estudios de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las actividades que emiten más gases de efecto invernadero son la producción eléctrica, el transporte y la industria, con porcentajes entre el 22 y el 28%. Por ello, algunos expertos recomiendan, además de reducir el consumo de carne, utilizar más transporte público y reciclar, entre otras opciones, para limitar daños al medioambiente.
El vegetarianismo, entre el negocio y la lucha climática
¿Comer carne contamina el medioambiente? fue publicado en El Orden Mundial - EOM.