Revista Economía

Comercio tradicional y comercio electrónico.

Publicado el 18 diciembre 2019 por Jordi Mulé @jordimule

Por disrupción se entiende, de manera simplificada, cualquier invención, mejora o idea que, una vez aplicada, provoca un cambio en los hábitos o comportamientos de la Sociedad en su conjunto. El fenómeno de las disrupciones no es nuevo en la Historia, si miramos atrás en el tiempo podremos ver cómo, por ejemplo, la invención de la agricultura provocó una de las primeras disrupciones sociales, ya que los hombres pasamos de ser cazadores/recolectores a pasar a ser sedentarios. Una vez ya fuimos sedentarios hizo falta inventar un método para poder registrar las cosechas y gestionar los recursos, fue entonces cuando apareció la escritura y también cuando aprendimos a contar. Las buenas cosechas llevaron a la aparición de los excedentes y estos, a su vez, posibilitaron la aparición del comercio tal como ahora lo conocemos; de esta manera se podía dar salida a los excedentes de las cosechas de una comunidad, que se intercambiaban con los excedentes otras comunidades. De allí a la invención de la moneda ya solo había un paso, y ello también fue una disrupción.

Por lo tanto, por decirlo de alguna manera, las disyunciones serían la forma en que la Sociedad va evolucionando o, quizás también, los efectos de la misma evolución en ella misma, tanto da. Las disrupciones pasan en todos los órdenes de la vida y, actualmente, a causa de la gran evolución que hemos vivido en los últimos treinta años, éstas se van sucediendo por todas partes y han aumentado de manera exponencial, sobretodo, desde la invención de internet y sus grandes y casi infinitas posibilidades. El sector del comercio no está siendo ninguna excepción, una vez apareció Internet era simplemente cuestión de tiempo que apareciera alguna manera de facilitar las transacciones comerciales aprovechando este nuevo medio; ya se vivió algún tipo de aviso tempranero en ese sentido a principios del actual siglo XXI, con la moda entonces de las llamadas "punto-com" pero la cosa no llegó a más seguramente debido a que la tecnología de hace veinte años todavía no estaba del todo preparada para hacer un salto disyuntivo de tal calado y, además, al hecho de que la Sociedad no cambia los hábitos tan rápidamente como lo hace la tecnología actual; hoy en día, la evolución de nuestra tecnología evoluciona mucho más rápido que nuestra propia mentalidad.

No obstante, hoy en día nuestra tecnología ya está preparada para dar un gran salto al comercio electrónico y ello es gracias a la aparición de los smartphones, la mejora en la velocidad de la navegación de los mismos y su fiabilidad, de tal manera que tecnológicamente ya se puede decir que estamos preparados para un modelo de comercio electrónico universal. A esto hay que añadir el hecho de que en los últimos veinte años ha venido al mundo una nueva generación capaz de usar estos nuevos medios electrónicos de manera óptima y que han convivido desde pequeños con ellos, es decir, que vive sin rémoras del pasado en lo que a su comportamiento de consumo se refiere.

Todos nos habremos fijado en la facilidad con la que hoy en día se puede comprar cualquier producto sin movernos de casa y sólo tecleando nuestro teléfono móvil; los hábitos de compra de los consumidores están evolucionando y cambiando de manera muy rápida. Mientras tanto, el Comercio Tradicional de proximidad continúa subsistiendo y ofreciendo sus productos en las tiendas físicas de siempre, sufriendo la fuerte competencia de las grandes franquicias y ahora, además, del Comercio Electrónico; el problema de gran parte del comercio tradicional es el de poder ofrecer un producto a un precio asequible y que le pueda generar suficiente margen teniendo en cuenta que una gran franquicia o distribuidor de Internet, a causa de su gran volumen de compra o al hecho de tener red propia de distribución, lo podrá ofrecer más barato. Ya sabemos que muchos consumidores se mueven por precio, por lo tanto, no poder ser competitivos en precio puede ser un gran problema a medio y largo plazo para muchos pequeños comerciantes.

¿Quiere decir esto que el Comercio Tradicional de proximidad puede verse abocado a una situación insostenible a medio plazo? No es fácil decirlo, pero lo que parece claro es que el comercio electrónico ha venido para quedarse. Posiblemente lo que habrá que hacer en un plazo prudente será algún tipo de evolución o reconversión del sector del Comercio Tradicional aprovechando las mismas posibilidades que Internet ofrece. Una buena iniciativa llevada a cabo en las Terres de l'Ebre fue la creación, ahora hace un año, de un " marketplace" que permite vender por Internet los productos de muchas de las tiendas de Sant Carles de la Ràpita, Deltebre y La Sénia y que fue posible gracias tanto a la iniciativa privada, como a las asociaciones locales de comerciantes y a los gobiernos locales; se trata de una iniciativa pionera que a buen seguro será pronto implantada en otros lugares. En otras palabras, una posible evolución del sector pasaría por aprovechar las nuevas tecnologías para poder llegar a más consumidores haciendo bueno aquello de "si no puedes con alguien, únete a él". Otro evolución que se podría dar sería la de aumentar la la especialización, abriendo puntos de venta donde se ofrecieran productos o servicios muy específicos y difíciles de poderse adquirir por otros medios, sea porque haya que hacerlo presencialmente, sea por cualquier otro motivo. También se podría reconvertir la red de distribución del Comercio Tradicional creando auténticas centrales de compras donde las pequeñas tiendas se pudieran suministrar a precios más bajos para así poder ser más competitivos en precio y poder hacer valer, por encima del precio, los puntos fuertes del Comercio Tradicional, el servicio, la proximidad, la carencia de esperas al adquirir un producto y el asesoramiento experto.

El Comercio Tradicional es una de las puntas de lanza de la economía de nuestro país, no solo somos una sociedad tecnológica o industrial, también somos una sociedad de comerciantes, por lo tanto, fomentar y proteger al Comercio Tradicional tendría que ser una prioridad de todas las Administraciones que, por ello, deberían poner los medios necesarios porque éste pueda cohabitar con tan poderosos competidores y, a su vez, adaptarse a la misma evolución imparable de la Sociedad. Soy un gran defensor del Comercio Tradicional y estoy seguro que hará valer todas sus ventajas y que, por lo tanto, superará y sabrá estar a la altura de los nuevos tiempos, eso sí, con el esfuerzo de todos.


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