Comercios veteranos de Barcelona que nos dicen adiós

Son comercios centenarios de Barcelona, siempre han estado ahí y forman parte de la identidad cultural de los barrios. Pero la crisis y el fin de los alquileres de renta antigua, que tendrá lugar en diciembre de 2014 conforme a la Ley de Arrendamientos Urbanos, hará que algunos de estos supervivientes del pasado tengan que bajar la persiana para siempre.

La histórica librería Catalonia, cerrada hace unos meses, ha dado lugar a un McDonalds. La Canuda, otro clásico, cerrará para que el inmenso espacio ahora ocupado por libros se llene de ropa para Mango. El Palacio del Juguete se llenará de calzado Geox.

¿El motivo? El alquiler de renta antigua permite a los inquilinos pagar unos 600 € por locales que las multinacionales están dispuestas a ocupar por 30.000 € mensuales. Ante estas dos propuestas es fácil imaginar la decisión del propietario de los inmuebles.

El Ayuntamiento de Barcelona ha pecado de inmovilista y ha tardado en legislar una normativa que proteja tiendas de especial interés, como sí lo han hecho otras ciudades como París y Roma.

Estas tiendas otorgan solera, son un reclamo para los turistas y los nacionales y evitan que las calles más concurridas se conviertan en calcos unas de otras, en cualquier gran ciudad del mundo.

Así, en agosto de 2013 el Ayuntamiento se decidió al fin a catalogarlas como “bienes culturales de carácter histórico y etnológico”, una nueva categoría en su clasificación de elementos patrimoniales. Pero no ha desarrollado esta normativa ni protege a los comercios de la amenaza del fin de la renta antigua. Un 41% de los comercios situados en zonas comerciales de la ciudad podrían estar afectados.

Una cincuentena de tiendas se han agrupado en la Asociación del Comercio Emblemático de Barcelona y pretende influir en las decisiones del Ayuntamiento, tomando como base el padrón de 2012 que registraba qué comercios merecían esta consideración.

Las propuestas siguen los esquemas de París y Roma con sus tiendas veteranas: protección y subvenciones para restaurarlas.

Y es que, si nos dejamos llevar únicamente por el capitalismo salvaje, sabemos que los que sobrevivirán son los representantes de ese capitalismo salvaje.