Revista Cultura y Ocio

Comes Hispaniarum Asterio

Por Legionixhispana

Entre los años 418 y 420 d.C. el comes Hispaniarum Asterio acudirá a Tarraco, procedente de la Gallia, al mando de “un grandísimo ejército, encargado de la dirección suprema de una guerra tan decisiva.” … como fue recuperar Hispania para la causa imperial legítima de Occidente (Epístola 11, Consencio).

HONORIO

Honorio. M.N.A.R., Mérida.

Desde finales del año 409 d.C., en la Diócesis Hispaniarum campaban a sus anchas vándalos asdingos y silingos, además de otras tribus alanas y suevas. Estos invasores se habían repartido las provincias de la Baetica, Lusitania, Gallaecia y Cartaginense, viviendo tanto de las rentas fiscales de las mismas, como del saqueo a sus pobladores. La situación de inestabilidad territorial, motivada por la intrusión de estos pueblos germanos, quedará recrudecida, más si cabe, cuando Honorio, legítimo Augusto del Imperio en Occidente, acabe con los días del usurpador Constantino III y su hijo Constante en el verano del año 411 d.C.

Sólo la Tarraconense permanecía libre de ocupación bárbara. En ella se establecerá la base de operaciones militares del Imperio en Hispania, nutrida por tropas regulares, las conocidas como “Honoriacas”, además del resto de las antiguas guarniciones de la Diócesis. Al mando permanecía el usurpador Geroncio, quien, en el mismo verano del año 411, sería abandonado por las viejas unidades hispánicas junto con buena parte de sus tropas regulares, que pasaron al bando del patricio Constancio acantonado al sur de la Gallia.

Geroncio terminará siendo asesinado por los regulares que permanecieron bajo su mando en la Tarraconense, después de que estos se declarasen abiertamente leales a Honorio y su general, por contra, entronizara al hispano Máximo. El nuevo falso Augusto se verá obligado a huir, refugiándose bajo la protección de Gunderico y su ejército de asdingos.

Durante su estancia en Roma, el emperador Honorio autorizará al general Flavio Constancio, patricio de origen romano y mano derecha del Augusto, a preparar un ejército comitatense tropas móviles sin campamento estable -, que actuara en la diócesis hispánica como garantes de su legitimidad y en relevo de las tropas federadas godas de Valia establecidas en tierras de Pompaelo desde el año 416 d.C. El comandante al frente de la comitiva hispaniarum tendría el difícil encargo de combatir contra los bárbaros en la península ibérica y eliminar al nuevo usurpador al trono llamado Máximo.

ASTERIO

Según las últimas interpretaciones, en el centro y mirando hacia el frente, el comes Asterio flanqueado por sus altos mandos antes de la partida a la batalla.

El hombre elegido para esta misión, cometido vital para el Imperio en Occidente, será Asterio, un miembro de la alta nobleza senatorial perteneciente al influyente linaje de los Turcios. Esta rama de la aristocracia romana mantenía estrechos vínculos e intereses comerciales con Hispania y su élite social. Al nuevo comandante se le otorgará el rango de comes (conde). De él se sabe que era un hombre de confianza, inteligente, audaz y destacado por su ferviente y militante devoción cristiana.

Para compensar el número de efectivos visigodos de Valia, tropas que se retiraban a la provincia de la Aquitania Secunda siguiendo instrucciones del general Flavio Constancio, el comes Hispaniarum Asterio movilizó un ejército de unas 11 auxilia palatina y 5 legiones comitatenses; en total, más de 10.000 soldados de élite, muchos de los cuales permanecían preparados y a la espera en la vertiente hispánica de los Pirineos occidentales bajo el mando de un oficial de rango illuster.

Con objeto de igualar al conjunto de enemigos asdingos que, no hacía demasiado tiempo, integraron también los restos de los ejércitos alanos y silingos, Flavio Constancio ordenó a las fuerzas federadas de la monarquía militar Balta, asentadas en Tolosa desde meses atrás, acudir a las órdenes de Asterio. Por su parte, Flavio Constancio encargaba a las otras fuerzas federadas visigodas la estrecha vigilancia de las calzadas romanas más importantes al otro lado de los Pirineos. Mientras, el comes Hispaniarum, acompañado por una comitiva de hombres poderosos y de su propia hija, cruzaba la cordillera helada encabezando su potente ejército dirección a la base de operaciones dispuesta en la ciudad de Tarraco.

La decisión de utilizar esta ciudad como campamento base, territorio donde preparar la inminente contienda, se debía a las propias características administrativas, geográficas y estratégicas de la misma. Tarraco, capital de provincia y administrativa de su entorno dependiente, también era sede del emperador y del obispo metropolitano. Contaba con un puerto de relevancia, vuelto a activar décadas atrás y bien comunicado. Pero si en algo destacaba Tarraco en este periodo tardoantiguo era que se trataba de la única capital provincial en Hispania que aún permanecía bajo poder legítimo del Imperio romano.

Comes Hispaniarum Asterio

Anfiteatro de Tarraco. Actual Tarragona.

El campamento al que hacemos referencia se construiría a unas cinco millas de la antigua ciudad hispanorromana, sobre una explanada próxima al Tulcis flumen (río Francolí) y en paralelo a la vía De Italia in Hispanias que conectaba la capital tarraconense con las ciudades de Ilerda y Caesaraugusta. Cercana a este camino de interior, en plena intersección, se localizaba la vieja Vía Augusta, aquella  calzada romana costera que comunicaba Hispania con la Gallia e Italia.

La base de operaciones preparada en Tarraco contaría con las dependencias propias de cualquier otro campamento militar: valetudinaria, contubernia, fabricae, cuarteles de tribunos, áreas destinadas a la construcción, termas castrenses con letrinas y zonas para el entrenamiento de soldados. Los horrea, imprescindibles para el suministro de alimentos del ejército, se ubicaron próximos a la zona portuaria, en el suburbio donde se establecieron las tropas visigodas. Tanto por el Tulci flumen, como por su camino acondicionado en paralelo, se trasportaban desde el puerto los suministros militares, además del dinero para el pago de soldadas. Por el contrario, el suministro de agua potable, vital para los soldados y animales, se realizaba a través de las canalizaciones que conectaban el campamento con un acueducto localizado a tan sólo 600 metros de distancia y por cuya arquería pasaba el mismo camino De Italia in Hispanias en comunicación con las otras ciudades del interior.

El edificio principal, con claro aspecto de villae, contaba con planta rectangular y fachada abierta a un pórtico. Destacaba por sus dos estancias principales: el centro de mando o principia y el praetorium, interconectados uno al otro. Era el principia además un espacio de santuario o Sacellum, lugar donde se custodiaban las estatuas para el culto imperial, los signas (emblemas y estandartes del ejército), los vexilla (las banderas de las legiones y las tropas de caballería), además de los altares dedicados a sus dioses. En este santuario, más concretamente en su cámara subterránea, era donde se guardaba y protegía el aerarium, los caudales que llegaban desde el puerto para el pago al ejército. El praetorium era la estancia donde se alojaba el comandante. Fue precisamente esta estancia central la elegida por Asterio para residir él junto a su hija y siervos, amigos y parientes, todos ellos bajo la protección de las murallas y un nutrido número de soldados.

Al poco de su llegada, el comes recibió una solicitud de auxilio de un aristócrata provincial de nombre Severo. El noble solicitaba al comandante de los ejércitos en Hispania protección para su mujer, Severa, y para su sobrina en las instalaciones militares. Al parecer un monje llamado Frontón los acusaba de promulgar la doctrina presbiteriana. La familia tarraconense temía las reacciones hostiles del pueblo, por lo que pedían asilo en un lugar seguro y bien protegido.

Quiso Asterio hacerse eco de la ayuda solicitada por su amistad, disponiendo la comparecencia del monje en el praetorium. Más aún, tal demanda se hacía conforme a la carta enviada por Severo, pues en ella se afirmaba que, no sólo a su familia, sino también al propio comandante del ejército imperial, además de a otros miembros de la aristocracia de la ciudad, se les estaba acusando de herejía.

Cuando el comes Hispaniarum hizo llamar al monje, este se negó a acudir a la residencia del comandante; alegaba que temía por su vida, pues sospechaba de algún tipo de trampa urdida por los nobles tarraconenses de camino al campamento. Por el contrario, el presbítero Frontón solicitaba mantener el encuentro en una basílica localizada a cierta distancia de la base. En este templo cristiano el comes podría interrogarle de todo cuanto considerase oportuno, pues era un hombre justo y temeroso de Dios. El clérigo le sabría hacer entender al militar que todo lo afirmado por Severo en su carta no eran más que acusaciones falsas e injuriosas hacia su persona.

Comes Hispaniarum Asterio

Basílica funeraria del Parc Central, Tarragona. Datada de la primera mitad del siglo V d.C.

Y así se llevó a cabo la reunión en la basílica entre el monje y el comes Hispaniarum, descartadas las posibilidades de enviar mensajero o realizar alegaciones por escrito. Asterio se presentó temprano en el templo y después de escuchar la versión del monje, le pidió a este que se acordara de él y de sus hombres en sus plegarias, puesto que estaba a punto de marchar a la guerra con sus ejércitos. (Epístola, 11. Consencio)

Al igual que el comandante solicitara al fraile mención en sus plegarias, él, siendo hombre gran devoto y profeso, haría lo propio a las puertas del praetorium. Acompañado de sus altos mandos, ante su poderoso ejército comitatense y de federados visigodos, bendijo los estandartes después de ofrecer una solemne plegaria a Dios por el desenlace final de la batalla. En el año 419 d.C., el ejército imperial, llegado de la Gallia, marchaba a la guerra. Tomaría la vía De Italia in Hispanias, el camino del interior, hacia el encuentro con su enemigo.

Comes Hispaniarum Asterio

Vistas de las Médulas desde el mirador. El Bierzo, León.

Los suevos, dirigidos por su rey Hermerico, se habían adentrado en tierras del antiguo conventus Asturicensis, territorio controlado por los vándalos asdingos. En esta región, en el interior de una zona montañosa conocida como Montes Nevasos, el ejército suevo quedará sitiado por las tropas de Gunderico y sus aliados alanos. Sólo la providencial intervención del ejército de Asterio logrará romper el cerco y otorgar el triunfo a los suevos.

Fue entonces cuando las tropas asdingas, en un primer movimiento de repliegue, se verán obligadas a retirarse y marchar hacia la ciudad de Bracara, perseguidos y acosados por el ejército imperial.

Comes Hispaniarum Asterio

Conjunto de miliarios en los exteriores del Museo Regional de Arqueología Dom Diego de Sousa. Braga, Portugal.

A su encuentro acudió la guarnición del vicarius Maurocelo, encargado de interceptar a los vándalos en su huía hacia el noroeste peninsular. Aunque el ejército de Gunderico sería finalmente derrotado y obligado a escapar a la Baetica, en su retirada lograrán dar muerte a buena parte de los hombres del vicarius. Libre de vándalos, los suevos serán los que finalmente se establezcan en la Gallaecia.

Máximo, que se había refugiado con los asdingos, fue también derrotado tras la victoria del comes Hispaniarum sobre los bárbaros en Bracara. Capturado el usurpador de las Hispanias, será trasladado a Rávena y ejecutado públicamente durante las celebraciones de la Tricenalia en el año 422 d.C.

Por sus victorias militares de los años 419-420, el comes Asterio, después de abandonar la península junto a su ejército, fue recompensado con el título de Patricius, la más alta dignidad. En el campamento de Tarraco sólo permanecerá parte de su ejército regular a la espera de un sustituto y nuevos refuerzos. Ese hombre sería Castino, comandante de mayor confianza de Flavio Constancio que llegaba después de realizar una expedición contra los francos de la Gallia. Lo haría bajo el rango de Magister Millitum, el mismo título que ostentara al final su predecesor Asterio.

Hasta entrado el tercer cuarto del siglo V d.C., el campamento base se convertirá en centro de mando de las operaciones militares en territorio hispano llevadas a cabo por las tropas procedentes de la Gallia; unas defensas seguras donde también refugiarse en caso de derrota o retirada. Este movimiento constante del ejército imperial condicionará, paralelamente, que la ciudad de Tarraco disfrute de una segunda época de esplendor después de la crisis del siglo III d.C. y la pérdida de poder que le supuso la reorganización administrativa y territorial llevadas a cabo por el emperador Diocleciano a principios del siglo IV d.C. Su puerto y el comercio allí practicado quedará completamente reactivado, entre otras razones, gracias a la llegada de estos ejércitos romanos de Occidente.

Según las últimas teorías, el principia y el praetorium, así como las termas castrenses de este campamento construido en la única provincia hispana controlada por el Imperio durante la tardoantigüedad, podrían corresponder a los restos arqueológicos de lo que, tradicionalmente, se ha venido a conocer como villa-mausoleo de Centcelles. Pero eso te lo contamos en el siguiente artículo.

Comes Hispaniarum Asterio

Fachada principal de la villa-mausoleo de Centcelles. Constantí, Tarragona.

Bibliografía:

  • España, siglo V. La Monarquía goda Balta y la Diócesis de las Españas (Luis A. García Moreno)
  • Centcelles y el praetorium del comes Hispaniarum Asterio en Tarraco (Josep Anton Remolà Vallverdú y Meritxell Pérez Martínez)
  • Judíos, católicos y herejes: el microcosmo balear y tarraconense de Severus de Menorca, Consentius y Orosius (Universidad de Granada)

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