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[Cómic] Las chicas kawaii de Kishimoto

Publicado el 29 diciembre 2014 por Despiram @FrikArteWeb

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[Cómic] Las chicas kawaii de Kishimoto


Pol F 29 diciembre, 2014 0 [Cómic] Las chicas kawaii de Kishimoto

Este artículo contiene spoilers del final del manga Naruto (#699-#700)

Cuando me enteré de que Naruto terminaba (y esta vez, en serio), ese instinto de lectora de manga que probablemente también llevéis dentro me dijo que iba a ser terrible. La trayectoria de Shippuden se encontraba de capa caída desde hacía una temporada, especialmente en los últimos años de publicación, cuando empezaron a suceder cosas tan incomprensibles como la guerra contra compatriotas zombis o todo el arco de personaje (bastante cuestionable y anticlimático) de Sasuke Uchiha.

Pero si hay algo que leer manga nos ha enseñado es que no apuntemos muy alto con los finales. Me da tristeza admitirlo porque todo lector debería aspirar al mejor final posible, pero por alguna extraña razón el mundo del manga suele pinchar en los finales y nos hemos acostumbrado a aceptar lo que sea con tal de no tener sagas interminables de muy poca calidad. Y en caso de que os lo estéis preguntando: sí, me refiero a Bleach.

No obstante, una cosa es un final malo y otra muy diferente es que Masashi Kishimoto, después de quince años de publicación, me copie de pies a cabeza el epílogo de Harry Potter, incluidos los niños calcados a sus padres y los personajes femeninos como meras incubadoras humanas. Porque permitid que os lo diga, pero las chicas de Naruto ni son chicas, ni son personas. Son objetos que pintan en el fondo de los paneles para llenar los huecos.

Os podría hacer un ensayo sobre todo lo que hundió a Naruto como manga durante la saga de Shippuden, pero me urge muchísimo más hablar de lo que ocurrió en el capítulo #700 y de lo que ello significa para los personajes femeninos y para la representación de la mujer porque es un tema muy importante del cual nadie dice ni pío.

Chica, a casarse y a tener clones. Digo, hijos.

Yo soy la primera en decir que hay que tener en cuenta el rol de la cultura entre las influencias de los productos mediáticos. No se puede comprender un manga, una película o una serie de televisión sin tener en cuenta dónde, cuándo y quién los ha escrito y producido. Pero aceptar las influencias culturales y conformarse con ellas son dos cosas muy diferentes.

Las bases de la cultura de Japón siempre han estado marcadas por el respeto y la disciplina. Son pilares que sustentan su forma de actuar y de pensar, algo que les hace únicos de cara al resto del mundo. No obstante, respeto y disciplina no conllevan la absoluta sumisión y mucho meno en los tiempos que corren.

Los personajes femeninos en el manga han tenido más evolución de la que nos creemos. De madres, hermanas y esposas que aparecían esporádicamente para ocuparse del hogar y de los niños, a protagonistas que deciden que ya han tenido suficiente y reparten a diestro y siniestro (y por poner un ejemplo que me parece indispensable, os recomiendo que le echéis el ojo a Rin de Mugen no Juunin o La espada del Inmortal). Pero el que haya personajes femeninos fuertes en algún que otro manga no quiere decir que no haya años luz que recorrer.

Lo que me lleva a la gran incógnita que es el matrimonio entre Naruto Uzumaki y Hinata Hyuga.

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Naruto, Boruto (Bolt) y la ronda de aplausos a la creatividad.

Todo el mundo me dijo en su momento que “se veía venir”, que “estaba cantado desde el principio”. Que “iban a acabar juntos porque Kishimoto así lo quería”. Yo la verdad es que no sé si lo quería Kishimoto o la Shonen Jump, pero sí sé que cuando llegué a esta parte del número #700 de Naruto tenía tal cara de incredulidad que tuve que apagar el ordenador e irme a dar vueltas por el salón pensando en las musarañas.

Dejad que me explique: Hinata es uno de los grandes personajes desaprovechados de Naruto. Se trata de una kunoichi poderosa y con una historia familiar interesante que ha quedado relegada a ser la muchacha tímida que sigue a Naruto por todos lados y se esconde detrás de farolas. El problema no es el que sea tímida o el que esté colada por Naruto. El problema es que jamás le han dado ni voz propia ni arco argumental en el que al menos despierte un mínimo interés en el lector. Hinata se ha convertido en aquellas mujeres florero que los hombres ganan cual premio en una feria. Y eso ni siquiera es lo peor.

La relación entre Naruto y Hinata tiene dos grandes problemas. El primero es el narrativo. Se trata de una relación hecha con prisas, donde los agujeros argumentales se aprecian desde lejos. Si tu intención como creador (o la intención de tu editorial, ya que estamos) es la de escribir un final en el cual “Personaje A” forme pareja con “Personaje B” te ves obligado a ir dejando pistas a lo largo de la narración. A esto se llama “sembrar”. Y no vale con sembrar sólo por parte de un personaje, sino de ambos. ¿Qué ocurre al final en Naruto? Pues que te tienes que sacar una película entera de la manga para explicar el hecho de que, de repente, el protagonista de tu historia acabe con la chica por la que jamás en su vida mostró interés y con la que ha compartido viñetas de manga en contadas ocasiones. Y no, los capítulos de relleno no cuentan porque no están en la historia principal, que es el manga. Suplir con capítulos de relleno y películas lo que no has sabido narrar en tu historia principal es hacer trampa.

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Hinata y Himawari.

Lo que me lleva al segundo problema que tiene la relación entre Naruto y Hinata. La idea de sumisión y de dedicación absoluta (un poco aterradora, dejad que os lo diga) que representa Hinata hacia Naruto me inquieta muchísimo, especialmente porque tiene un desarrollo narrativo mínimo y porque valida ese estereotipo cultural tan extendido por el cual una mujer es plenamente mujer y plenamente exitosa en la vida cuando se casa y forma una familia. Si a esto le sumamos la falta de personalidad, evolución y argumento de Hinata, podemos concluir en que Hinata no es un personaje. Hinata es una cosa con la que Naruto se hace y con la que tiene hijos (los cuales son copias físicas y emocionales de ellos mismos porque todos sabemos que así funciona la genética en el mundo de la ficción).

El caso de Hinata no es el único. Releed todo el número #700 de Naruto y decidme cuántas mujeres que a duras penas han tenido tiempo propio en el manga no acaban casadas y con hijos, a veces con personajes con los cuales no han interactuado jamás. Y sólo por poner un ejemplo, prestad especial atención a Ino Yamanaka y Sai.

Si al leerlo te crees que has entrado en la dimensión desconocida, probablemente tengas razón.

Me quiere mucho, mamá. O el “Paradigma Sakura”

No obstante, más allá de Hinata y de Naruto, si hay algo que me preocupa horrores y de lo cual he visto quejarse a muy pocas personas, es del final que Kishimoto escribió para Sakura Haruno. El caso de Sakura es algo que me duele en el alma, no sólo porque Kishimoto nunca consiguió hacer que evolucionara, sino porque además le quitó la poca consistencia que tenía, degradándola a… A nadie sabe qué.

La idea detrás del personaje de Sakura fue en un principio la de el interés amoroso, para sorpresa de absolutamente nadie. Todos sabemos que la misión de la mujer en este mundo es que alguien nos ame. Nos levantamos cada mañana y nos quedamos mirando por la ventana, esperando a que un Príncipe Azul nos rescate y nos haga suya. Claramente, la concepción de Sakura no iba a ser diferente.

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Sakura y las estanterías.

Aún recuerdo que en las primeras entrevistas que hizo, Kishimoto decía que cuando le enseñó el diseño del personaje a amigos y conocidos, éstos le dijeron que Sakura “no era lo suficientemente mona”. Porque claro, es imposible concebir que una chica no sea mona. Sobre todo si vas a dedicarte a un trabajo en el que tu vida peligra y en el que probablemente acabes desfigurada. O peor, muerta. Pero, oye, al menos serás un cadáver mono, sí, señor.

Más allá de su concepción, Sakura protagonizó varios momentos en los que estuvo a punto de convertirse en un personaje muy interesante en lugar de un mero interés amoroso: la lucha contra Sasori, aquella vez en la que intentó matar a Sasuke por el bien común, o la batalla final contra Madara Uchiha. No sé si es que Kishimoto jamás se atrevió, o si nunca quiso, o si la Shonen Jump se negó en rotundo, pero Sakura fue (y siempre será) el personaje más desaprovechado de Naruto.

El final de Sakura es como para encogerse de hombros, mirar al cielo y preguntarse en voz alta por qué. De estudiante de Hokage a ama de casa que limpia estanterías, friega suelos y cría a su hija ella sola porque al parecer su marido está muy ocupado explorando los bosques y plantando pinos.

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Sasuke disculpándose ante Sakura, pero vaya. No hay nada que disculpar, Sasuke.

Ah, porque sí. Porque después de 699 capítulos en los cuales Sasuke Uchiha la repudió hasta el punto en que casi la mata… Sakura acaba con él después de una muy mal escrita disculpa y un toquecito fraternal en la frente. Perdonadme si alzo una ceja y entrecierro los ojos, pero es que poco más queda por hacer. ¡Claro que sí, Kishimoto! Hagamos que Sakura acabe con el chico que a los doce años la dejó inconsciente en un banco de un parque en mitad de la noche porque estaba demasiado ocupado traicionando a su gente. Por favor, cómo no aspirar a amar a esa persona y tener sus hijos y criarlos sola. Esto es a lo que toda mujer poderosa debería aspirar. ¡Mamá, me voy a buscar a alguien que intente perforarme el pecho con un cuchillo bajo una cascada y luego me use para procrear! ¡El amor de mi vida, mamá!

El hecho de que tras la escueta disculpa de Sasuke, Sakura le pregunte “¿disculparte por qué?” y le regale una sonrisa de oreja a oreja dice mucho de lo que Kishimoto y la Shonen Jump opinan de las protagonistas mujeres. No hay nada mejor para el respeto propio y para dar de ejemplo a las niñas que el que acabes casada con la persona que más te ha maltratado en 700 números de manga. Y encima fregándole los suelos y criándole a los hijos.

Cuando os hablaba de la influencia de la cultura, me refería a esto. El que las mujeres de un manga acaben siendo amas de casa e intereses amorosos no es nada nuevo. Mirad por ejemplo a Haru y Kiyoko en Katekyo Hitman Reborn! y en cómo no eran más que las chicas que fregaban los suelos y hacían la comida. Y lo más curioso es que el manga estaba escrito por Akira Amano, una mujer.

Lo peor de todo es que esta imagen de la mujer en la cocina, de la mujer cuya máxima aspiración es el matrimonio y los hijos es algo muy extendido en la cultura popular. Y no me refiero únicamente a la cultura popular japonesa, sino a la universal. Se trata de un estereotipo cultural contra el cual deberían luchar tanto creadores como consumidores. Lo único que nos va a dar el conformismo es más finales como el #700 de Naruto, donde si tienes útero tu única función es engendrar niños y limpiar estanterías.

[pinit]
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ETIQUETAS » Masashi Kishimoto, Naruto, Naruto Shippuden, PortadaOK Escrito en » Cómic, Varios

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