[Cómic] ¡Puta guerra!
Pol F 15 junio, 2015 0
Con toda la fiebre editorial debido a la Feria del Libro madrileña, estas semanas he estado de librería en librería. Si bien echar tanto tiempo entre tomos y novelas fue una mala decisión económica para mi bolsillo (aunque tampoco puedo decir que lo lamente; seguro que vosotros y vosotras también compartís esta obsesión con los libros), me encontré con un cómic que no puedo dejar de reseñar.
En 2010 se publicó ¡Puta guerra! (o en el original, Putain de Guerre!), un cómic francés de Jacques Tardi y Jean-Pierre Verney que narra de forma cruda e históricamente rigurosa la Primera Guerra Mundial. En sus 144 páginas, el dibujo y el guión hacen a la vez de documental y de película, denunciando en todo momento la deshumanización que provocan los conflictos bélicos.
Los boches, los tommies y la guerra de trincheras: el rigor histórico
Lo que hay detrás de ¡Puta guerra! son años de investigación y planteamiento. Narrar la historia de un soldado que combate en la Primera Guerra Mundial no es tan sencillo como creemos, mucho menos si se trata de una guerra que desconocemos en comparación con su hermana: la Segunda Guerra Mundial, hecho histórico que hemos visto retratado en la cultura popular en innumerables ocasiones.
Viñeta del año 1914 en ¡Puta guerra!
En este tebeo en concreto, Tardi no se deja nada en el tintero. Desde los motes de los diferentes ejércitos, pasando por la geografía europea y detallando el armamento y la artillería que se desplegó para la Gran Guerra, vemos cómo se van añadiendo todos los agentes, circunstancias y batallas que invadieron Europa desde 1914 a 1918 en un conflicto que llegó a involucrar al mundo entero.
Con el uso de una narración directa a la vez que poética, un soldado sin nombre va contando en primera persona año por año el esfuerzo bélico. Los detalles en los que se detiene son tan exclusivos y verídicos que podemos entrever con facilidad la investigación que Tardi llevó a cabo para guionizar este cómic. El sarcasmo del protagonista a la hora de narrar las batallas y las decisiones de sus superiores se mezcla con el miedo, la desesperación y la doble moral de soldados que se mataban en trincheras contra unos enemigos con los que llegaban a compartir cigarrillos, siestas o sentimientos.
La narración en primera persona produce un fuerte grado de empatía en el/la lector/a.
En esta historia cada palabra tiene un uso preciso; cada frase tiene un sentido. El lector o lectora no se pierde en ningún momento las emociones que Tardi consigue transmitir en los diferentes bocadillos del cómic, algunos más extensos, otros más directos. Tardi lo cuestiona todo: la razón de ser de las guerras, la carnicería del avance armamentístico, el ensalzamiento del asesinato del “enemigo” y la desolación que queda una vez firmada la paz.
Más allá de un cómic
La estructura de ¡Puta guerra! es visualmente sencilla: de tres a cinco viñetas por página, casi siempre de imágenes estáticas. El dibujo de Verney empieza con un colorido espectacular en el primer año de la guerra: uniformes franceses de un azul y un rojo brillante contra unos eternos prados verdes. No obstante, a medida que los años se van sucediendo en la narración, el color se va perdiendo. Ya no hay uniformes brillantes, ni prados verdes, ni cielos azules. Queda el rojo sobre la nieve y el naranja sobre el cielo, pero la única distinción entre las trincheras y los combatientes son la forma de sus cascos y el grotesco de sus heridas.
Cinismo, desolación y la falta de color a medida que se acerca el final de la guerra.
El dibujo acompaña al guión de forma magistral. Narraciones en paralelo entre los combatientes y la retaguardia, entre el pasado y el presente. El racismo, el colonialismo, el machismo, la xenofobia… Todos estos sentimientos y realidades de la Europa de principios de siglo XX se ven reflejados y criticados en la narración, especialmente en la sociedad de postguerra que Tardi y Verney no se olvidan de retratar.
Para añadir no sólo rigor histórico, sino también una buena lección de lo que supuso la Gran Guerra, el cómic incluye al final un dossier cronológico en el que se detallan a modo de reportaje los avances del conflicto tanto en lo que se refiere a batallas como a innovación armamentística, sin dejar de añadir fotografías de archivo de los verdaderos combatientes y sus trágicos finales. Además, y para obligarnos a quitarnos el sombrero ante la obra, Tardi adjunta un diccionario de “vocabulario de trincheras” para añadir verosimilitud a la voz de su protagonista, quien utiliza términos muy concretos para referirse a situaciones, países o armas que el lector o lectora no conoce.
En conclusión, ¡Puta guerra! no es sólo un artículo de colección para los amantes de los tebeos bélicos, sino también una auténtica clase de historia (y hasta cierto punto, de moral y ética) para cualquier persona del mundo.
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