Comic Review – El aliento del Wendigo de Mathieu Missoffe y Charlie Adlard

Comic Review…por César del Campo de Acuña

El aliento del wendigo de Mathieu Missoffe y Charlie Adlard

No sé si en alguna ocasión les ha ocurrido que no saben cómo un cómic ha llegado a sus estantes. Están ustedes tan tranquilos, paseando los ojos por ese muro de lomos en busca de un tebeo que hace tiempo que no leen para pasar la tarde, y de repente te saltan a la cara unos autores y un título que no te suenan de nada. ¿De dónde porras ha salido este ejemplar?, ¿Un regalo de cumpleaños archivado?, ¿Un premio olvidado?, ¿Un intercambio?, ¿o será unas de esas cosas que te prestan y jamás vuelven al lugar de origen? (esa última queda rápidamente descartada cuando te paras a pesar que no tienes amigos)…quien sabe. El caso es que a mí me paso recientemente todo lo que les estoy contando con la obra El aliento del Wendigo de Mathieu Missoffe y Charlie Adlar, una interesante historia de terror ambientada en la Primera Guerra Mundial en la que un nativo norteamericano (ahora está mal visto utilizar la palabra Indio) busca al Wendigo en la Francia de las trincheras de principio del siglo XX para vengar a su tribu.

Claro, que la trama contada así pierde. Pero si les digo que hay alianzas forzosas entre los dos bandos, caníbales, locos escapados de hospitales, nubes de gas mostaza, tiroteos, cuerpos despedazados y un monstruo que vive en un castillo la cosa cambia ¿verdad? Si, y mucho. No esperaba nada y me he llevado una grata sorpresa. Tampoco es la mejor historia del mundo pero es uno de esos tebeos agradecidos de leer, extremadamente entretenidos e inconsecuentes con los que de tarde en tarde disfrutamos los aficionados a las viñetas (no todo en esta vida van a ser obras trascendentales para el medio o series épicas) por el mero hecho de sentarnos frente a un comic que solo nos pide que nos dejemos llevar sin exigirnos que busquemos un significado a todo lo que los autores han puesto frente a nosotros. Vamos, que si están buscado un relato denuncia de los horrores de la guerra utilizando la metáfora del Wendigo y de la deshumanización no es que no lo vallan a encontrar aquí pero si quieren tal nivel de altitud se han equivocado de piso.

Mathieu Missoffe presenta una historia de terror sencilla, entretenida y ligera sin la pretensión de sumergir al lector en el brutal conflicto de la Primera Guerra Mundial. Pero, ojo, tampoco piensen que la visión de la primera gran guerra mostrada en este tebeo es un paseo por el campo; en El aliento del Wendigo, es simplemente el entorno en el que el guionista decide que la acción se desarrolle y no por eso va a quitar de en medio el brutal efecto sobre el terreno de la lucha de trincheras, los efectos devastadores de las nubes de gas o los cruentos recuerdos de los soldados. La acción transcurre en la guerra y aunque no se para en el dramatismo, no duda en recalcar en cada página los horrores de la guerra. ¿Y quién consigue que cada página parezca un baño de sangre, barro y cielos grises? Pues Charlie Adlard, el dibujante de Los Muertos Vivientes de Robert Kirkman, que con su estilo oscuro y orgánico hace que las viñetas más cruentas salpiquen, repugnen y fascinen a partes iguales. Eso sí, el diseño del Wendigo es un poco flojo.

Aun me pregunto cómo ha llegado El aliento del Wendigo a mis estantes, pero me alegro de contar con este entretenido tebeo en mi colección y no solo porque sea un declarado fan del terror en todas sus formas, sino porque es uno de esos cómics sin peso y poso que apetece leer de cuando en cuando por el mero hecho de pasarlo bien frente a unas viñetas. Si están hartos de sentirse esclavizados por series eternas que les tienen que gustar porque los sabios dicen que les tienen que gustar o de leer obras en las que hay que buscar un motivo en todas y cada una de las viñetas que la compongan y les gustan las historias de guerra, con toques de terror y fantástico el comic pergeñado por Missoffe y Adlard es lo que estaban buscando. Entretenimiento sencillo, con ciertas gotas de belleza sobrenatural en su orgánica y espeluznante violencia dispuestas en una edición en formato físico sobresaliente (presentación álbum francés) rematado con una pequeña galería de bocetos de Adlard.