Comic Review…por César del Campo de Acuña
Madame Livingstone – Congo, la Gran Guerra de Christophe Cassiau-Haurie y Barly Baruti
Si hay un conflicto bélico que la humanidad ha querido obviar ese es sin lugar a dudas la Primera Guerra Mundial. Sea por lo cruenta que resulto la contienda o por ser el resultado de la decadencia de los imperios coloniales La Gran Guerra palidece de envidia ante la atención que la Segunda Guerra Mundial ha recibido. Las gestas bélicas en las enlodadas trincheras que pintaron feas cicatrices en la vieja Europa no resultan igual de atractivas que las historias de mismo corte acontecidas años después por todo el continente en la contienda que enfrento a las tropas de los Aliados contra las de las Potencias del Eje. La Primera Guerra Mundial fue una guerra sucia; el armamento químico utilizado en los campos de batalla, los abusos que sufrió la población civil y, en general, la brutalidad vista en los asaltos a las trincheras han convertido a esta pugna en un momento de la historia que no demasiadas personas quieren revisitar ya que, invariablemente, van a salir manchados al no existir una percepción realmente clara de porque se derramo tanta sangre por todo el mundo.
Lo que si es cierto es que la mayor parte de los relatos, sean escritos o cinematográficos, que se atreven a volver a aquella guerra siempre posan su atención en lo que ocurrió en Europa y obvian que por todo el globo, en las colonias, hubo enfrentamientos entre los imperios enfrentados. Afortunadamente el comic suele llegar a donde otros medios de comunicación y, o, información llegan atreviéndose a contar los combates de la Primera Guerra Mundial que no sucedieron en Europa. Un buen ejemplo lo encontramos en Madame Livingstone – Congo, la Gran Guerra de Christophe Cassiau-Haurie y Barly Baruti una historia recogida en un estupendo tomo editado en España por Yermo Ediciones. Esta historia publicada en 2014 nos lleva al Congo Belga durante La Gran Guerra para plasmar el encuentro, ficticio, entre un Oficial del Ejercito Real Belga y un rastreador nativo que dice ser hijo del famoso explorador escocés David Livingstone durante los eventos previos y posteriores a la peligrosa misión de hundir el barco de guerra Graf von Goetzen. El Oficial, Gaston Mercier, entablara una relación de amistad con el peculiar, y supuesto, descendiente de Livingstone, en la que tratara de averiguar si la historia de este último es cierta a la vez que aprenderá como el conflicto entre dos potencias coloniales extranjeras afecta a la población nativa del Congo.
En si la trama es interesante aunque no sé hasta qué punto Christophe Cassiau-Haurie hace un buen trabajo ya que el relato original en el que se basa esta obra no lo firma él. Dicho esto, y sin conocer el trabajo del autor original (Appollo) ni su trabajo, si puedo afirmar que la relación entre los dos protagonistas de este relato se desarrolla cabalgando a lomos de tópicos raciales que hoy nos incomodan pero que principios del pasado XX pocas, o muy pocas, personas encontraban censurables, cuestionables o determinantes. Me refiero a manidos recursos argumentales como el amor imposible entre dos individuos de diferentes razas, la segregación o al de la superioridad moral del nativo frente a la brutalidad del hombre blanco entre otros. Si bien es cierto que no le faltan razones a los autores para sacarlos a pasear no es menos cierto que a base de explotarlos han terminado por convertirse en clichés y así el impacto de frases lapidarias destinadas a tener un impacto en la conciencia del lector como la de “en mi hogar solo matamos cuando cazamos” suena ridícula hasta decir basta. Dicho esto no piensen que Madame Livingstone – Congo, la Gran Guerra no merece su tiempo. Sencillamente la trama se mueve gracias a una suerte de discriminación positiva que, como ya he mencionado, ralla en la ridiculez por lo pueril de su argumentario.
Por otro lado el aspecto visual de la obra es ciertamente destacable gracias a la sorprendente labor realizada por Barly Baruti. Personalmente he encontrado especialmente acertada sus planos generales y las páginas en las que los colores son más brillantes. Es cierto que no otorga de demasiada personalidad, a través de sus rasgos faciales, a los protagonistas pero realiza una puesta de escena general, gracias a su estilo y a sus conexiones con el escenario en el que se sucede la historia, sobresaliente siendo este quizás el aspecto que más me ha gustado de la obra. No les engaño si les digo que en algunos momentos quede totalmente embobado viendo la majestuosidad sin necesidad de precisos detalles que las páginas de Baruti transmiten siendo uno de los principales motivos por los que Madame Livingstone – Congo, la Gran Guerra es un comic recomendable.
Por otro lado este tomo es recomendable para los aficionados al cómic bélico, para aquellos lectores impenitentes de la BD y para aquellos que quieran descubrir que la Primera Guerra Mundial no solo sucedió en Europa. Añadan que los extras que contiene el tomo son realmente interesantes y útiles para con la historia completándola formidablemente al aportar datos que ayudan a comprender la dimensión del conflicto. Eso sí, tengan en cuenta que durante las 128 páginas van a ser sermoneados y educados en cuestiones raciales por un ciudadano belga siendo esta nación la última (y de sus ciudadanos) de la que esperaría que trataran de educar a los demás en este tipo de incomodas y espinosas cuestiones. Pero si son capaces de pasar por alto este hecho y encajan en algunos de los perfiles que anteriormente he mencionado seguro que encontraran en las páginas de Madame Livingstone – Congo, la Gran Guerra un relato que no querrán dejar de llevarse a casa.
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