Comic Review…por César del Campo de Acuña
Spiderman: Azul de Jeph Loeb y Tim Sale
Cuando empecé a leer comics de superhéroes de manera continuada, es decir no comprando números sueltos de colecciones diferentes que nunca terminaba, el primer personaje que se coló en casa fue Spider-Man. Al calor del éxito de la película estrenada en 2002 y dirigida por Sam Raimi me abone a un coleccionable de cincuenta números que, como bisoño lector, me entusiasmo hasta el punto de comprar Spiderman. La guía definitiva de Tom de Falco para saber más sobre el trepamuros. Desafortunadamente mis intereses, por aquel entonces, eran volátiles y aunque disfrute de la segunda cinta estrenada en salas más que de la primera, la segunda serie en fascículos que llego a los quioscos no llamo tanto mi atención y termino inconclusa hasta hace unos años que, cegado por la necesidad de completar, me hice con los números que me faltaban. El caso es que desde mi infructuoso primer intento de convertirme en un asiduo de las viñetas no había vuelto a leer nada sobre Peter Parker y su alter ego hasta que me hice con la reedición de Spiderman: Azul de Jeph Loeb y Tim Sale convencido por lo mucho que disfrute Daredevil: Amarillo, historia pergeñada por el mismo tándem creativo.
Spiderman: Azul fue, es y será, al igual que Daredevil: Amarillo, una serie limitada que se publicó originalmente entre julio de 2002 y abril de 2003. En sus páginas encontramos a un Peter Parker que, por medio de grabaciones magnetofónicas, rememora no solo su etapa universitaria, sino como conoció y se enamoró de Gwen Stacy al mismo tiempo que Mary Jane Watson entraba en su vida. Los cambios que Parker afronto en aquella etapa de su vida como encajar por primera vez en un grupo social, abandonar su hogar o convertirse en amigo del hijo de su peor enemigo son recogidos en una narración entrecortada por la melancolía que invade a su narrador el cual, a pesar de sufrir con cada palabra, no quiere olvidar a la mujer que fue su primer amor. En su relato se colaran enemigos clásicos de Spiderman como El Rino, El Lagarto, dos Buitres (Adrian Toomes y Blackie Drago) y un misterioso instigador que, desde las sombras, estudia al trepamuros para poder darle caza. La presencia de estos villanos ayuda a entender como Parker lidiaba con su doble vida y los problemas que esta le generaba al tratar de amoldarse a su nueva situación social.
Jeph Loeb, al igual que en Daredevil: Amarillo, construye un relato intimista y emocionante entorno a uno de los personajes más importantes de Marvel. Abandonando la suerte de narrativa epistolar utilizada en el comic protagonizado por el Diablo Guardián de la Cocina del Infierno, Loeb se embarca en la tarea de mostrar a un Peter Parker aún más humano. Si bien es cierto que el personaje creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962 siempre se ha mostrado aterradoramente realista a pesar de sus súper poderes, Loeb lo desnuda aún más y le hace enfrentarse al recuerdo de la perdida. Uno de los grandes aciertos históricos de como Peter Parker fue presentado a los lectores es que estos últimos podían sentirse identificados, más o menos, con aquel chico escuálido al que le costaba hacer amigos. Sus problemas, en cuanto se quitaba la máscara, resultaban creíbles y ahí radico parte del gran éxito inicial de Spiderman. El escritor tras El Largo Halloween o Superman: Las cuatro estaciones, explota, sin caer en el efectismo dramático, esta particularidad y pone a su protagonista frente a dos de las emociones más intensas con las que el ser humano lidia: el amor y la perdida.
Le acompaña en el dibujo, Tim Sale, un artista con el que Jeph Loeb ha conformado un tándem imposible de eludir para los aficionados a las viñetas. En Spiderman: Azul, Sale no hace ninguna concesión visual y abarrota las páginas con la personalidad que caracteriza a su dibujo haciendo legítimamente suyas escenas icónicas de la larga carrera editorial del personaje más importante para Marvel Comics durante décadas. Por otro lado, más allá de esa capacidad de convertir en propia la esencia de Steve Dikto y John Romita Sr sin olvidarse de su trazo, Sale tiene la virtud de ser capaz de inundar cada página con un torrente de emociones con pequeñas muecas, gestos y splash pages en los que no ocurre nada pero en realidad está ocurriendo todo (como en la que Peter Parker esta desayunando en la cocina junto a la Tia May y ambos tienen algo importante que decirse pero ninguno se atreve a dar el primer paso). Eso sí, a pesar de lo mucho que, en esencia me ha gustado el aspecto visual, lo encuentro un tanto más rígido, pobre (en cuanto a fondos y solo en algún caso) y caricaturesco que el presentado en Daredevil: Amarillo.
En esta ocasión la paleta de colores la pone Steve Buccellato el cual entiende a la perfección el trazo de Tim Sale y la intención del guion de Jeph Loeb. Colores fríos para una historia melancólica e introspectiva en la que también hay fuertes contrastes cromáticos al llenarse de luz y color cada viñeta en la que Gwen Stacy o Mary Jane Watson están presentes al ser presentadas, obviamente, como las fuentes de luz en una vida en cambio como era la de Peter Parker en ese momento. Para finalizar solo puedo decir que he disfrutado mucho de la lectura de Spiderman: Azul y lo escribo tal y como lo siento, no por complacer al guion que asegura que esta miniserie es una de las mejores historias protagonizadas por el trepamuros en el presente siglo. Si bien es cierto que me veo volviendo a ella en menos ocasiones que a Daredevil: Amarillo o recomendándola en menor medida este relato profundamente humano sobre el amor, la perdida, el recuerdo y los cambios hará las delicias no solo de aquellos lectores que ya conozcan al personaje sino de todos aquellos que se quieran asomar por primera vez a la insondable tela de araña de Spiderman.
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