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Cómics que deberías leer XLII: Shang-Chi, de Doug Moench y Paul Gulacy

Publicado el 02 septiembre 2013 por Nadacomercial @nadacomercial

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En los años 70 existía una auténtica fiebre en los Estados Unidos por todo lo oriental en general y por las artes marciales en particular, con Bruce Lee a la cabeza y sus innumerables imitadores. Películas, series de televisión, apertura de dojos, un acercamiento a la filosofía Zen, y, naturalmente, cómics. Una moda que arrasaba y que era garantía de éxito seguro.

En esa época, Marvel buscaba nuevas fronteras con las que expandir su Universo Marvel, y publicar historias que se alejaran de sus típicos superhéroes. Así, publicaban franquicias jugueteras, adaptaciones como Conan o Drácula, versiones televisivas o cinematográficas, cómics de terror… Stan Lee y el que sería su sucesor, Roy Thomas, vieron el enorme potencial de los personajes con capacidades marciales, expertos en todo tipo de lucha. Así, lanzaron al mercado 3 colecciones para probar suerte con esta temática: Marvel Premiere presentó a Puño de Hierro, Marvel Special Edition presentó a Shang –Chi, que debido al éxito de su protagonista, cambió su nombre por The Hands of Shang-Chi, Master of Kung-Fu y Deadly Hans of Kung-Fu, un magazine en blanco y negro, donde aparecerían ambos personajes, mas los Hijos del Tigre y otros.

  Creado por Steve Englehart y Jim Starlin, ambos abandonarían muy pronto la colección, al no saber que tratamiento darle, basándose mucho en las aventuras de la famosa serie de televisión de la época, Kung-Fu, interpretada por David Carradine. Doug Moench se haría cargo de la colección, alejándose del tono anterior y acercándola a las películas de James Bond, de las cuales era un gran aficionado. Pero no fue hasta que un joven dibujante llamado Paul Gulacy se hizo cargo del apartado gráfico, que Shang-Chi tomaría su propia personalidad, en un ambiente de espionaje internacional más sucio y urbano.

Viñeta

La compenetración entre ambos autores fue total, llegando a forjarse entre ambos una amistad duradera, algo que se nota en la alta calidad de las historias, y en el amor que le dedican al cómic. Gulacy, que seguía con pasión a Jim Steranko, realizó un trabajo cinematográfico en las viñetas, con personajes que parecían actores de la época (algo que hoy en día es más difícil, debido a los conflictos legales) Shan-Chig nunca ha sido más Bruce Lee, Fu-Manchú (una lástima que Marvel ya no pueda utilizarle, al no poseer sus derechos) es Christopher Lee, por sus páginas aparecen Marlon Brando, David Niven, Michael Caine, etc…

Pero Paul Gulacy hace mucho más que imitar personajes o autores como Steranko. Su forma de presentar los flashbacks y las escenas de acción, nunca habían sido utilizadas antes, como usar escenas mudas, sin onomatopeyas, usar el zoom o un encuadre como el del cine, alargar o acortar las escenas de lucha y una expresividad en los rostros solo al alcance de unos pocos.

Los guiones de Moench son sofisticados, y las motivaciones de los protagonistas complejas, personajes tridimensionales, en un complicado juego de engaño y muerte (popular frase que suele citar Shang-Chi)  Si acaso, unos diálogos algo largos, por otro lado, habitual de la época, y unos textos de apoyo quizás demasiado densos, en los que conocemos los pensamientos del protagonista, autentico narrador de las historias. Tras la marcha de Gulacy, llegó el tristemente fallecido Gene Day, autor genial, que aportó grandes cosas al personaje, pero, evidentemente con un estilo diferente, algo que se notó en sus argumentos. Moench se marchó en el nº 120 USA, tras lo cual la colección cayó en picado hasta su cancelación.

La última (hasta la fecha) edición de estas geniales historias data del ya lejano 1998, por Forum en tres tomos a color de la línea Excelsior (algo así como el Marvel Gold de Panini) y aunque son historias muy de su época, no están desfasadas ni han quedado antiguas. Se merecen una pronta reedición.

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