Leningrado, sitiada.
Camaradas,
En el día de hoy la ciudad de Leningrado, antigua San Petersburgo, ha quedado completamente rodeada por tropas alemanas y finlandesas. Los alemanes han tomado al asalto la ciudad de Schlüsselburg a orillas del Lago Ladoga, cortando de manera efectiva todas las comunicaciones terrestres de la vieja capital rusa. Los finlandeses, que han cortado el Canal Stalin, completan el cerco por el norte. Los Panzer del Mariscal von Leeb se encuentran a dieciséis kilómetros del centro de la ciudad, que está siendo machacado por la artillería de largo alcance y la Luftwaffe. Más de 6.000 bombas incendiarias han sido arrojadas hoy, y en un terrible golpe para los defensores, el gigantesco almacén de víveres de Badayev ha sido destruido junto con cientos de toneladas de suministros irremplazables.
"Defendamos la ciudad de Lenin." Cartel de propaganda soviético.
Los rusos son ampliamente superados en número en el aire, pero sus pilotos combaten de manera suicida contra los enjambres de Stukas, que atacan a los pesados buques rusos en los puertos de Kronstadt y Leningrado. Entre los objetivos principales destacan los viejos acorazados soviéticos Marat y Revolución de Octubre, cuyos cañones de 12 pulgadas castigan la retaguardia alemana. Los Stukas van a ser provistos de unas bombas especiales de una tonelada de peso para poder dar buena cuenta de los grandes buques de la Flota Roja del Báltico.
Infantería alemana y un Panzer 35(t) de la 6ª División Panzer avanzan hacia Leningrado.
El ataque terrestre contra la ciudad lo lideran la 1ª División Panzer, que avanza a lo largo de la orilla izquierda del Neva y la 6ª División Panzer que sigue la línea del ferrocarril Moscú-Leningrado. No va a ser ningún paseo para ellos. Durante tres semanas han estado rechazando contraataques suicidas rusos y avanzando sin cesar. Sus hombres están agotados y sus máquinas agotadas por la lucha con los rusos y el barro que las lluvias incesantes ha creado. En efecto, las lluvias de otoño han comenzado antes de lo previsto y han convertido los campos de batalla en lodazales, retrasando el avance de los Panzer y manteniendo en tierra a la Luftwaffe en varias ocasiones. Los rusos han aprovechado el tiempo en convertir la ciudad en una fortaleza. Las ventanas de las tiendas están repletas de sacos de arena, unidades de milicia marchan por las calles y cada puerta está custodiada.
Voluntario del servicio de incendios de Leningrado vigila los tejados de un museo.
Lo cierto es que las autoridades soviéticas están dispuestas a acatar las órdenes recibidas de Stalin de combatir hasta el último hombre, no teniendo la menor intención de rendirse y habiendo hecho los preparativos necesarios para soportar un prolongado asedio. Entre otras medidas, se han organizado equipos especiales para salvaguardar los tesoros de Leningrado. Las unidades del servicio de incendios han establecido sus bases en los hermosos palacios zaristas y en las iglesias, que el régimen comunista ha convertido en museos, listos para dar una respuesta inmediata a las bombas incendiarias alemanas. Las valiosas pinturas del Hermitage ya se encuentran a salvo. Un tren blindado evacuó 500.000 de las obras mas exquisitas fuera de la ciudad hace algunas semanas, cuando estuvo claro que el Ejército Rojo no podría contener a la Wehrmacht.
La población de Leningrado contempla el cráter provocado por una de las primeras bombas aéreas que han estallado contra su ciudad, cerca del Jardín de Verano.
Algunos soldados alemanes se lamentan y piensan que si el asalto se hubiera lanzado un mes antes, hoy ya se encontrarían en los palacios de los Romanov. En lugar de ello, se encuentran detenidos ante defensas apresuradamente levantadas y guarnecidas por unidades de milicia Opolchenye armadas con rifles, cócteles Molotov y granadas. Ésta no es la clase de combate que gusta a los tanquistas. De hecho, el intento de von Leeb de tomar la ciudad mediante un golpe de mano tal vez tenga sólo una oportunidad. El Führer ya está barajando la posibilidad de avanzar sobre Moscú, lo que podría tener como consecuencia que se dejara a Leningrado "cocerse a fuego lento", es decir, someterla a un prolongado asedio a golpe de cañón y bombarderos. Sin embargo, von Leeb ya siente el sabor de la victoria y no está dispuesto a dejar pasar la oportunidad de alcanzar la gloria conquistando la vieja capital zarista. Cumplirá con las órdenes actualmente en vigor y emprenderá el asalto hasta que se le ordene lo contrario.
Motociclistas de la SS División Totenkopf camino de Leningrado.
Mientras tanto, los ataques finlandeses en la Carelia Olonets entre el Lago Ladoga y el Lago Onega les ha llevado a nuestros aliados al otro lado del río Svir y a la captura de Lodenoye Pole, con lo que la línea de ferrocarril entre Murmansk y Leningrado ha quedado cortada. El Convoy Dervish de ayuda británica, que llegó a Arkangel el pasado 31 de agosto, quizás sea el primero y el último de que puedan disfrutar los soviéticos.
Bomben auf Leningrad!
Sieg Heil!